UN VIAJE OPACO
“Destaco el carácter colaborativo de la relación con China, donde las ayudas se realizan sin ejercer ningún tipo de presión”
Diputado Máximo Kircher
*El viaje a China tuvo el objetivo principal de conseguir un salvavidas financiero para evitar el ahogamiento argentino. Resultados mediocres para el operativo “mangazo”, ocultos tras la niebla de los “cuentos chinos” de Massa.
**China hace de sus préstamos un instrumento geopolítico de penetración. Pero no regalan su dinero, los prestan a tasas usurarias, sobre todo a países desesperados como el nuestro.
***La creciente dependencia del gigante asiático que el kirchnerismo viene generando, no es buena noticia para nuestro país, que viaja al vaivén de su errática política exterior.
Marco Polo y Sergio Massa, aunque no parezca, pueden tener algunas similitudes, más no identidades. El comerciante veneciano, que vivió entre los siglos XIII y XIV, realizó largas travesías en las que incluyó China; el lábil político argentino, que vive entre los siglos XX y XXI, viajó al gigante asiático en el flamante Tango O1 en una corta visita.
Marco Polo, en su libro de viaje, contó todo lo nuevo y diferente que descubrió en esas tierras lejanas, Sergio Massa se explayó sobre los resultados positivos de su visita. Las cosas fantásticas y extrañas que contaba el primero, fueron calificadas como “cuentos chinos”, aunque luego fueran corroboradas. Los relatos del segundo, al parecer, son verdaderamente “cuentos chinos”, escondidos tras el velo inexpugnable de su propia humareda y del hermetismo del país del dragón.
No hay que ser muy informados para saber que el tour del Ministro de Economía, acompañado por una nutrida comitiva en la que sobresalía el “hijísimo” Máximo Kirchner, fue para instrumentar el operativo “mangazo”, el ruego de un salvavidas de ojos rasgados que nos permita estirar la agonía económica.
Tan mal estamos en el concierto internacional, producto de nuestras propias políticas internas, que andamos por el mundo como mendigos, haciendo sonar la latita para que los poderosos pongan su óbolo que nos sostenga un tiempo más, unos meses más, un día más, antes que nos falte hasta la comida.
No se trata ya de una estrategia económica ni de política exterior, aunque se la quiera vestir con esos ropajes, es la actitud desesperada de quién no acierta con la salida y se ve cercados por las llamas de su propia ineptitud.
Claro que nada es gratis en este mundo, menos en el universo de los intereses geopolíticos y económicos de los poderosos, que no entregan nada por nada. Máximo expresó que las ayudas chinas vienen “de onda”, una opinión de intencionalidad política, ingenuidad inexcusable e ignorancia dolosa.
China es China, un capitalismo de estado y un sistema político autoritario y represor. Tienen muy en claro sus objetivos, no regalan su dinero, lo colocan como inversión política de futuro en los países pobres o económicamente ahogados, en algunos casos a través de su banco, otros a través de empresas detrás de las cuales siempre está el omnipresente estado chino.
Hoy, para Sergio Massa “la necesidad tiene cara de hereje”, no le queda otra para impedir una inminente explosión devaluatoria que le quite definitivamente sus posibilidades presidenciales y hunda a la Argentina cual Titánic.
Tuvo algunos logros “a lo pirro”, aunque los detalles y compromisos se mantengan difusos de niebla y engaños. Se renovaron y aumentaron los “swap”, que es un intercambio de monedas (pesos por yuanes) que terminan siendo un préstamo, y se amplió la libre disponibilidad para comprar divisas (dólares), previo permiso de las autoridades bancarias chinas.
Ello le permitirá a la Argentina reforzar sus reservas, ya caídas en neto a un nivel negativo, y evitar la parálisis total en las importaciones. Obvio, no por mucho tiempo.
A la par de ello, se obtuvo financiamiento para distintas obras, a pesar de que ello queda más en el terreno de la promesa que de la efectividad, dado los numerosos fondos pendientes que China no concreta de compromisos anteriores.
Esos “swap” y préstamos para obra todavía en anuncio, ¿los chinos lo hacen de buenos que son, como lo dijera Máximo? Nada de eso.
En primer lugar, debe destacarse que China es el tercer mayor inversionista del Fondo Monetario Internacional, lo que deviene en que el cumplimiento argentino con este organismo es la piedra fundamental para la “ayuda” china.
No se dieron a conocer los detalles financieros de los arreglos de Massa. Sin embargo, para que Máximo conozca “la relación colaborativa”, recurro a un artículo firmado por Horn, Park, Reinhart y Trebesch, que dice que la tasa de la Reserva Federal para los swaps de monedas, como los que tiene con México o Brasil, es de alrededor el 1%; la de los préstamos del FMI, de 2,5%; la de los préstamos de la Eurozona, del 3,2%; la de los préstamos del Tesoro de los Estados Unidos, del 4,9% y la de los préstamos chinos, del 5,2%. Es decir, las tasas más caras para países al borde del abismo.
Otra minucia: China le cobra a Mongolia y a Turquía una tasa Xhibor más 200 puntos básicos, a la Argentina esa misma tasa pero con más 400 puntos básicos.
El kirchnerismo llevó a la Argentina a profundizar su dependencia de Beijing a niveles inéditos, más fondos desplegados, más dependencia geopolítica. Es más, para que se conozca el peligro, China está a punto de apoderarse de los sectores energético y minero de algunos países africanos que no pudieron pagar sus deudas.
Mientras tanto, la penetración china no es sólo a través de los instrumentos financieros. Empresas chinas de participación estatal, de las que hay aproximadamente 2.700 en América Latina, tienen inversiones y actividades en marcha en nuestro país, como las bases aeroespaciales en Neuquén, el interés por la hidrovía Paraná-Paraguay, el puerto multipropósito en Tierra del Fuego, con proyección directa hacia la Antártida y presencia en el estratégico paso bioceánico, entre otras.
Así como el gobierno nacional garantiza el alineamiento de las provincias con ayudas financieras, a escala global China tiene un método similar para fidelizar a sus deudores y lograr no sólo su expansión geoestratégica sino además el ejercicio de una solidaridad política para la construcción de un polo de poder mundial.
Y en la Argentina, la penetración china no es casualidad, sino producto de una política del oficialismo, que comenzó con la firma del acuerdo de Cristina en 2014 y siguió con el pacto suscripto por Alberto Fernández en su visita en febrero de 2022, dónde adhirió al plan global chino de la “Ruta de la Seda”, que prevé su proyección a 140 países.
Un país destruido económicamente como el nuestro, es fácil presa de los vientos mundiales. La falta de una política exterior coherente, comienza a convertirse en la política de la desesperación, agarrados a cualquier madero que nos permita un minuto más con la cabeza fuera del agua. Dólares, yuanes, o lo que sea, bienvenidos sean para no dejar de respirar.
A esta altura del artículo, corresponde pedirle perdón a Marco Polo por la comparación. Lo que contaba el veneciano, se vio corroborado por la historia. Lo que cuenta Massa como logros de su visita a China, difícilmente lo sea.
Aunque el tigrense sólo sea el timonel visible de la tripulación al mando que también conforman el turista Alberto Fernández y la renunciante Cristina, obviamente no puede esperarse otra cosa de un oportunista más que “cuentos chinos”.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI