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LA HORA DE LOS CÍNICOS

CRISIS POLÍTICA EN BOLIVIA:  “Los derechos humanos de la democracia no son los que esgrimen los autócratas para perpetuarse en el poder, sino los que tienen los pueblos para evitarlo”

                               La crisis institucional en Bolivia y el egreso de Evo Morales del poder, fueron el disparador de toda suerte de opiniones acerca de si el acontecimiento podía considerarse o no un golpe de estado. Casi naturalmente, todas ellas impregnadas de un sesgo ideológico conforme la ubicación de cada quién, sin que nada importaran los hechos y las razones objetivas.

                               Desde un gobierno argentino que pretende mantener una posición contraria a los populismos del continente, diputados y senadores dónde el peronismo impuso su número,  hasta un presidente electo, Alberto Fernández, que es un especialista en adaptar sus posiciones conforme las circunstancias, se escucharon expresiones para ambos lados.

                               Hace mucho tiempo (¿o quizás siempre?), el discurso político tiene una moralidad de doble estándar, una cosa son los amigos políticos y otra diferente los adversarios o enemigos. Para éstos, al decir del primer Perón, “ni justicia”. Lo que se dice, un cinismo inconmensurable.

El egreso de Evo Morales del poder, a dos meses de completar tres mandatos consecutivos, mostró todo el cinismo del discurso político. El centro del debate fue si existió o no un golpe de estado, olvidando que la crisis boliviana se originó en una inconstitucional candidatura y en un comicio fraudulento

                               Todo lo que ha sucedido en Bolivia en los últimos tres lustros, para bien o para mal, es casi exclusiva responsabilidad de Evo Morales, inclusive la actual crisis institucional. Es el  que ejerció uno de los mejores gobiernos de la historia boliviana y del continente en su contexto actual, pero también es el mismo que tomó la pala para cavar su propia fosa política.

                               Es que el poder envanece, nubla el entendimiento, distorsiona la percepción, porque teniendo la puerta grande para egresar como líder de la cara eficiente del populismo continental, prefirió la puerta del costado que la historia reserva a los pequeños gobernantes presos de sus ambiciones desmedidas.

                               Y fue Evo, por mano propia, el que firmó su carta de renuncia y se subió a un avión rumbo a México, demostrando que golpes de estado eran los de antes, esos al estilo pinochetista, y gobernantes valientes también, como Salvador Allende que, rodeado con tanques por golpistas armados, no tomó la lapicera para renunciar sino el fusil Ak-47 para suicidarse en el Palacio de la Moneda.

                               Es una pena que Evo Morales haya decidido no ser una referencia para el pueblo boliviano, para preferir sumar “una nueva lápida para el copioso cementerio de hegemonías fallidas”, al decir de Natalio Botana. A los que se creen imprescindibles, debería prohibírseles olvidar que estamos aquí porque nos puso dios.

                               Es cierto que cada gobierno, una vez en el mando, ejercita una suerte de opción moral: o camina por la ancha avenida de la democracia o se escabulle por los resquicios apretados que brindan los atajos éticos.

                               Y esto último es lo que eligió Evo, descartando la puerta  que  le abría la historia para tomar la opción correcta. De tal modo, el orden jurídico fue para Evo apenas una apariencia, un ropaje que se construyó a medida para justificar sus deseos y sus ambiciones. Y así le fue.

                               Es que, por más eficiente que sea un gobernante, nunca puede creerse más importante que la comunidad para la que gobierna. Y Evo quiso ser más que la propia Bolivia, quiso ser el dato permanente de la nacionalidad boliviana, sin darse cuenta de que fue apenas una circunstancia histórica en un país que tiene doscientos años de vida autonómica.

                               Y los hechos no pueden discutirse, están ahí, y no son adaptables a los sesgos que los oportunistas quieren imprimirle a conveniencia.

                               Cayó víctima de su propia medicina. Gobernó desde 2006, elección anticipada mediante, luego de que con sus piquetes cocaleros, cortes de ruta y actos violentos, obligara a renunciar al presidente, vicepresidente y demás autoridades constitucionales, presionados por la situación incontrolable.

                               Durante su mandato se reformó la constitución boliviana, impidiendo más de una reelección consecutiva. Interpretación judicial mediante, logró que no se considerara computable su primer mandato, lo que le posibilitó tener tres períodos seguidos en el poder.

                               Cómo si tres no le fueran suficientes, en 2016 convocó a un referéndum para reformar el art. 168 de la constitución boliviana que permitía sólo una reelección consecutiva. El pueblo le dijo “No”, y pareció que se le terminaban las ansias de ser reelecto por cuarta vez.

