#COLUMNASIMONETTI cumbia 420 democracia fumona Día de la Restauración de la Democracia himno nacional argentino

LA DEMOCRACIA FUMONA

HIMNO 420

“Cumbia 420 es cumbia, reggaeton y marihuana”

DT.Bilardo, artista y productor

*El festejo oficial del Día de la Restauración Democrática, fue el fiel reflejo del estado de cosas en la Argentina de los Fernández. El himno nacional fue malversado con el ritmo marihuanero de la cumbia 420, cantado lánguidamente por L-Gante y otros artistas. Nos emociona más la versión futbolera de los hinchas en Qatar, que la indescifrable cadencia del coro presidencial.

**El espíritu de Vicente López y Planes huyó despavorido de la Plaza de Mayo, cuando oyó su “sean eternos los laureles” en modo fumón.

***El “videomapping” exhibido en el festejo oficial, destacó imágenes del kirchnerismo sin correspondencia con la democracia, en desmedro de hitos fundamentales de los tiempos de Alfonsín.

                          Aunque muchos no lo puedan creer, la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868/1874) tiene coincidencias con la de Alberto Fernández.

                          El primero fue el presidente de la educación, que sembró de escuelas y maestros en toda la geografía del país. El segundo fue algo parecido, auto titulado presidente del gobierno de científicos, que luego bajó al nivel de expertos en covid, más tarde cayó a la categoría de aprendices, para terminar hoy con la patética calificación de un no presidente de un gobierno inexistente.

                          Pero, duele decirlo, Fernández fue capaz de taparle la boca a Sarmiento. El gran sanjuanino es autor de una conocida frase: “del ridículo no se vuelve”. El actual habitante de Olivos le demostró la inexactitud de su enunciado, porque fue capaz de volver una y otra vez del ridículo, tanto que sigue sentado en el sillón presidencial a pesar de tantas.

                          La última, en el “acto” para la celebración de la restauración democrática, realizado en el frente de la Casa Rosada el pasado sábado, coincidente con la conmemoración del día de los derechos humanos, organizado por un gobierno que se dedica a muchas cosas, salvo a la tarea de gobernar.

                          Por Ley 26.323, se institucionalizó la fecha como el “Día de la Restauración de la Democracia”, basándose en la jornada en que Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación.

                          Pero el espíritu de Alfonsín no pudo estar en el homenaje oficial que fue trasmitido por cadena nacional. No lo permitió un raro festejo que incluyó un “videomapping” de animaciones 2D y 3D y la entonación de nuestro himno nacional que fue una mezcla de cumbia, reggaeton y marihuana.

                          Tampoco el espíritu de Vicente López y Planes pudo sobrevolar el escenario. Fue vetado por una impiadosa versión de nuestra canción patria, cuyo momento cúlmine fue la entonación del estribillo.

                          Ese “sean eternos los laureles, que supimos conseguir” que nos sabe arrancar lágrimas en cuánta jornada patria se entona, que repetimos por estos días hasta en los estadios de Qatar con el coro potente de la hinchada futbolera, fue reemplazado por la versión lánguida 420 de los artistas elegidos para la ocasión.

                          Una mixtura rara de tango, folclore, lírica, pop, rock, cumbia, rap, free style y beat box, dejó fuera de la cita al verdadero ritmo del himno, el himno nacional argentino tal como lo concibieron López y Planes y Blas Parera, ese que te pone la piel de gallina desde los actos formales hasta los tablones futboleros. En su reemplazo, un potpurrí cadencioso, meneado, indefinido, acorde con la impronta y el ritmo del gobierno.

                          La Argentina pálida, lavada, decadente de estos tiempos, se advirtió en la desganada versión del cumbiero, dejando blanco sobre negro que la pasión futbolera es la que nos rescata, por lo menos momentáneamente, del derrumbe definitivo.

                          Por qué criticar, entonces, a L-Gante por su versión aguachenta y marihuanera del himno, cuando es el propio gobierno, en el frente mismo de la Casa Rosada, el que organizó un festejo sesgado que debió ser de todo el pueblo argentino, pero que omitió deliberadamente hitos fundamentales de la recuperación democrática.

