#COLUMNASIMONETTI candidato oficial Massa

EL SUEÑO DEL PIBE

CAMBIO DE MENÚ

“Cristina: Señores, la derrota es toda de Ustedes”

Santiago Kovadlof

*La nueva fórmula del oficialismo no tiene ningún representante kirchnerista de paladar negro. El oportunista Massa y el albertista Rossi, son el plato frío con que la venganza del turista presidente se comienza a despedir. Triste final para quién -Cristina- sólo le quedan los discursos disruptivos en contra de su propio espacio.

**Con el nuevo candidato, los carteles “afuera el FMI” y “abajo el imperio yanqui”, quedarán como adornos vintage de la farsa oficialista.

***¿Tendrá la sociedad tan dañada su capacidad de entendimiento para no advertir al incendiario camuflado de bombero?

                   Un destacado columnista se refirió a la nueva fórmula presidencial del oficialismo como a un cambio de menú: “sale tarta, entra panqueque”. Independientemente del costado humorístico del sorpresivo giro, el reemplazo del pibe de la generación diezmada por el siempre listo Sergio Massa, tiene lecturas insoslayables.

                   La primera es que en el movimiento del general, aparente sustento de la nueva fórmula, nunca se hizo un culto del respeto por la palabra. Las personas son piezas de ajedrez en el juego grande de los intereses políticos y personales. En realidad, este comportamiento es aplicable a gran parte de la elite de los partidos.

                   En un santiamén, sin que transcurrieran más de 24 horas, De Pedro tuvo que bajar sus videos de campaña, Manzur refugiarse en sus envasadoras de aceitunas con la cola entre las piernas y Scioli marcharse a La Ñata a preparar un asado de despedida, para luego volver a Brasil.

                   No es una novedad en el kirchnerismo, bajar a alguien de un plumazo, sin guardar las formas. Que lo diga Felipe Solá, que se enteró de su reemplazo como Canciller mientras participaba de una reunión de la Celac, o Silvina Batakis, que no duró un mes en el cargo de Ministra de Economía, o Eduardo Hecker, cuyo gesto de sorpresa no pasó inadvertido cuando en un acto oficial le soplaron al oído su reemplazo por Batakis como presidente del Banco Nación.

                   El peronismo, la historia lo prueba, se construyó repetidamente sobre cimientos de traición, “muerto el rey, viva el rey”, sin que haya lealtad personal ni principios que valgan.

                   Tampoco es cuestión de exagerar con la ideología y las posiciones políticas. La fórmula no cambió sólo de matiz doctrinario, se desligó directamente de un encasillamiento conceptual. Del setentismo guerrillero del pibe De Pedro se pasó, sin estaciones intermedias, a la caja de pandora que representa el oportunismo ideológico de Sergio Massa.

                   Y Cristina no es tan intransigente como parecía, sabe dónde le aprieta el zapato. No hesitó en dar una vuelta de campana. Más que un cambio de nombres la fórmula representa todo aquello contra lo que ella viene denostando hace largo tiempo, tal lo que representa el nuevo precandidato.

                   Tampoco La Cámpora le hizo asco a Massa con tal de preservar sus enclaves económicos en el estado, sus porciones de poder institucional y sobre todo, lugares en las listas legislativas previendo un llano próximo.

                   Y Fernández, el turista de la rosada, supo que la venganza es un plato que se come frío. Fue el “gestor” (nunca pudo más que eso) de la nueva fórmula. Y, además, “exigió” colocar a uno de los suyos, Agustín Rossi, como compañero de Massita (tal como a Néstor le gustaba llamarlo).

                   Un candidato de la “generación diezmada” puede ser bueno como eslogan para los duros del espacio, pero es un pésimo negocio para los votos, aunque para tener más expectativas electorales el cambio sea por un candidato de la “generación de arribistas”.

                   En síntesis, con el tigrense, el kirchnerismo deberá cambiar toda la cartelería. Se volvieron antiguas las que rezaban “fuera el FMI”, “abajo el impero yanqui”, “viva Fidel y Chávez”. Ahora habrá que abrazarse con el enemigo neoliberal, aunque aún Cristina despotrique para la tribuna.

