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EL ACTOR Y EL ESPÍA

INVASIÓN RUSA A UCRANIA

“La vida es una obra de teatro que no permite ensayos… Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida… Antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”

Charles Chaplin

*El actor Volodimir Zelenski y el espía Vladimir Putin, son los primeros mandatarios de Ucrania y Rusia. Tanto uno como el otro llevaron al sillón presidencial las improntas de sus respectivos oficios. Uno interpretando el papel más difícil como actor protagonista de su propia vida. El otro, encerrado en su torre de marfil, escudriñando a propios y extraños. El actor y el espía, tal vez en el cuadro final del drama.

**Probablemente, tal como en la sala, el público termine aplaudiendo el fin de la invasión, con el sabor agridulce que dejan las cicatrices de la violencia irracional.

***El pueblo ruso no tiene noción exacta de la masacre, el ucraniano tiene las heridas en carne viva. Dos pueblos casi hermanos, llevados al enfrentamiento por la sinrazón.

                         Volodimir Zelenski y Vladimir Putin, los personajes principales de esta historia de terror y muerte. Pocas veces los acontecimientos bélicos estuvieron tan determinados por la impronta y personalidad de sus líderes.

                               Ambos presiden sus respectivos países. Putin es presidente de Rusia hace más de veinte años, Zelenski de Ucrania hace tres, comparten sus estudios de derecho, el primero abogado, el segundo licenciado.

                               Sin embargo, son sus pasiones, sus actividades laborales, sus principales quehaceres antes de allegarse al mundo de la política, los fueron delineando en sus personalidades y cincelando el temperamento de cada uno en el manejo del poder.

                               Putin fue un aventajado integrante de la KGB, el temido servicio soviético de seguridad, hoy denominado FSB, un espía que transcurrió 16 años laborales dedicado a la actividad de escudriñar la vida de los demás.

                               Hijo de una trabajadora de fábrica y de un ex marino soviético y capataz de fábrica, en 1991 renunció a la KGB para dedicarse a la política con señalado éxito. Con el patrocinio de Boris Yelstin, ocupó diversos cargos en el estado. Está desde hace más de veinte años en la cúspide del poder.

                               De indudable tendencia conservadora, defensor de los valores tradicionales de la familia, homofóbico reconocido, durante su presidencia Rusia tuvo un palpable retroceso democrático y un giro hacia el autoritarismo. Es el segundo presidente europeo con más años en el cargo, luego del bielorruso Aleksandr Lukashenko.

                               Gobierna con mano de hierro y hasta la invasión tenía una importante aceptación en el pueblo ruso, hizo reformas que le permiten continuar en el poder hasta 2036.

                               Zelenski, en cambio, antes de ser presidente no integró ningún organismo estatal, su vocación fue la actuación, a la que dedicó gran parte de su vida. Actor, guionista, productor y director, su productora creó una exitosa serie de televisión denominada “Servidor del Pueblo”, que se emitió entre 2015 y 2019.

                               En la serie, el personaje de Zelenski es un profesor de historia de secundaria de unos treinta y tantos años, que gana las elecciones presidenciales después de que un video viral lo muestra despotricando contra la corrupción gubernamental en Ucrania.

                               Lo notable es que la tiras inspiró un partido político creado en marzo de 2018 por los mismos empleados de la productora de Zelenski (Kyartal 95), al que se le dio el mismo nombre: “Servidor del Pueblo” (Sluha Narodu). A partir de allí, el actor ucraniano gana las elecciones presidenciales de 2019, con el 73,22% de los votos en segunda vuelta.

                               De origen judío, hijo de una ingeniera y de un profesor de cibernética y hardware informático, sus primeros pasos en el poder no tuvieron exentos de dificultades, tanto internas como externas.

                               Con un mensaje antisistema, intentó limpiar el aparato del estado sin mucho éxito, el parlamento continuaba dominado por la antigua política, que le impidió cualquier reforma.  Antes de la invasión rusa, su figura no superaba el 40% de aprobación.

