#COLUMNASIMONETTI inflación relato tremendista

25,5%, UN NUMERAZO

RELATO TREMENDISTA

“El tremendismo es exageración que suple a la veracidad, porque ésta, la verdad, resulta inaceptable”

Emilio Jurado

*La sobreactuación de la crisis forma parte de la épica libertaria. Milei se presenta, así, como el kilómetro cero de la buena política, la misma pretensión fundacional de todo gobierno. Se estima que el Congreso aprobará su ley ómnibus, con algunas modificaciones que no afectan su núcleo. Debería servirle para morigerar el tremendismo comunicacional.

**La gente necesita de los brotes verdes para sostener la esperanza. De otro modo, el relato puede convertirse en actos fallidos de imprevisibles consecuencias.

***Hacer predicciones catastróficas y atribuirse el mérito de no alcanzarlas, caso de la inflación, es como poner el carro delante de los caballos. 

                   Milei predijo un tremendista 50% de inflación para diciembre, terminó festejando un 25,5%, la mayor en treinta años: “un numerazo” dijo, como “para llevarlo en andas a Caputo y hacerle un monumento”.

                   Todos los gobiernos tienen su relato, es como el elemento inmanente que introduce una épica a la acción material de gobernar. Gobernar sin épica no entusiasma, los ciudadanos deben sentirse convocados a una gesta, para apoyar a un político y a un gobernante.

                   Es más, el kirchnerismo fue casi más relato que gobierno, aun el de Alberto Fernández que fue un relato y un gobierno fallidos. No es la excepción Javier Milei, tuvo un relato para ganar, lo tiene para gobernar: el tremendismo comunicacional.

                   ¿Y cuál es el relato del libertario? Primero, emulando al populismo, crear un enemigo contra el cual gobernar: “la casta” política, los empresarios prebendarios, los periodistas de la pauta. Segundo, atribuir nuestra crisis a una decadencia de 100 años. Tercero, calificar la crisis como la peor de la historia argentina. Cuarto, crear el cuco del derrumbe total sin sus medidas de shock. Quinto, hablar de soluciones sólo a larguísimo plazo.

                   El desastre kirchnerista se la hizo fácil, una importante mayoría ciudadana creyó y apostó al relato de Javier Milei. Lo vieron cómo un quijotesco personaje no involucrado en los disvalores de la política, que venía a luchar contra los molinos de viento en representación de los descreídos.

                   En sus primer mes de gobierno, el relato penetró aún más en la conciencia de la gente, el apoyo a su figura se consolidó, y su atropellado plan de reformas enciclopédicas fue visto como “maná del cielo” que nos conducirían a un muy lejano pero seguro puerto de aguas calmas.

                   Se sabe que el apoyo a un gobierno puede ser como “fuego fatuo”, crece desmesuradamente con el combustible adecuado, pero se consume rápidamente. Esto sucedería si no hay indicios que entusiasmen.

                   Si los brotes verdes del cambio no aparecen, el relato libertario podría constituirse en meros clichés que se repiten con fuerza de verdad consistente, sin tener en cuenta los contextos históricos. Ficciones que irán perdiendo potencia épica para para pasar a verse como afirmaciones dogmáticas oportunistas.

                   De allí que la doctrina del shock deberá pasar, de su versión mitológica de afirmaciones incomprobadas, al estadío de los resultados, como manera de sostener la credibilidad y sobre todo la gobernabilidad.

                   Todo el mundo en Argentina intenta conocer más del presidente y de su fuerza política. Su verdadero temperamento, sus códigos de conducta, sus estrategias si las tiene, sus planes de corto y de mediano plazo, los del largo ya los conocemos de su boca, como el de alcanzar el PIB de Irlanda en 45 años.

                   ¿Cómo es de verdad Javier Milei? ¿Pragmático oculto o dogmático expuesto? ¿Planifica o improvisa? ¿religioso místico o economista preparado? ¿decisionista impulsivo o frío estratega? ¿Argumenta o crea excusas?

