#COLUMNASIMONETTI cambio caos Javier Milei magia

UN ELEFANTE DE OJOS AZULES

BAZAR ARGENTINO

“La “Magia del Caos” es esa especie de energía mística que permite deformar, manipular y reconstruir la realidad de acuerdo con los caprichos de quien ejerce esa cualidad”

WandaVision, serie de Marvel, 8° capítulo

*El cambio y el caos son datos insoslayables de la realidad de la Argentina del presente. Suelen formar parte de un mismo proceso. La cuestión es construir un cambio sostenible, que termine con el caos, y no que el caos termine con el cambio. Colocar al elefante a ordenar el bazar, no es buena cosa.

**No conozco ningún país en el que se haya gobernado con la propuesta pura del liberalismo. Un gran ideología puede verse dañada por un mayor fracaso de gobierno.

***La propuesta del “dospatadismo” para solucionar los graves problemas argentinos, puede confundir y generar una nueva desazón.

                   En nuestro país, todo hace suponer que estamos a las puertas de un cambio profundo, político, económico y social, algo así como un cambio de era.

                   El cambio no es lo mismo que el caos, aunque tengan la misma raíz semántica y se le parezcan. Cambio es transformación, variación, mutación, metamorfosis. Caos es desorden, confusión, violencia.

                   Pero ambos pueden formar parte de un mismo proceso, no necesariamente ubicados en un mismo sentido de causa y efecto. El caos puede generar el cambio, para ordenar, reconstruir, reparar, por un lado; pero también el cambio puede generar el caos, cuando se afectan profundamente intereses legítimos y no legítimos, y se produce la reacción de los afectados.

                   Estamos en la Argentina en el punto exacto de quiebre del status quo. Una gran mayoría votó por el cambio (Milei más JxC), es un hecho. Otro hecho es que se suceden síntomas de caos con los saqueos en distintas partes del país. Es decir, no comenzó el cambio pero ya hay caos.

                   La pregunta tal vez sería ¿hay caos por la mala situación actual que amerita un cambio, o hay caos por el cambio que puede venir con el triunfo de Milei o Bullrich?

                   Sea como fuere, estamos atravesando tiempos tormentosos, dónde la política, que es esencialmente la actividad de intermediación del conflicto, ha perdido la capacidad de hacerlo. La política parece ser el problema, en la percepción social, no la solución.

                   Y si ello es así, estamos ingresando en el peligroso campo del “pretorianismo de masas”, dónde no existen intermediarios ni reglas, cada grupo de interés utiliza los medios de los que dispone: “los ricos sobornan, los estudiantes protestan, los obreros hacen huelga y los militares hacen golpes” (Huntington), y, agrego yo, los beneficiarios de ayudas sociales obstruyen la vía pública.

                   Y aquí aparece un elemento que, a esta altura de los tiempos, resulta esencial en la democracia de la segunda década del siglo: la gobernabilidad. ¿De qué serviría ganar una elección si luego no se puede gobernar?

                   Los resultados de las Paso y su proyección a las generales, nos están indicando que nadie tendrá mayoría en las cámaras legislativas, y que, Javier Milei por poner un ejemplo, estará a tiro cercano de un juicio político, al no tener el tercio necesario para impedirlo.

                   Tampoco se visualizan condiciones políticas para conformar acuerdos de gobernabilidad entre las fuerzas actuantes, todas escudriñadas desde cerca por un mensaje disolvente que las convirtió en las causantes de todos los males.

                   ¿Cuál es el cambio sostenible hoy en la Argentina?, ése que nos pueda conducir a un tiempo distinto que no sea continuismo pero tampoco sea caos.

                   Hoy el personaje es Milei, y hacia allí enfocan las cámaras y luces del espectáculo. No son tanto sus ideas libertarias las que provocan el alerta rojo, sino sus propuestas casi suicidas y un temperamento lindante con lo patológico.