                          El “videomapping” dejó en claro cuales los hitos fundamentales de estos 39 años de democracia para los inquilinos del poder. La primera imagen fue la de Bendini descolgando el cuadro de Videla por orden de Néstor Kirchner, como si la democracia se reinstaurara el 24 de marzo de 2004 y no el 10 de diciembre de 1983.

                          Allí, propiamente, está la brecha entre la Argentina democrática y el feudo kirchnerista, una brecha moral, dónde la valentía de Raúl Alfonsín lidiando con el poder militar aún vigente, no fue más importante que el “acting” llevado a cabo en el Colegio Militar veinte años después.

                          Cómo lo dije alguna vez en una columna, parafraseando al ubetense de sombrerito Joaquín Sabina, a Néstor Kirchner “la valentía no le salió tan cara”, porque los cuadros que descolgaba Néstor, fueron de octogenarios dictadores ya sin poder alguno.

                          Ése fue el contexto del video oficial, que continuó mostrando imágenes intencionalmente sesgadas, todas generadas en la usina cristinista del relato, incluyendo un cartel que rezaba: “fuera la corte corrupta”, para dejar en claro que su cruzada de impunidad forma parte de su concepto democrático.

                          No la pudo hacer peor Fernández, siempre presto a desmentir a Sarmiento. El festejo democrático pareció más bien una bailanta fumona con pretensiones de modernismo patriotero, una pantomima que dejó colorado hasta el propio Carlitos Chaplin. Si vamos a hacer humor, pues digámoslo con todas las letras.

                          Pongámonos serios, si es que algún lector pensó que bromeábamos. La mezcla del himno patrio con la cumbia 460 no es casual, es el resultado de un tiempo en que el progreso no se sustentó en los hechos contundentes de una Argentina de trabajo, mérito e inclusión, sino en la sátira de un país de dádiva, clientelismo y decadencia moral y material.

                          Ya que del aniversario de la restauración democrática hablamos, pienso en los versos sin tiempo de nuestro himno nacional. “Sean eternos los laureles”, nos transporta a aquél el 10 de diciembre de 1983, cuando un verdadero líder afirmara que “tenemos un método, la democracia para la Argentina” y cumplió contra viento y marea.

                          Hoy, en un contexto absolutamente diferente, me parece escuchar a Alberto Fernández cantar el himno con una nota musical diferente, y con versos que son los de Malientao 420 de L-Gante: “Fumo, me sube la nota y vuelo como un parapente; cuando vamo encapsulado el humo me empaña lo lente”.

                          Es que esta democracia va perdiendo no sólo su sustento moral, sino también su propia cadencia. Hoy baila al compás del 420. ¿Y que es el 420? 4:20 es la hora ideal para prenderse uno y el 20 de abril (20/4 o 4/20 en inglés) es el día internacional de la marihuana, una fecha adoptada por activistas cannábicos de todo el mundo.

                          Los argentinos buscamos desesperadamente liderazgos positivos, que nos encolumnen detrás de objetivos valiosos, por los que valga la pena luchar. Por ahora, a esos líderes sólo los estamos encontrando en el fútbol, en el que se demuestra partido a partido a un conjunto de personas que trabaja en función de equipo. No así en la política.

                          Menos mal que el siguiente fue el día OPB, es decir el primero del último, el primer día del último año de este gobierno, y tal como lo hacen los alumnos de secundaria, aunque con menos estruendo y más regocijo interior, muchos argentinos comenzaron la cuenta regresiva de una administración que ni siquiera tuvo el tino de festejar una fecha importante con un acto en el que nos sintamos comprendidos, y no expresamente excluidos.

                          Por todo ello, rogamos que vuelva a ser Vicente López y Planes el que reponga la música del himno nacional, y que L-Gante continúe con su cumbia 420 a dúo con Wanda. Así, cada cosa en su lugar.

                          Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

*Los artículos de este blog son de libre reproducción, a condición de citar su fuente

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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