                   Esto nos lleva a preguntarnos ¿cómo es su fuerza política?, ¿son libertarios convencidos o apenas oportunistas obedientes?, ¿Son las fuerzas del cielo o un conjunto de políticos reciclados?

                   Es cierto, el tremendismo discursivo del oficialismo, anunciando “catástrofes de proporciones bíblicas” si es que no se aprueban sus medidas, tiene el doble propósito de quitarse la presión de la inmediatez en los resultados y a su vez apremiar al arco político para que compense su falta de músculo legislativo.

                   Gran parte de la sociedad cree, hoy, en el relato libertario, están convencidos que transcurrimos la crisis más grave de la historia argentina en 100 años. Yo no estoy tan seguro de ello. Las crisis en una sociedad no sólo se miden en términos económicos, también morales, culturales, de paz social, de convivencia pacífica.

                   No sé si hoy el panorama es más difícil que cuando los Montoneros y la Triple A asesinaban, o el proceso militar secuestraba y torturaba, o la hiperinflación disolvía en horas los bolsillos de la gente, o la convertibilidad generaba la necesidad de fabricar cuasi moneda porque no había un cobre en la calle, o el estado se llevaba puestos los ahorros de los argentinos, o la administración kirchnerista no dejaba caja pública sin saquear.

                   En todo caso, es lo que nos toca hoy a los argentinos padecer, y es lo que le toca al gobierno libertario gestionar.

                   La intransigencia presidencial, su sobreactuación de la crisis, su resistencia a cambiar una coma de sus proyectos, su hostigamiento e insultos al resto de la política, su pretensión de “ir por todo”, más que manifestaciones temperamentales son también parte de un plan maquiavélico para ganar tiempo y sobrevivir.

                   Pura estrategia que prepara a la gente para lo peor y presenta el mejor resultado, por pequeño que fuere, como de su mérito. Pronosticó ampulosamente Milei, que la inflación en diciembre rondaría el 50%, entonces el 25,5% (el peor en 30 años) se lee como “un numerazo”, un éxito de su gobierno.

                   Otro ejemplo de externalización de las culpas: el fracaso en sendas licitaciones de sus primeros papeles de deuda (Bopreal) son culpa de “la casta” y no de su ministro por ofrecer bonos no atractivos para inversores.

                   En estos momentos se debate la ley ómnibus en Diputados, con una dura oposición del kirchnerismo y la izquierda. El arco ideológico restante está dispuesto a darle el instrumento al gobierno pero morigerando puntos importantes.

                   Se abre el escenario ideal para la estrategia libertaria. Si se aprueba la ley con modificaciones, el mejoramiento de la situación será visto como éxito del gobierno (cosa lógica y justa), pero una eventual desmejora le será endosada a la política coimera, por no aprobarlo en su totalidad.

                   La casta no ayudó a Alfonsín. La “ley Mucci”, que perseguía la democratización de los sindicatos, copados por una dirigencia peronista eterna, fue la primera derrota importante de su gobierno. Aun así, con verdadera actitud republicana, el radical aceptó la derrota y siguió adelante con su gestión, sin excusas.

                   Probablemente Milei esté jugando el juego del policía malo y el policía bueno, dónde él mismo oficia de cuco intransigente que va por todo, y Martín Menem, Francos y Victoria Villarruel, los negociadores que obtienen lo posible.

                   A esta altura, sabemos que se suceden fallos que paralizan cautelarmente muchos capítulos del mega DNU. La palabra definitiva la tendrá la Corte. También conocemos que la oposición “amiga” le concederá la ley, pero con modificaciones. Aparentemente, el aspecto medular propuesto por el gobierno será respetado. Es muchísimo más de lo que consiguieron otras administraciones.

                   Entones, el presidente debería leer al mejor estratega de la historia, el general chino Sun Tzú, que aconsejaba “elegir las batallas”, porque no se pueden pelear todas y menos aún pretender ganarlas todas.

                   Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

 

 

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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