VETO JUBILATORIO
“Para los ricos hay 30 años de estabilidad y los jubilados no saben que hacer el mes siguiente”
Emiliano Yacobitti, vicerector de la UBA
*La degradación de la política quedó patentizada en la aprobación del veto presidencial a la ley jubilatoria. Sin explicaciones medianamente creíbles, cinco diputados radicales, ayudados por otros bloques, cambiaron lo que habían votado apenas tres meses antes. Para colmo se sacaron fotos con el corruptor. Las víctima: los jubilados, que nuevamente fueron la ofrenda del poder al totémico superávit fiscal.
**Para colmo, los panqueques radicales no serán sancionados por su bloque, cambiaron la sentencia de Alem, por otra más pragmática: “que se doble pero que no se rompa”.
***La sinuosidad opositora le facilita el camino al presidente Milei, que se ha dado cuenta en dónde poner los incentivos para lograr los votos que pretende.
Para el presidente Milei transcurrió una semana agridulce. Un triunfo personal con la subsistencia del veto a la ley de incremento previsional en el ámbito de la Cámara de Diputados, y sendos traspiés en el Senado con el rechazo del DNU de fondos reservados para la Side y la sanción de la ley de financiamiento universitario.
Sin embargo, teniendo en cuenta que los haberes previsionales constituyen casi un 40% de los gastos del estado, su objetivo principal se cumplió en función de preservar su totémico superávit fiscal, a costa del sector más débil de la cadena social. ¡Qué importa! Los números son los números.
A esa altura, la discusión fue más política que financiera. Miserables 17.000 pesos fueron amputados de los haberes jubilatorios, volviendo sus beneficios aún más miserables.
Involucrado personalmente en la negociación, demostró el primer mandatario que es hábil en las componendas con la casta, en el toma y daca, tanto que dejó sin mensaje al partido más tradicional de la Argentina, la Unión Cívica Radial.
Muchos se enteraron cuando ya era tarde, en especial los beneficiarios de la ley. La foto de la ignominia, el del presidente con cinco radicales de distintas provincias, a la que se sumó entusiasmado un correntino de Eli, el flamante diputado Tournier, dieron cuenta de la vuelta de campana de dichos legisladores, posibilitando la subsistencia del veto presidencial.
Recién allí, los jubilados se dieron cuenta lo mal que les caerían los panqueques rojiblancos que le dieron a comer, porque tenían el relleno violeta. También la gastronomía les resultaba adversa.
No se trata ya de ubicarse en una u otra posición. Se trata del cambio del voto dado apenas tres meses antes, sin dar explicaciones valederas (si es que las hay), una verdadera pirueta en el aire para caer del lado del poder y frustrar, de esa manera, la esperanza de tantos.
Pero el núcleo de la cuestión no son ya los rasposos 17.000 pesos que no le cambian la vida a nadie, sino el procedimiento utilizado para ratificar el veto.
Por un lado, un presidente que meneó durante mucho tiempo la corrupción de la casta, oficiando de corruptor de un grupito de diputados. Por el otro, ese puñado de legisladores que pertenecen al partido que, se supone, tiene un alto reconocimiento de la moral política, la UCR, y que, para colmo, fueron sus parlamentarios los autores de la ley vetada. Impresentable.
Un viejo radical ya jubilado, de esos del “que se rompa pero que no se doble” de Alem y de la “ética de la solidaridad” de Raúl Alfonsín, no podía creer lo que hicieron sus correligionarios, doblados ante el poder libertario.
Pero mayor incredulidad le causó la reacción del presidente del bloque radical de Diputados, anunciando que no separará a los diputados radicales con peluca. De esa manera, consagraba internamente aquél virus que enfermó a la Argentina entera: la impunidad.
Tenía algo de razón Rodrigo de Loredo, si echaba a los conversos, con el tiempo el bloque radical se reduciría a su mínimo. Entonces, prefirió la impunidad para los panqueques: “que se doble pero que no se rompa”, es el renovado paradigma.
Pero, que no se preocupen los radicales libertarios, no son los únicos verdugos de los jubilados. Lo fue Cristina duplicando los gastos previsionales con gente sin aportes, lo fueron Macri y Alberto Fernández, dónde la jubilación perdió grandes porcentajes de su valor. Así que, mal de muchos, consuelo de tontos.
Una nueva ética campea en el universo rojiblanco, no es ya la “ética de la solidaridad” de Alfonsín, solidaridad con los más débiles, en este caso con los jubilados. Ahora es la “ética del poder”, dónde más vale cuidar la relación con los poderosos, a cambio de quien sabe qué.
Quedó claramente demostrado la degradación de la política y la crisis de los partidos tradicionales. El radicalismo carece de liderazgos morales, ha perdido mensaje, tanto estratégica como políticamente. De un partido de principios se ha convertido en un partido de conveniencia, como el peronismo. No sabemos ya cual es su ideología, si socialdemócrata, liberal, libertaria, o directamente la de un pragmatismo sin límites.
Los radicales gobiernan en cinco provincias, tienen 34 diputados nacionales y 13 senadores nacionales, de allí podrá ir rapiñando el poder para conformar mayorías. Y si al partido de Alem e Irigoyen les da un ataque de ética y moral, tiene a mano a los amigos del PRO, aptos para todo servicio.
Más grave aún, es que el Congreso va camino a una libanización, a ser un organismo dónde no rigen las leyes del ordenamiento jurídico sino las leyes del mercado, dónde todo se compra y se vende, o se alquila de última. En suma, en término mileístas, comienza a privatizarse el poder legislativo en la Argentina.
El Senado rechazó el DNU sobre fondos reservados para la Side, a esta altura un tema secundario que el presidente puede solucionar por otra vía. La ley del financiamiento universitario puede seguir el mismo camino que la ley jubilatoria vetada.
Milei, hay que reconocerlo, ha roto todos los manuales del comportamiento político y nos ha enseñado que todo es posible, sólo se trata de colocar los incentivos en los lugares y personas adecuadas, y sentarse a esperar los resultados.
Ya no le es necesario tener mayorías propias, basta y sobra con congresistas de doble moral, y con un presidente que se cansó de criticar la corrupción de la “casta” pero que emplea sus métodos para corromper.
Muy astuto señor presidente, mostrando la luz de giro hacia el lado de la destrucción de los privilegios de la casta para luego doblar de golpe para el lado opuesto, para el de los más débiles, el de los viejos, a los que les dio un golpe de motosierra y un giro de licuadora. Mientras tanto, la casta respiraba aliviada.
Y, como Cristina, Milei parece “ir por todo”, incluyendo la consecución de una Corte adicta. Queda pendiente el acuerdo para Ariel Lijo, que tal vez pueda lograrlo en una negociación con el kirchnerismo, entregando algunas decenas de jueces pendientes de nombramiento y el compromiso de alivianar las causas contra Cristina.
Hacia allá va la Argentina. Hacia el camino de la privatización del poder. Qué importa si Aerolíneas no se puede desestatizar, lo concreto es que estamos en el camino de privatización de un poder del estado, el legislativo, dónde las leyes del mercado constituirán el nuevo código de comportamiento de nuestros representantes.
¿Qué exagero? Si, tal vez. Pero los jubilados ya se han quemado con leche, no le es imputable llorar cuando ven una vaca.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI