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SAN JAVIER

EN SU HORA MÁS GLORIOSA

“Tu trabajo en la Argentina es increíble”

De Trump a Milei, en Mar-a-Lago

Las “fuerzas del cielo” tienen ya hoy a su patrono propio: San Javier. Luego de diez meses de gestión, Milei parece pasar por su mejor momento, con índices en progresiva mejora y con Trump en Estados Unidos. Sus fanáticos lo adoran. Falta convencer al resto de los argentinos, lo que sólo logrará con una mejora sustancial en la realidad de sus bolsillos. Mientras tanto, avanza la ilusión libertaria del “topo eterno”.

                     La vida de los pueblos está hecha de épocas, de momentos que se vuelven históricos, y que regresan una y otra vez en una rueda de repeticiones que nos recuerda a la teoría de Giambattista Vico del “corsi et ricorsi”.

                     Es que un gobierno fuerte y autoritario, democrático o no, termina decantando en las preferencias sociales por uno republicano y amigo de los derechos. Y viceversa, a un tiempo de desorden y anarquía, la gente termina votando a lo que cree un líder fuerte y de impronta autocrática.

                     Es lo que sucedió con la elección de Javier Milei, que fue el de propuestas más disruptivas en contra de lo que la sociedad argentina venía sufriendo, la anarquía, la pérdida de valores morales y la debacle económica del trío gobernante, Fernández-Massa-Cristina. Obviamente, éstos sumaron una pesada carga que depositaron en las espaldas sociales: las consecuencias de una corrupción de estado jamás vista.

                     Pero, hay que ser realistas, nadie o muy pocos confiaban en la sustentabilidad de una gestión que despreciaba a la “casta” política, cuyo hábitat principal es el Congreso, dónde el gobierno demostraba debilidad de origen. Ni siquiera estaba cubierto por los números (un tercio) para evitar un juicio político.

                     El nuevo presidente no se caracteriza por su diplomacia en el manejo de las relaciones institucionales. De entrada lo demostró al dar su discurso de asunción en las escalinatas y no en el recinto del palacio legislativo.

                     Para colmo de males, comenzó su tarea con una brutal devaluación, que de un plumazo nos convirtió a todos en bastante más pobres, e inició un drástico ajuste en el estado, con el declarado objetivo de llegar al déficit cero a como dé lugar.

De malos presagios a realidades palpables

                     Casi todo el universo de “opinadores” profesionales, incluyendo a periodistas, economistas, cientistas políticos, presagiaron un derrumbe institucional a corto plazo. Los planes del “loco” y sus maneras, no eran compatibles con una gestión que necesitaba dar un giro copernicano en la inercia decadente de una argentina populista.

                     Se pensaba en una resistencia en todos los frentes, una calle descontrolada y, finalmente, una repetición del síndrome “De la Rúa” con un helicóptero esperando en la explanada.

“El síndrome De la Rúa parece cada vez menos posible de afectar a Milei”

                     Pero, pasaron más de diez meses, nada de los malos augurios sucedió. Milei se encuentra sentado en el sillón de Rivadavia, más fuerte que nunca, e instrumentando sus políticas libertarias sin que siquiera del otro lado se advierta la formación de tormentas que le demande tener el paraguas a mano.

                      Es cierto, ni siquiera ha transcurrido un año de la nueva gestión presidencial, y emitir un juicio definitivo carece de sentido y no se sustentaría en los parámetros de una administración que tiene más de tres años por delante, por lo menos.

Ver la mitad del vaso lleno

                     Ello nos obliga a mirar el vaso, aquí y ahora, y verlo mitad lleno y mitad vacío. No puede ser de otra manera.

                     Lo primero que hay que destacar es que la estabilidad institucional no está en riesgo, aun cuando podamos criticar el avance presidencial sobre el ámbito legislativo.

                     Aquello que fue un punto débil del kirchnerismo, parece haber desaparecido por arte de magia. Una decisión, un protocolo, un manejo bastante racional, permitió a la autoridad pública recuperar la calle, copada antes por la anarquía, la imposición mafiosa y la inexistencia de la ley en los ámbitos callejeros.

                     Demostró, a contrario sensu del kirchnerismo que gobernaba con las mayorías legislativas necesarias, que también se puede administrar en minoría parlamentaria.

“La mejora de los grandes índices aparecieron”

                     Aparecieron allí los decretos de necesidad y urgencia, los vetos presidenciales, y una capacidad de negociación y convencimiento a otras fuerzas políticas nunca antes vistos. Con la política del látigo y la caja, muchos se volvieron mansos corderos que acompañaron hasta posicionamientos manifiestamente nocivos para la gente, cómo el tema jubilatorio o el financiamiento de las universidades.

                     El objetivo principal de bajar la inflación a cualquier costo, se está cumpliendo, vaya si no. El IPC de octubre fue del 2,7%, un número que hace varios años no se daba. Ello fue acompañado con una baja del riesgo país y una apreciación de las acciones y bonos argentinos. Para más, un dólar quieto y a la baja, fortaleciendo el rendimiento de los pesos.

La mitad vacía del vaso

                     Obviamente, la mitad del vaso vacío indicará que la evidente mejora de la macro no se alcanza a divisar en la economía de la gente. Y es verdad. Los libertarios sostienen tiempo al tiempo.

                     Si bien en el mes de setiembre, según el Indec, los salarios le ganaron a la inflación (4,7% contra 3,5%), si anualizamos los datos, los salarios públicos y del sector privado formal perdió un 27,1% de capacidad adquisitiva, desde setiembre del año pasado a éste.

                     La acumulación de los sucesivos aumentos de tarifas, viene pegando fuerte en los bolsillos, especialmente en los de la clase media, que ha tenido una pauperización inédita.

“Es hora de comenzar a trasladar los buenos índices a los bolsillos de la gente”

                     Un frente especialmente sensible, el de los jubilados, no tiene siquiera visos de una solución medianamente compatible con haberes que alcancen para comer. Hoy por hoy, están absolutamente desamparados, como que no existen políticas públicas que permitan ser optimistas al respecto. Son uno de los patos principales de la boda.

                     La otra cuestión que debemos incluir en el debe de la gestión Milei, es el deterioro de la calidad institucional de la república. Es cierto, a la mayoría de la gente le importa el frente económico, los ingresos para incorporar un plato de comida a su mesa, que sigue pendiente.

                     Pero, nunca debemos desentendernos de los requerimientos de una democracia republicana, dónde el poder esté repartido y las cuestiones públicas se debaten en el marco de la pluralidad.

                     La gestión Milei, paradójicamente con su debilidad legislativa, está en un proceso avanzado de concentración del poder. Si, como pareciera, en el próximo turno legislativo fortalece sus huestes parlamentarias, allí sí que podría venir el peligro antidemocrático del “topo eterno”, mediante una reforma constitucional.

                     Para bien de los libertarios argentos, ganó Trump la presidencia de los Estados Unidos, que llenó de elogios a Milei en su casa de Palm Beach.  Ello augura una relación más fluida con el gigante del norte, aunque no necesariamente una mejora para la economía de nuestro país.

                     Lo cierto es que Milei se convertirá en el faro de ultraderecha latinoamericano, en medio de un contorno “woke” de “zurdos empobrecedores”, como Lula en Brasil, Claudia Sheinbaum en México, Petro en Colombia, Boric en Chile, y, obviamente, Maduro en Venezuela.

                     Milei ha logrado consolidar su primer paso, el cambio de tendencia de la macroeconomía. Le resta lo más importante, que ese fenómeno se consolide y se traslade a la economía doméstica. De ello dependerá el futuro de su gobierno.

                     Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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