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CON LIJO, COMENZARÁ A CERRARSE EL CÍRCULO

ANTIREPÚBLICA

“Lijo es el juez más ineficaz de Comodoro Py y el que más demora en resolver las causas más sensibles para la política, las de corrupción”

Instituto de Ciencias Penales y Sociales (Inecip)

                   El gobierno mandó los pliegos de Lijo y García Mansilla al Senado, para requerir su acuerdo para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

                   Si tengo que hacer futurología, diría que con Lijo en la Corte (parece que el kirchnerismo va a acompañar), comenzará a cerrarse el círculo libertario, que se completará con García Mansilla el año que viene y con un parlamento propio como resultado de las elecciones de 2025.

                   Bingo para el presidente, que de ese modo no tendrá obstáculos para sus pretensiones. Bingo para Cristina, que no tendrá que sufrir las incomodidades de los fríos recintos carcelarios.

                   Quién no entienda que en el mundo en general, y en la Argentina con Javier Milei en particular, se han cambiado los modos de construcción política, es que no está en tema o está aferrado a los parámetros antiguos de la política.

                   No son los actos multitudinarios, ni tan siquiera los discursos de alto vuelo de la dirigencia tradicional, no son las recorridas pacientes de cada lugar del país, tampoco el cara a cara con el votante. Los programas, los proyectos, los planes de gobierno no se explican, son papeles arrumbados en los anaqueles de los tribunales electorales, ni tan siquiera son necesario tenerlos, con una pocas frases basta para llenar los requisitos legales.

                   Los recintos tradicionales, como los de las cámaras legislativas, los balcones de la Rosada, los tedeums en días patrios, ya no son los únicos lugares dónde se manifiesta el poder, antes bien son los habitáculos dónde, de cuando en cuando, el poder se hace presente para cumplir con las formalidades.

                   Pero, es cierto, todavía la república formal subsiste, por lo menos en los papeles de la Constitución y en la mente de los nostálgicos. Subsiste en el discurso vacío de la política, de cuando en cuando para cerrar los círculos del poder omnímodo, para darle forma legal a las decisiones que adopta el mandamás de turno.

                   No es que le restemos valor a los poderes del estado y a su división republicana. Pero la forma de llegar a ocuparlos, y la manera de disolver su división, a través de lazos invisibles o no tanto para el gran público, nos demuestran que, cada vez más, la nuestra pasa a constituirse en un sistema de formas, porque el fondo es casi exclusivamente autocrático y rosquero.

                   Tuvimos cuatro mandatos kirchneristas. El presidente mandando, el Congreso obedeciendo, los gobernadores bajando la cabeza. ¿Para qué mencionar las consecuencias nefastas del maridaje ejecutivo-legislativo durante esos tiempos?

                   Pero, no de una sino paulatinamente con los cambios en su integración, se conformó una Corte Suprema que hizo de su rol un faro de luz republicano. Fue el poder contrapoder, que puso coto a muchas de las veleidades del poder absoluto del kirchnerismo. Cumplió su función como debe.

                   El verdadero concepto de república es inmune a las ideologías y a los partidos, debe ser inmanente a nuestro sistema de vida. Tanto kirchneristas, como peronistas, radicales o libertarios, deben encontrar límites en las normas constitucionales debidamente aplicadas.

                   Sin embargo, nada es lo que parece o todo es lo que parece. El poder político de Javier Milei ha sido construido con los nuevos parámetros de la política tecnológica, sistemas de comunicación de primera mano, como las redes sociales, que construyen una telaraña de adhesiones en función de cuatro o cinco consignas que, a fuerza de repetición, van delineando un fanatismo a prueba de razones.

                   No es necesario aplicarle mucha inteligencia a la mezcla, la identificación de un enemigo, las consignas repetidas en forma de gritos de guerra, la replicación infinita del lenguaje cibernético, y ya está, asunto concluido, seguidores fanatizados, aunque no entiendan muy bien de que se trata, sin nadie en el medio. El líder y su pueblo, populismo a full, sin instituciones en el medio.

                    “¡Viva la libertad, carajo!” es el grito de guerra del oficialismo, y eso es suficiente para la legión de seguidores. Saber su entramado, eso, obviamente, es otra cuestión al alcance de muy pocos, sólo entendible para los integrantes de la nueva-vieja casta política. Las arreglos bajo la mesa, mandan.

                   Con la revolucionaria disrupción mileísta, fue suficiente para ganar una elección. Sus excentricidades están siendo, por ahora, los condimentos suficientes para mantener caliente el lecho del poder.

                   Pero 2025, aunque parezca contradictorio, está muy lejos y muy cerca. Muy lejos en orden a la marcha económica y social del país. Pocos indicadores positivos pueden llegar a medir la paciencia en término de días o semanas. El bolsillo manda.

                   Pero, a su vez, 2025 está muy cerca en función de construcción política e institucional. La máxima aspiración de Javier Milei es tener mayoría propia en el Congreso, tal como va la cosa puede lograrla, y una Corte Suprema “sijavierista”.

                   Para ganar legisladores, debe mantener su popularidad. Para tener números propios en la Corte, suficiente son los acuerdos subterráneos con la “casta”. Parece que los manejos de Lorenzetti, que pactó con Milei, le permitirá colocar a Lijo y a García Mansilla en los sillones.

                   ¿Cómo hará para instalar los candidatos a cortesanos adictos? Simplemente con un acuerdo con el kirchnerismo de paladar negro. Las urgencias penales de Cristina lo hacen posible, un Senado dominado por esa fuerza política seguramente levantará la mano.

                   De tal manera, es posible que desde el 10 de diciembre de 2025, la división de poderes desaparezca como tal. El Congreso, la Corte y, obviamente, el Poder Ejecutivo, estará a las órdenes del libertario.

                   Lo que se dice, una pinturita autocrática.

  1. JORGE EDUARDO SIMONETTI

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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