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MANES: ESTRATEGIA POLÍTICA O TROYANISMO

INTERNA OPOSITORA

“Una vez le pregunté al doctor Facundo Manes por qué criticaba con más dureza a Macri o a Larreta que al kirchnerismo. Es la misma pregunta que se impone en estas horas”

Cristina Pérez, periodista

*Con declaraciones disruptivas, Manes agitó la interna de Juntos por el Cambio. Muchos se preguntan si es una estrategia política interna, o la preparación para conformar un tercer espacio. De cualquier modo, las propuestas del “gurú de la empatía” no son novedosas. Nada distinto a lo que venimos viendo.

**El neuro clínico aprovecha el complejo antiliberal del radicalismo, para plantar una semilla de diferenciación.

***Si equivoca la contradicción principal de la hora entre república y populismo, corre el riesgo de estrellar su propia nave.

                          La interna opositora está que arde. Es que ven el campo orégano ante un oficialismo que no da pie con bola en lo institucional ni en lo político. La cercanía del poder a partir de las elecciones de 2023, y la aparente ausencia de un liderazgo opositor claro, han multiplicado la cantidad de potenciales candidatos a la primera magistratura.

                          Sin embargo, mientras algunos intentan llevar sus apetencias personales sin dañar al conjunto opositor, otros se desbocan en su ambición y apresuran sus proyecciones políticas a costa de declaraciones disruptivas que apuntan más a lo personal que a lo conceptual.

                          Las acusaciones que el “gurú de la empatía”, Facundo Manes, formuló días pasados contra Mauricio Macri, calificándolo de “populista institucional”, no cayeron nada bien ni en el Pro ni en el radicalismo nacional. Fueron tomadas como perjudiciales para la unidad de la oposición.

                          El radicalismo bonaerense dónde apoya sus aspiraciones el neurocientífico, consideró “exageradas” la reacción de los distintos sectores internos, en una demostración de que la movida de Manes no fue bien calculada por su propio sector.

                          Sin embargo, lo que resta conocer es si la ofensiva fue parte de una intentona fallida o si verdaderamente Facundo Manes está proyectando para el futuro la conformación de un tercer espacio con sectores del peronismo, que indudablemente le darían la posibilidad de ser candidato pero debilitaría a la oposición.

                          En este aspecto, en la entrevista que le formulara Luis Majul, expresó que “tengo la determinación y la convicción de liderar un espacio que transforme a la Argentina, que salte por arriba del laberinto y que no pertenezca a los extremos”.

                          Hay que decir que existe en todo esto un condimento ideológico. Juntos por el Cambio nació como una coalición electoral que se fue fortaleciendo políticamente con el tiempo. Sin embargo, el más que centenario partido de Alem e Irigoyen, a pesar de contar con una estructura bien conformada a lo largo y ancho del país, no pudo obtener un liderazgo claro que le permitiera disputarle la primacía al Pro en la coalición.

                          Es más, algunos radicales se sintieron siempre incómodos con sus socios, teniendo en cuenta que la raíz popular que le asignan a su partido, contrastaría con el carácter liberal que le enrostran al Pro. Haciendo un ejercicio de imaginación, a pesar de tener diferencias de carácter republicano, con el peronismo harían más juego que con sus actuales compañeros de ruta.

                          Aunque, lo expuesto no es sólo el producto de la imaginación del autor. En realidad, poniéndolo indebidamente al propio Raúl Alfonsín como bandera de este maridaje con el kirchnerismo, pertenecen al gobierno tanto Leopoldo Moreau como Ricardito Alfonsín.

                          Esa suerte de “complejo antiliberal” campea en algunos dirigentes del radicalismo pertenecientes al conjunto opositor, por lo que la posición de Manes vendría a poner blanco sobre negro el entramado ideológico de Juntos por el Cambio.

                          Dejando de lado el análisis de las ideas, que muchas veces apenas representan pretextos para esconder las ambiciones personales, creo que lo de Manes se trata más bien de un mal cálculo de las relaciones de fuerza internas antes que de oficiar de “caballo de Troya” del kircherismo.

                          Podría considerarse al “empático” dirigente cómo un outsider, es decir alguien que viene desde afuera y que utiliza el prestigio adquirido en otras actividades para progresar en la política. Es cómo tomar un atajo e ingresar por la puerta del costado en el corazón del electorado. Ello es más propio del peronismo que del radicalismo, aunque en este espacio también existen varios casos.

                          Pero el neurocientífico no es virgen en la política, aunque sus antecedentes en el campo del “neuromarketing” sea preeminente en la consideración pública.

                          A pesar de haber tenido su primera experiencia política en una unidad básica peronista, siempre reconoció tener “un corazoncito radical, por tradición y por principios, dice.

                          En 2018, él mismo se autodefinió como independiente y sin militancia partidaria, aunque en 2017 rechazara una postulación a diputado nacional por no encabezar la boleta de Juntos, lo que sí sucedería en 2021 ganando la interna bonaerense.

                          Sin embargo, no hay que dejar de mencionar un antecedente no negado por el propio Manes. Su prédica antisistema ya se configuró en 2002, fundando un partido ligado a la consigna “que se vayan todos”. Junto a Marcelo Bomrad (ex-militante de la UCeDe), Sergio Gregov, Gastón Manes (su hermano) y Darío Curatola.

                          Según el sitio Wikipedia, integró el grupo político “1810”, que reclamaba “refundar al país”. Una de sus acciones fue una carta al presidente George Bush para que no aprobara envíos de dinero a la Argentina mientras no hubiera “reformas estructurales” en consonancia con las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

                          Las declaraciones que hoy formula Manes más parecieran un intento de diferenciación para plantearle una disputa interna al macrismo, que una distancia ideológica profunda. Sus críticas pasan a ser superficiales a poco que uno las analice detenidamente.

                          Yendo a una de ellas, al calificar de “populista institucional” al expresidente, cae en una contradicción insalvable. Una de las características del populismo siglo XXI que practicó el kirchnerismo, fue la repartija de planes sociales a diestra y siniestra, convirtiendo al país en un hospital antes que en una fábrica.

                          Pues bien, preguntado que haría con los planes sociales en caso de ser elegido presidente, respondió que “sacar los planes sociales, como algunos pretenden, en un país con 50% de pobres, es algo que atenta con la paz social”. Es decir, hizo lo mismo que Javier Milei, el libertario, cuando expresó que los descentralizaría en los municipios, pero no los eliminaría.

                          Ni más ni menos, el populismo dadivoso en su máxima expresión. Es que gran parte de la política, cuando de los discursos se pasa a los hechos, no resisten un archivo. “La memoria cree antes de que el conocimiento recuerde” diría William Faulkner.

                          Entiendo que en la democracia, los acuerdos políticos no significan identidad ideológica absoluta, pero sí coincidencias en algunos puntos que se consideran fundamentales. En el caso de Juntos por el cambio, pienso que tanto Ernesto Sanz como Elisa Carrió, que fueron los que suministraron el pegamento fundamental en su alianza con Macri, privilegiaron la vigencia de los valores republicanos por sobre las diferencias políticas.

                          Manes deberá pensar y considerar dónde se encuentra la contradicción fundamental en estos tiempos. No tiene él el liderazgo moral de Raúl Alfonsín, ni son los mismos tiempos. Antes la lucha fue por consolidar la democracia, hoy es representar una alternativa verdadera a la corrupción y a la autocracia.

                          ¿Qué puede ser un buen candidato? Claro que sí, en la medida que represente las ideas que hoy campean en una aparente mayoría de los argentinos, hastiados de la impronta oficialista.

                          Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

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Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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