                               Pero, si para cualquier persona normal el ordenamiento jurídico se hizo para cumplirse y la decisión popular para respetarse, no para Evo. Se consiguió una decisión de su “amistoso” Tribunal Constitucional Plurinacional, para poder competir por un cuarto mandato en las elecciones de 2019.

Lo que ocurrió en Bolivia lo explica la teoría jurídica: de un árbol venenoso no puede obtenerse un fruto sano

                               Respetar los derechos humanos de Evo de elegir y ser elegido dijo la justicia amiga, olvidando que los derechos humanos que suministra la democracia no son los que esgrimen los autócratas para perpetuarse en el poder, sino los que tienen los pueblos para evitarlo.

                               Pero es el 20 de octubre de 2019, el día de las elecciones generales, que Evo termina de desbarrancarse, a través de una maniobra fraudulenta que suspende el conteo por 24 horas, y desde una posición de segunda vuelta pasa a ganar en primera por un sospechoso porcentaje ínfimo.

                               La burda maniobra colmó el vaso y generó el inicio de la resistencia civil, la que verdaderamente posibilitó la renuncia del autócrata. La adhesión de los militares y policías vino después que Evo Morales se había vaciado de poder ante sus maniobras fraudulentas. Los Comités Cívicos de las distintas ciudades, que son entidades que agrupan a las organizaciones civiles de la comunidad y que existen en Bolivia hace más de cincuenta años, encabezaron las protestas.

                               Es que, haciendo un parangón con la teoría jurídica, no se podían obtener frutos sanos de un árbol venenoso.

                               A esta altura cabe preguntarse, ¿quién, y menos un autócrata, aceptaría mansamente repetir un comicio que cree haber ganado en buena ley? Nadie, salvo que haya hecho fraude y ya no tenga el poder de imponer imponerlo, como sucedió. La oportunista posición de la OEA, apenas le sirvió como pretexto para generar una nueva chance, lo que no fue aceptado por las fuerzas civiles.

                               La democracia tiene normas y tiene un contexto ético insoslayable. Unos y otros fueron abrogados por un Evo Morales ebrio de poder. La reacción del pueblo boliviano le impidió continuar con su derrotero, diciéndole no a la “venezolanización” de su patria.

Le esperan horas inciertas a nuestros vecinos del altiplano, pero han demostrado al mundo que ninguna persona debe considerarse por encima del orden jurídico y de la nación misma

                               El golpeo en el pecho de muchos políticos del continente, incluyendo Argentina, sobre un pretendido “golpe de estado” porque achica el mandato de Evo en dos meses, tiene la hipocresía y el cinismo del doble estándar, que no contrabalancea el hecho contundente de un intento de perpetuarse en el poder a través de maniobras jurídicas y electorales delictuosas y antidemocráticas.

                               Se abre un período de incertidumbre política y económica en Bolivia, sólo los bolivianos serán capaces de ir introduciendo la racionalidad necesaria para continuar por el sendero democrático, sin hacerles el juego a los violentos de adentro y de afuera.

                                                                       Jorge Eduardo Simonetti

*Los artículos de este blog son de libre reproducción, a condición de citar su fuente

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

6 thoughts on “LA HORA DE LOS CÍNICOS

  1. LA UNICA VERDAD ES LA REALIDAD

    Los unicos que no sacaron los pies del plato, que actuaron a derecho, porque la constitucion boliviana contempla el rol de las FFAA ante conmociones internas sugiriendo una salida, fueron las FFAA Bolivianas. Otro tanto con la asuncion de Añez contemplada como recurso sucesorio avalado por el tribunal superior sin necesidad de tener mayoria en asamblea legislativa.

    Pasa que en argentina la corporacion politica y periodistica, se han asustado al mirar el espejo boliviano, y desde todo el arco politico han querido instalar que en bolivia hubo un golpe de estado.

    Lo cierto y palpable es que la nueva Bolivia, junto a Bolsonaro-Trump, el nuevo presidente uruguayo, paraguay, peru, ecuador, colombia y la chile que pronto se estabilizara, han pateado el tablero del eje Alberto Fernandez-Maduro-Lopez Obrador y todavia se sienten los alaridos de no aceptar esta realidad. Que como todos sabemos y mas los peronistas, ES LA UNICA VERDAD!

  2. Muy bueno lo tuyo jorge , desde parana tucompanero de primaria de la escuel Manuel Belgrano de concordia, un saludo grande, Ruben Panozzo (tomate) abrazos.

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