                               La guerra cambió todo. Poseedor de una valentía notable, se puso al frente del combate con una decisión irrevocable, lo que le valió el apoyo casi incondicional de sus connacionales y un sentimiento de patriotismo se hizo carne en toda la población ucraniana.

                               Su excelente manejo de redes sociales, su contacto casi permanente con sus ciudadanos, su natural empatía que lo muestran como un hombre sencillo, honesto y conectado con su pueblo, su estilo directo, sus discursos ante los parlamentos de gran parte de Europa, hicieron de Zelensky el Winston Churchill eslavo.

                                Examinar las aristas temperamentales de ambos presidentes, seguramente nos ayudará a entender las razones de la invasión y los fundamentos de la encarnizada resistencia ucraniana.

                               Un espía trabaja mirando por el ojo de la cerradura de la puerta de los demás, para comunicarlo a quién lo emplea, que obviamente es el gobierno. Supone disimulo, apariencia, una especie de “voyeurismo” de carácter político. El trabajo de espionaje, según John le Carré (“El espía que surgió del frío” de 1963) tiene una sola ley moral: “se justifica por los resultados”.

                               Formado en la escuela soviética de la guerra fría, el espía trajo al gobierno los métodos de esos tiempos. El envenenamiento fue el preferido.

                               Su principal opositor, hoy detenido en Siberia, fue envenenado con el agente nervioso Novichok en 2020. Otro político contrario a Putin, Vladimir Kará-Murzá, fue envenenado en 2015 y 2017. Aleksandr Válterovich Litvinenko, ex KGB crítico del gobierno, exiliado en Londres, fue muerto por envenamiento radiactivo en 2006, con Polonio 16. Y no son todos.

                               El actor, en cambio, no espía sino trabaja interpretando a los demás. Coloca su voz, sus movimientos, su imaginación, para contar una historia. Cantan, ríen, bailan y lloran y hacen cantar, reír, bailar y llorar.

                               Ambos oficios tienen algo en común: el sujeto pasivo es el semejante, para el actor interpretarlo, para el espía delatarlo. La interpretación y la delación, sin dudas tienen fundamentos morales diametralmente opuestos.

                               De allí que Zelenski llevó al campo de batalla su impronta de actor, se puso en la piel de un presidente empático con su pueblo que sufre una cruel invasión, mantuvo sus coordenadas de risa y llanto que interpretan al ucraniano común en tiempos de guerra.

                               No se escondió, trató de levantar la moral de su pueblo con reiteradas apariciones, vestido con una modesta remera verde, sin oropeles, alentando a la resistencia. Fue, quizás, su papel actoral más trascendente, sólo que ahora se interpreta a sí mismo, y lo hace con éxito, más allá del resultado bélico.

                               Putin se mantiene casi aislado a pesar de su superioridad militar, desconfía de todo y de todos, a los que se oponen a la invasión los trata de “escoria y traidores”. “Dile que lo aplastaré” fue el mensaje que el espía, fuera de sí por la impensada resistencia ucraniana, le mandó a Zelenski a través del multimillonario Abramovich (ex Chelsea FC).

                               Así como comenzó sin razones claras, así también, según se dice, planea terminar la invasión en una fecha icónica para los rusos, 9 de mayo de 2022, fecha de la rendición alemana en 1945. Comienzo y final guionado, como si fuera una obra de teatro, pero del peor género de terror.

                               El actor y el pueblo ucranianos resisten las bombas, dispuestos a la negociación, quizás a la renuncia a integrar a la OTAN, pero incólumes en su integridad de nación autónoma y valerosa.

                               Diferenciar la ficción de la realidad desafía a las mentes más lúcidas. Es que caminar en la zona gris en la que confrontan invasores e invadidos, agresores y agredidos, imperialistas y patriotas, David y Goliat espías y actores, necesita de una gran dosis de realismo y de fortaleza moral, para no errar el rumbo de la justicia y de la verdad.

                               Mientras el actor continúa transitando casi libremente el escenario ampliado del gran teatro de la resistencia, el espía sigue encerrado en su torre de marfil, temiendo por su suerte de psicópata violento.

                                    Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

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Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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