                   Es indisimulable la pérdida de volumen político del kirchnerismo de paladar negro. No pudo colocar un solo representante en la fórmula. Cedió ante la exigencia del peronismo tradicional, representado por los gobernadores, que antes sólo se paraban ante ella para aplaudirla.

                   Es que, Quintela, Jalil, Zamora (ex radical), como peronistas de ley, estuvieron dispuestos a acompañarla sólo hasta la puerta del cementerio, que significaba una fórmula para la derrota: Wado-Manzur.

                   Con Sergio Massa, un político de amplio espectro, como los antibióticos que cubren una variada gama de bacterias, el oficialismo intentará capturar los votos del centro político. Y, el candidato es ideal, se adapta a la ideología que prefiera el interlocutor, tal como Groucho Marx.

                   Con la nueva fórmula, definitivamente queda derrotada la ideología, ése incómodo molde que obliga a manejarse en los estrechos carriles de las ideas y los principios. Ahora, el pragmatismo es el nuevo valor de cambio de la democracia del siglo XXI, aunque haya que tragar mil sapos.

                   Desde la tribu gubernamental se especula con llegar a instalar en las Paso una opción hegemónica en la disputa de los electores moderados, dónde Bullrich representaría la centroderecha y Massa la centroizquierda. ¿Massa de izquierda? “Es el candidato de la derecha”, advierte Víctor Hugo Morales.

                   Lo que subestima la novísima Unión por la Patria, es la inteligencia de la gente, que sabe del relativismo de la política en cuestiones de ideología, y que votará basado en otras urgencias, como aquellas que tienen que ver con la economía, la seguridad, la honestidad en el manejo de la cosa pública.

                   De allí es que, paradójicamente, el nuevo candidato oficialista es, a la vez, el mejor y el peor que puedan ofrecer. El mejor porque no tienen otro, el peor porque su gestión, en menos de un año, produjo 4 millones más de pobres y 120% de inflación anual.

                   Poco le importan a Sergio Massa las circunstancias en las que está inmerso. Su ambición le impide ver el bosque, obnubilado por el árbol de su candidatura presidencial, el sueño del pibe que lo convirtió en un “saltimbanqui” de la política y que finalmente comienza a darle frutos. Por lo pronto, será precandidato, luego candidato y, si la gente no tiene memoria, tendrá chances de ganar la elección.

                   Resulta demoledoramente gráfico el tuit que Malena Galmarini, esposa del ex intendente de Tigre, realizó días pasados, mostrándolo a su marido durmiendo, con el epígrafe: “el reposo del guerrero”. Aunque Massa sea un guerrero de su propia guerra, la de su inconmensurable ambición, yo preferí llamarlo “el sueño del pibe”, un sueño que lo persigue con tanta saña que le impide separar la paja del trigo.

                   Habría que preguntarse, en esta Argentina sin rumbo, si presentar como candidato al responsable principal del fracaso económico del gobierno, no es un globo de ensayo del oficialismo para ver en qué medida la propia sociedad ha perdido la brújula de sus propios intereses.

                   No se trata de juzgar la carrera zigzagueante de Massa, su dudosa integridad política, su oportunismo moral, eso es harina de otro costal, sino simplemente advertir qué grado de daño registra el manómetro social para medir la pérdida de propio instinto de supervivencia. No descubrir al incendiario camuflado con el traje de bombero, sería el colmo de la ceguera colectiva.

                   Con todo, Cristina se reserva la cobertura de amianto de una eventual derrota electoral. Con una fórmula que no es la suya, Santiago Kovadloff supone que dirá: “Señores, la derrota es toda de ustedes”.

                   El ex Ucedé sueña, y tiene argumentos para soñar. Los argentinos, en cambio, debemos estar más despiertos que nunca.

                   Massa, ¿qué Massa? ¿Importa acaso?

                   Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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