#COLUMNASIMONETTI juntos por el cambio Macri Patricia Bullrrich Schiaretti

JUNTOS POR ESPANTO

TRIFULCA OPOSITORA

“No nos une el amor, sino el espanto”

Jorge Luis Borges

*Acosado por su estancamiento en las encuestas, Larreta, apoyado por Morales, anunció intempestivamente la incorporación de Schiaretti a la alianza opositora. La reacción de Macri y Bullrich no se hizo esperar. El riesgo de una fractura cambiemita congeló la jugada, aunque hay tiempo hasta el 14 para la concreción de alianzas.

**La posibilidad de un triunfo en las presidenciales, aguzó el sentido olfativo de los candidatos. Larreta olió sangre y no quiere perder la presa, aunque tenga que violar reglas internas.

***No parece sólo una cuestión de estrategia electoral, asoma en el conjunto opositor una grieta ideológica entre un populismo creciente y un liberalismo atenuado.

                   Cuando parecía que ya lo habíamos visto y padecido todo en este interminable telenovelón dramático que es la realidad argentina, el guionista invisible nos tenía reservado una deriva inesperada, un nuevo capítulo con paso de tragicomedia en esta larga saga de desaciertos y desventuras.

                   Cual Alberto Migré en la pantalla chica, no guionó un final de cliché dónde el muchacho bueno termina quedándose con la chica linda, le agregó impensadamente un nuevo drama, que seguramente extenderá hasta el hartazgo la interminable entrega del relato de la trifulca opositora.

                   Mi abuela, que en paz descanse, diría “éramos poco y parió la abuela”, para significar que, como si no fuera bastante con esta suerte de cadena de padecimientos, por el lado menos pensado viene a aparecer un nuevo eslabón negativo que nos llena de incertidumbre acerca de nuestro futuro.

                   Luego de una larga noche de saqueo del erario público, de autoritarismo, de hegemonismo político, de vacío de poder y de crisis económica casi terminal, lo único que parecía representar una esperanza de cambio, la coalición opositora, se está viniendo abajo producto de ambiciones personales y diferencias políticas.

                   Cuando nos dirigíamos a una definición de candidaturas en un marco democrático, cada cual comenzó a mostrar su verdadero rostro ante la cercanía del poder. En el caso puntual nos referimos a Horacio Rodríguez Larreta, que supo ser paloma, y hoy, disfraz de cordero caído mediante, muestra sus dientes de lobo hambriento.

                    Los depredadores más terribles, como los lobos, cuando huelen sangre se vuelven locos. Y el lobo que huele sangre no tiene códigos, no respeta reglas, no tiene amigos, muerde a quien crea que puede quitarle la presa, incluso a los de su misma especie.

                   La cercanía de un triunfo opositor en las presidenciales de este año, significa sangre al sentido olfativo de los candidatos. Los que no son depredadores juegan fuerte pero con las reglas preestablecidas, los otros, los lobos, no escatiman instrumento para satisfacer sus ambiciones, incluido el canibalismo.

                   Creo que el “pelado de Caba”, está rompiendo ramplonamente las reglas de la buena política (si es que las hay) que incluye el juego limpio en las internas.

                   Primero, sin consensuar con su propio espacio político, de una dispuso elecciones concurrentes en la Ciudad Autónoma, por conveniencia personal y de sus aliados radicales en la interna. Los dirigentes de su partido, entre ellos Macri y Patricia Bullrich, quedaron masticando el freno, aunque no tuvieron más remedio que tragarse el sapo.

                   Ahora, sobre el cierre de alianzas para las Paso, sin conversarlo con su partido y sin especificar el eventual marco de coincidencias, anuncia públicamente una alianza con Schiaretti, un peronista no kirchnerista que en Córdoba disputa el próximo 25 de junio la gobernación contra un integrante de Juntos por el Cambio, Luis Juez.

                   Independientemente de las razones políticas e ideológicas de la alianza, busco resaltar la actitud descuidista y sorpresiva de Rodríguez Larreta, propia de un carterista de colectivo, que busca sorprender a sus adversarios de la interna con la conducta del hecho consumado. Es que, su estancamiento en las encuestas lo volvió loco.

