#COLUMNASIMONETTI disputas políticas ecosistema INCENDIOS FORESTALES

EL HUMO POLÍTICO NUBLA LA ESCENA

FUEGO CONTRA FUEGO

“Con hipocresía se escriben derechos animales que se violan, son letra muerta, muerta la fauna y condiciones del hábitat, poco a poco el humano como humo vano, quema los senos que manan leche y miel, maltratan injustamente las manos de la madre tierra”

@tonypostino

*Con el prestigio chamuscado, los funcionarios provinciales y nacionales salen a echarse mutuas culpas sobre la insuficiencia de recursos y acciones para combatir los incendios forestales. Es la hora precisa de coordinar acciones, dejando afuera el humo inoficioso de la política de redes sociales. La naturaleza y los ciudadanos lo agradeceremos.

**El cambio climático provocado por el calentamiento global constituye, sin dudas, la mayor amenaza para la vida en la tierra. Es nuestro compromiso, a todos los niveles, tomar conciencia y educarnos en las prácticas amigables con la naturaleza.

***El ser humano es, al contrario de lo que pueda pensarse, el victimario de su propia subsistencia. Desterrar prácticas inamistosas con la naturaleza es la contribución que, mínimamente, debemos poner en práctica cuánto antes.

                               Quiénes crean que los tremendos incendios forestales que hoy padecemos en nuestra provincia son hechos extraordinarios, imprevisibles o sorpresivos, quienes supongan que constituyen un problema atribuible exclusivamente a la naturaleza, quienes piensen que los seres humanos somos meras víctimas de las condiciones climatológicas, quienes confíen en que los estados están preparados para hacer frente a las emergencias derivadas del fenómeno, tengo una mala noticia para ellos. Suponen mal, no son ni imprevisibles ni totalmente naturales, los humanos somos nuestros propios victimarios y los estados en general no están a la altura de los desafíos.

                               Es una temática compleja que tiene muchos ángulos de abordaje. El primero, y más importante, es el calentamiento global que interpela a todos: a los estados, a las organizaciones, a las empresas, a las personas, nadie puede ya desentenderse de la progresividad del deterioro del planeta y de sus efectos sobre la vida humana, sobre la flora y la fauna.

                               El cambio climático no es una amenaza, es un fenómeno presente y con capacidad potencial de afectar gravemente la vida planetaria en tanto no se tomen las medidas necesarias para la reducción de los contaminantes.

                                El tema clave de las negociaciones entre los países, hoy, es el dióxido de carbono, que es un gas de efecto invernadero que se libera con la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y también como consecuencia de los incendios forestales.

                                En los tiempos que corren, la necesidad de proveer a modelos de negocios más amigables con el ambiente y planificar a mediano y largo plazo la configuración de esquemas sostenibles ya constituyen una realidad, tanto en países como en empresas.

                               De manera tal que el calentamiento global, con su secuela de inundaciones extraordinarias, el incremento de las temperaturas, el deterioro de la flora y la desaparición de especies, los incendios forestales, etc., no es potencial, está aquí y ahora.

                               Según la NASA, los incendios forestales en el hemisferio norte, en 2021, aumentaron en América del Norte, en la costa mediterránea de Italia, España, Grecia, Turquía y Rusia. En Estados Unidos una larga e intensa sequía ha dejado gran parte del oeste vulnerable y el número de hectáreas quemadas en California ha aumentado en más de un 250% con respecto a 2020.

                               La globalidad del fenómeno es indiscutible, como lo es la imperiosa necesidad de adoptar medidas que en el mediano y largo plazo vayan atenuando la destrucción planetaria y, a su vez, estar preparados para hacer frente a sus consecuencias, como los incendios.

                               ¿Qué tan listos estamos nosotros para enfrentar tamaños desafíos? Muy poco, diría que todavía lo encaramos con un nivel aficionado o de menor cuantía. De allí la pobreza de recursos que las provincias y la nación le dedican a la cuestión en sus presupuestos y en sus niveles organizacionales.