                   El liberautoritario es un personaje estrafalario, una especie de Frankestein con cabeza de John Stuart Mill, corazón de Aldo Rico y genio de Mr. Burns de los Simpson. Piensa como liberal extremo, actúa como autócrata, y pierde los estribos como un niño caprichoso. ¿Será ése modelo de persona el que necesitamos como presidente?

                   Ideológicamente es un liberal de libro, se autodefine como minarquista de corto plazo y anarcocapitalista de largo, en ambos casos antiestatista. En una primera etapa, un estado reducido a las funciones de seguridad y justicia, en la segunda, la desaparición del estado, situación que debería darse cuando la tecnología lo permita.

                   Su ideología es respetable, como cualquier otra, la cuestión es si puede llevarse a la práctica, si puede gobernarse una sociedad de 45 millones de personas con ideas enlatadas que no han sido llevadas a la práctica en ningún lugar del mundo, por lo menos no en su puridad.

                   Miento, me corrijo, hubo una experiencia, una nueva nación en el centro-sur de Europa, llamada “Liberland”, una tierra de pocos kilómetros cuadrados, fundada en 2015 por un millonario sobre la base del anarcocapitalismo, un país ultraliberal dónde hoy no vive nadie.

                   Bucear en las propuestas de gobierno de Javier Milei es algo complicado. La primera dificultad es diferenciar entre lo que dice y lo que ha demostrado (por ejemplo, acusa a la “casta” por los abusos de poder, pero utiliza los pasajes del Congreso para hacer política, entre otras lindezas).

                   La segunda es su variación en el tiempo. Antes, la libre venta de armas, el comercio de órganos, la posibilidad de la venta de niños, ahora parece que no, o no tanto, el teorema de Baglini en toda su dimensión.

                   La tercera distinción es lo que expone en sus discursos y lo que ha escrito en su plataforma electoral, un detalle que guardamos para otro artículo.

                   La cuarta es lo que él dice y lo que dicen sus colaboradores, que parecen ir corriendo atrás para aplacar los fuegos que enciende.

                   Y la quinta es lo que sucede con toda la “casta”, las promesas de campaña contra las realidades de gobierno.

                   Si tomamos el conjunto indiferenciado de la propuesta de La Libertad Avanza, pareciera que la Argentina es un bazar y sus habitantes se disponen a introducir un elefante de ojos azules para arreglarlo y ordenarlo. Imposible, no?

                   Al “mago” liberautoritario no le preocupan las prevenciones que se le formulan. Su fórmula para arreglar los problemas argentinos parece ser, como muy bien lo definió el periodista Fernández Díaz, el “dospatadismo”, la actitud reduccionista de dar soluciones fáciles a problemas complejos: “a esto lo arreglo en dos patadas”.

                   Un botón basta de muestra: Bajar de un plumazo el gasto público en un 15% del PIB, como sostiene, suena a cuento de hadas. El detalle de gastos que prometió recortar Milei, de acuerdo al sitio Chequeado.com, apenas alcanzan al 4,7% del PIB. ¿Y el resto?

                   En una reunión privada, escuchando las propuestas mileístas, los empresarios le dijeron “así no aguantás cuatro años”, lo que mereció su inmediata de superhéroe: “no sólo voy a aguantar los cuatro años sino que voy a estar por cuatro años más y además modificaré la constitución para volver al sistema de 6 años sin reelección”.

                   Desde la confianza del superhéroe hasta la imprudencia del elefante, el desgreñado juega todas sus fichas a los resultados de su rayo libertario, cómo si sólo la voluntad contara para cambiar las cosas.

                   Su mesianismo probablemente lo lleve a repetir el apotegma kirchnerista: si no sos libertario, sos enemigo. La sociedad no espera cambiar de collar sino dejar de ser perro.

                   Pero la desesperación es grande, tan grande que, en tiempos del mail, somos capaces de comprarnos un buzón.

                   Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back To Top