                   Ante la cercanía de la presa, la desaparición de todo freno inhibitorio dejó sus ambiciones en carne viva, se le cayó la piel de cordero y afloró en toda su dimensión su condición de lobo hambriento de poder. Pero ¡cuidado!, de tanto sentir el olor a sangre, se puede terminar atragantado por su propia pulsión devoradora.

                   En este tiempo preelectoral de definición de candidaturas, no sólo se ingresó en el “vale todo” opositor, sino que se develó la falta de coincidencias más profundas que la mera contraposición al oficialismo.

                   Es cierto que Juntos por el Cambio nació como consecuencia de la necesidad de ofrecer una alternativa al populismo kirchnerista. Es decir que el pegamento no fue, parafraseando a Borges, el amor sino el espanto al enemigo político, que amenazaba con su continuidad hegemónica.

                   Sin embargo, la debilidad electoral que presenta hoy el oficialismo, paradójicamente también debilita al conjunto opositor, porque el pegamento del espanto ya no tiene la fuerza de antes. Este río revuelto puede resultar en ganancia para Milei, o por lo menos en una disminución marcada de las posibilidades del campamento cambiemita.

                   No estoy juzgando si el ingreso de Schiaretti a la alianza opositora esté bien o mal, lo que sí resulta seguro es que es inoportuno el momento. Con mucho de lógica, el gobernador correntino Valdes dijo que “tenemos que abrir Juntos por el Cambio, pero no dos días antes de las elecciones”.

                   Mucho larretistas, para justificar los movimientos de su jefe político, sostienen que con Macri y Bullrich puede pasar lo mismo que con Cristina y Alberto. No advierten, sin embargo, que ni Macri es Cristina ni Patricia es Alberto. ¿Se entiende no?

                   Las disputas internas, que alcanzaron preocupante nivel para conquistar el voto ciudadano, parecen develar una cuestión que por ahora se presenta subyacente pero que constituye la columna vertebral de un futuro gobierno.

                   Los bandos en pugna no parecen tener sólo diferencias instrumentales y de reglas de conducta. Hay algo más profundo, una cuestión de fondo parece dividirlos, una distinta visión de modelo de país y de gestión, una grieta ideológica.

                   Por un lado, los radicales, los peronistas no kirchneristas y los larretistas, que parecen constituir un conjunto ideológico de un populismo light, un populismo de cara lavada, un populismo republicano. Por el otro, macristas, bullrichistas, y el resto del Pro, con un liberalismo light, un liberalismo atenuado, un liberalismo sin el fanatismo del mercado.

                   En todo caso, la cuestión a discernir es si ambas corrientes ideológicas, disminuido el espanto kirchnerista, son capaces de coincidir en un modelo de gestión que saque a nuestro sufrido país de la parálisis moral, política, económica y social en la que se encuentra.

                   Cuando de oponerse se trata, es fácil colocarse en la vereda de enfrente a atacar al adversario, pero si se quiere construir una alternativa real de gobierno, hay que elaborar consensos políticos, medidas de gobierno, esquema de gobernabilidad, que se coloquen por encima de las diferencias electorales.

                   Va de suyo que en estas elecciones nadie tiene la vaca atada. Pareció, inicialmente, que la tenía Juntos por el Cambio, pero una sucesiva serie de errores no forzados, y el retiro de la candidatura de Macri, hicieron que la intención de voto fuera en disminución. Milei crece, aunque no se sabe si le alcanzará. El oficialismo, con la batuta de Cristina, parece en situación débil.

                   Por lo pronto, de acuerdo con últimas encuestas, parece estar consolidándose la configuración de tercios que anunciara Cristina, por lo que el triunfo en primera vuelta resultará muy difícil para cualquiera, y el ingreso al ballotaje no está garantizado para nadie.

                   Mientras tanto, en la interna opositora hacen números. Ya no los junta el espanto, ¿los separará el amor?

                   Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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