                               “Para el próximo verano lo más útil que podemos hacer es rezar”, señaló en 2016 el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable del gobierno de Macri, Sergio Bergman, ante el recorte presupuestario proyectado en su área. En el Presupuesto 2021, los recursos destinados a la lucha contra el fuego cayeron 42,9% en términos reales en comparación con 2019, aunque luego se sumaron importantes cifras a través de la creación de un fideicomiso.

                               De cualquier modo, pareciera que el peso de las políticas públicas sobre el manejo del fuego no tiene en nuestro país la incidencia necesaria con relación a la magnitud del problema. Algunos aviones hidrantes, varias decenas de brigadistas, bomberos locales, pobladores desesperados, no parecen satisfacer las expectativas.

                               Otro tanto sucede a nivel provincial. Siendo la nuestra la primera provincia en el país de superficie implantada sorprende la inexistencia de cuerpos específicos destinados a combatir los tremendos incendios forestales.

                               ¿Hay culpables por estas imprevisiones? Si, en primer lugar todos los humanos que, con nuestras prácticas, personales y empresariales, continuamos contaminando el planeta. Luego siguen los estados, que no adoptan una estrategia integral para hacer frente a tamaños desafíos de disminuir la contaminación y organizarse para hacerle frente a las consecuencias.

                               Los funcionarios nacionales y provinciales han contribuido con nafta para apagar los incendios, con discursos y acusaciones que en gran parte constituyen vulgares cortinas de humo para tapar sus propias responsabilidades e ineficiencias. Es que el juego de fuego y contrafuego, habitualmente termina en cenizas. “Hereje no es el que arde en la hoguera, hereje es el que la enciende”, al decir de Shakespeare.

                               La cuestión de la competencia provincial sobre los recursos naturales es un pobre argumento de Cabandié para eludir su responsabilidad fundamental como Ministro de Medio Ambiente. Hablar de competencias en medio de catastróficos incendios es, por lo menos, hipócrita; por lo más, criminal. Esperar una nota de la provincia para mandar los auxilios, además de burocrático es patético pretexto u holgazanería manifiesta.

                               El ministro, como buen populista, busca descargar responsabilidades en terceros. Echar las culpas sobre las espaldas de los productores, además de ser un preconcepto ideologizado de bajo vuelo, equivale a decir que los incendios en el hemisferio norte también son culpa de los productores de Estados Unidos, de Rusia, de Europa, o de los australianos que también lo están padeciendo por estos tiempos. Silogismo simple el del camporista: eliminando la producción, eliminamos los incendios.

                               Tampoco los discursos provinciales ayudan, al intentar colocar todas las responsabilidades en cabeza de la Nación. Una maraña de aclaraciones, de reuniones, de pedidos, de notas, de expedientes, terminan por demostrar que la burocracia primó sobre la ejecutividad y la planificación. Corrientes, como provincia forestal, debería estar mucho mejor preparada para hacer frente a los incidentes ígneos.

                               El tema no está saldado. El perjuicio principal es a la incolumidad del patrimonio natural de la provincia, el que sigue, el grave daño a la productividad. Veinte mil hectáreas por día se pierden a causa del fuego, ya son 520.000 desde que comenzó el año.

                               Hasta el momento, los discursos políticos sólo provocaron humo y enrarecieron aún más el ambiente. El fuego contra fuego demostró que sólo aviva el fuego de la disputa, mientras el fuego de los campos hace tabla rasa con todo.

                               ¿Será posible abandonar por un momento el campo de batalla de las disputas políticas y adentrarse en los campos chamuscados del ecosistema y de la productividad?

                               Es necesario una coordinación en una temática que no da para un diálogo de sordos por intermedio de las redes sociales. La coordinación de acciones entre provincia y nación es de estricta prioridad, ya que ni aún en comunión perfecta, podrá salirse indemne de una catástrofe de índole global.

                               Miran los ciudadanos, miran los defensores de la madre tierra, miran los productores afectados, miramos todos, para que comience a despejarse el escenario y veamos el sol, de la vida, del trabajo, del hábitat amigable, en el preciso momento en que la política deje de generar humo.

                                               Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

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Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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