#COLUMNASIMONETTI Axel Kicillof EXPROPIACIÓN YPF indemnización jueza Priebka

EL BOBOPOPULISMO ES MUY CARO

FALLO YPF

“Quédense todos tranquilos, ésto está estudiado en profundidad”

Axel Kicillof

*La “mala praxis” en la estatización del 51% de YPF realizada en 2012, hoy nos cuesta una cifra sideral: 16.000 millones de dólares, un monto que significa más del doble de lo que vale el 100% de la compañía petrolera. El gobierno de Cristina fue acompañado por el voto corresponsable de la mayoría del ala opositora. Que caro sale el “bobopopulismo”.

**Kicillof, el “cerebro” de la expropiación, no sólo que no pagará de su bolsillo tamaño yerro, sino que se apresta a seguir gobernando el principal estado provincial de la Argentina.

***Reseteando el contexto en esta época electoral, la Bullrich se opuso entonces y hoy lo reafirma. Para Massa, el silencio es salud. Milei, que calló entonces, hoy tuitea con oportunismo contra la “casta chorra”.

                   Si el populismo es caro para manejar un estado, el populismo bobo lo es mucho más. La heredera del Juez Thomas Griessa, Loreta Preska, condenó a la Argentina a indemnizar al Fondo Butford Capital, un capital buitre dueño de los activos del grupo Petersen, por la defectuosa estatización del 51% de la petrolera YPF en 2012.

                   Se estima que el monto indemnizatorio podría alcanzar los 16.000 millones de dólares, más del doble de lo que hoy vale la compañía petrolera estatal.

                   Por esperado, este nuevo golpe a las arcas estatales no deja de doler, tiene una historia lamentable que determina hasta qué punto las consignas de un nacionalismo barato han intoxicado las mentes irresponsables de una dirigencia obsoleta, que hace caer sus temibles consecuencias sobre una sociedad casi inerme.

                   Casi veinte años de populismo han sido harto suficientes para destrozar el país. Basados en la premisa de “querer es poder”, han construido todo un andamiaje inviable e insostenible, con el único fundamento de la voluntad de hacerlo.

                   Pasando por encima de normas y contratos, fueron capaces de promover, una y otra vez, medidas que condujeron paulatinamente a la quiebra del estado. En muchos de los casos, lo hicieron impunemente, contando con la lenidad o la lentitud de una parte importante de la justicia.

                   Pero, la ilusión de infalibilidad e impunidad puede ser un insumo suficiente para un gobierno de cabotaje, más no para el contexto internacional, en el que, tarde o temprano, la violación de las normas y de los contratos se paga, y caro.

                    Lo sabe Mauricio Macri que, para levantar nuestra condición de “parias internacionales”, salir del “default” y liberar del embargo a la Fragata Libertad, debió hacer frente al pago al fondo buitre de Paul Singer, de 9.300 millones de dólares que el gobierno de los Kirchner dejó como presente griego.

                   Lo que hoy sucede con el fallo de la justicia norteamericana sobre YPF, no es sino un hito más de una secuela de malas decisiones. Pero con un agravante, ya no se trata simplemente de las consecuencias de una opción populista, se suma una evidente “mala praxis”.

                   Por ello es que la decisión política sobre YPF tiene un contexto negativo recargado: estatizaron mal, lo hicieron en contra de leyes, estatuto de la petrolera y contratos con el privado. La “mala praxis” se inscribió, entonces, en el marco más abarcativo de lo que podríamos llamar el “bobopopulismo”.

                   Son recordadas las palabras de Axel Kicillof, cuando en 2012 intentó calmar la inquietud social por la estatización, con palabras adormecedoras. “Quédense tranquilos”, nos dijo, “esto está estudiado en profundidad”. No teníamos otra que aceptarlo, pero tranquilos, lo que se dice tranquilos, no nos quedamos, yo por lo menos lo viví así.

                   Para completar su “kicillofada”, dijo el ahijado de Cristina: “Los tarados son los que piensan que el Estado tiene que ser estúpido y comprar todo según el estatuto de YPF”, expresión que es tenida especialmente en cuenta en el fallo de la jueza Preska, para destacar la irresponsabilidad del estado argentino.

                   La magistrada, le dedica un párrafo especial al “bobokeynesiano”: “El Sr. Kicillof declaró descaradamente que sería ‘estúpido’ cumplir ‘la ley de la propia YPF’ o ‘respetar’ sus estatutos” (sic).

                   Aquello de “es un pelotudo caro” que en 2014 el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo le dedicara a Capitanich por entonces Jefe de Gabinte, es plenamente aplicable con carácter retroactivo al autor intelectual de la maniobra de una estatización mal hecha del 51% de las acciones, y que hoy nos cuesta más de dos veces lo que vale el total de la compañía

                   Claro, en la Argentina de 2012, con un aislamiento casi total del mundo, ¿para qué íbamos a cumplir con la ley y los contratos? si bastaba con la voluntad de alcanzar una ampulosa “soberanía hidrocarburífera”.

                   Pero la mala praxis se paga, tarde o temprano, y carísima. Hoy, sumergidos en problemas financieros y económicos que derrumbaron la capacidad de un estado para intermediar en la sociedad, le sumamos una deuda poco menos que impagable, para mal de los que asumirán el 10 de diciembre, pero más para los que tendremos que seguir sosteniendo el festival de desaciertos.

                   Sin embargo, nobleza obliga, cabe aclarar que el gobierno de Cristina no fue el único culpable. La expropiación de YPF fue aprobada por ley del Congreso, con una mayoría marcada:  208 votos afirmativos de un total de 257 diputados, y 61 votos en senadores de un total de 74.

                   Enancados en la patética caravana de un nacionalismo de cartón, gran parte de la oposición sumó su voto a esta “burrada” populista, en especial la mayor parte de la representación radical, que aportó 35 voluntades en Diputados y 14 en Senadores. No se dieron cuenta, o no quisieron, que nos estaban llevando al cadalso no sólo económico sino jurídico, con una falta de seriedad institucional pocas veces vista.

                   La propia jueza Preska, no se olvida del aporte generoso de los legisladores a la “mala praxis”, y también le dedica un párrafo: “Posteriormente, la República promulgó la legislación que, supuestamente, le permitió adquirir el control de YPF sin ser ‘estúpido’ y cumplir los estatutos”.

                   Unos pocos opositores actuaron coherentemente y votaron de manera negativa, entre ellos Patricia Bullrich, Lilita Carrió, Graciela Caamaño, Graciela Ocaña.

                   Hasta Alberto Fernández, en 2016, se opuso a la expropiación, sosteniendo que nos iba a costar un dineral. Dicho y hecho, aunque no sepamos ahora que piensa nuestro no Presidente.

                   Queriendo intuir el razonamiento para que la oposición, especialmente el radicalismo, votara afirmativamente, sólo pienso que gran parte de los integrantes del partido de Alem e Irigoyen se han convertido en este siglo en “liberales incómodos”, y cuando pueden dan muestra de sus aires estatistas para calmar ese complejo.

                   Es necesario reactualizar el contexto en el que se produjo la expropiación y el impensado consenso del Frente para la Victoria con gran parte del ala opositora. Es que, los contemporáneos tendremos que pagar los platos rotos del acto fallido.

                   Y ese reseteo del contexto, hoy nos indica que la candidata Bullrich se opuso en su momento y hoy lo reafirma; el candidato Massa prefiere curarse en salud manteniendo el silencio.

                   El candidato libertario Javier Milei aprovechó para tirar sus misiles contra la “casta chorra”, aunque no se le conoce pronunciamiento alguno en 2012, época en que ya era grandecito y licenciado en economía. Es la ventaja con la que corren los que caen en paracaídas a la política, no tienen legajo de antecedentes, pueden alegar “inimputabilidad por ausencia”, un silencio culpable que debería atronar en las urnas.

                   Populismo, un sustantivo. Los adjetivos “de izquierda” o “de derecha” son apenas adornos, porque el populismo es siempre populismo.

                   Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

 

 

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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