NUEVO PRÉSTAMO DEL FMI
“El terror de Toto Caputo es el de una devaluación que se lleve puestos sus éxitos, sus parches y sus pases de ilusionismo”
Marcelo Falak, Letra P
***El gobierno necesita urgente dólares frescos para evitar una devaluación que ponga en peligro sus chances electorales. Para ello, no quiere correr el riesgo de una tardanza o negativa del Congreso. Violentando la norma que lo obliga a aprobar el préstamo por ley, dictó un DNU que no indica monto ni intereses. La necesidad tiene cara de hereje, aunque se transite por la cornisa del sistema.
De los “combates” legislativos que ha debido librar Javier Milei en su indigencia numérica en el Congreso, probablemente el DNU que autoriza la negociación con el Fondo Monetario Internacional sea el que más incidirá en el futuro de su gobierno, aún más que la famosa Ley Bases.
Desde los inicios del mandato libertario, el gobierno ha transitado casi permanentemente por las cornisas del sistema republicano. Temas fundamentales que debieran ser objeto de tratamiento legislativo a través del instrumento jurídico propio, una ley, se aprobaron por Decreto de Necesidad y Urgencia.
Allí, Javier Milei debió agradecer una y otra vez a Néstor Kirchner. Durante el mandato del santacruceño, en 2006, se aprobó el trámite de los DNU, estableciéndose un mecanismo que le otorgaba casi invulnerabilidad al Poder Ejecutivo. La vigencia de la norma cuasi legislativa sólo cedería ante el rechazo expreso de ambas Cámaras.
Apurado por las circunstancias, el presidente gambeteó la Ley “Guzmán”, que establece que el Congreso debe aprobar cualquier nuevo programa o endeudamiento con el FMI. Lo hizo con una chicana interpretativa sobre la naturaleza del nuevo acuerdo, que no sería “nuevo” y tampoco una ampliación del “endeudamiento”.
“Necesitado de dólares frescos que alejen la posibilidad de una corrida cambiaria, el gobierno gambeteó la remisión al Congreso de un proyecto de ley que autorice un nuevo préstamo del FMI”
Lo cierto es que faltan dólares para mantener la estrategia cambiaria. Es entendible la urgencia del Poder Ejecutivo, se juega con ello gran parte de su programa económico y su sostenibilidad política, por lo menos hasta después de las elecciones de octubre.
El DNU que habilita la negociación es absolutamente opaco, es una “carta blanca” para el ministro Caputo. No se conocen los montos del “dinero fresco” que se gestiona, tampoco los intereses, que se sospechan muy altos por la fama argentina de malos pagadores e incumplidores seriales de las políticas exigidas por el organismo internacional.
La Casa Rosada requiere una suma de algo así como 12 mil millones de dólares, se estima que el FMI le otorgará algo menos, entre 5 y 10 mil millones de la monera norteamericana.
Pero, obviamente, las autoridades del organismo quieren ir con pie de plomo en las negociaciones. Fluctúan entre no soltarle la mano al gobierno de Milei, pero tampoco facilitar el camino hacia una nueva decepción de incumplimiento.
Tienen malos recuerdos de las dos caídas consecutivas del stand by firmado por Mauricio Macri en 2018. Están viendo la vaca y conservan las cicatrices de las quemaduras con leche.
Sin embargo, aparentemente por gestiones de Trump, la política metió su cola y convenció a Kristalina Georgieva y su staff de aceptar la gambeta del DNU, y no exigir una ley. Es decir, contra lo que es la columna sobre la seguridad jurídica a cambio de entregar préstamos, mirarían para otro lado y le tirarían un “salvavidas” al gobierno argentino.
Aún a pesar del concepto del libertarismo de que la economía está por arriba de la política, saben que si la política no funciona, el sistema democrático los puede llevar puestos en las preferencias electorales.
“Recurriendo a su instrumento perferido, los DNU, el presidente autorizó el préstamo sin declarar monto ni intereses. Carta blanca para Caputo”
Necesita Javier Milei mantener quieto el dólar y dominada la inflación (en baja o estabilizada), dos ítems muy sensibles a los castigados bolsillos argentos. Pero, están jugando con fuego al mantener un peso artificialmente alto, que necesita de una devaluación del 20% o más, según las opiniones de los más entendidos.
La fuerte negativa del gobierno a devaluar, con insultos y descalificaciones públicas a los economistas que opinan en el sentido del atraso cambiario (no olvidar a Domingo Cavallo), tiene una fecha límite, octubre de este año, y un objetivo claro.
El “criptogate” y otros puntos negativos para la administración Milei, serían “un poroto” a la vista de la sociedad, ante la posibilidad de una devaluación que, como en enero de 2024, nos vuelva de un plumazo más pobres y que genere la vuelta del proceso inflacionario recargado. Cómo digo en el título, el infierno tan temido.
Pero como en economía la voluntad y los deseos no suelen ser elementos que jueguen decisivamente en los resultados, se sabe que tarde o temprano tendrán que devaluar. El asunto, entonces, es estirar la decisión hasta octubre. Mientras tanto, paños fríos en un frente febril que amenaza con recrudecer.
En la economía real los números variaron. La construcción y la industria tuvieron un retroceso respecto al mes anterior. Otros indicadores mostraron un costado positivo. La producción de autos de febrero no fue mala. La recaudación de febrero estuvo bien también y el crédito siguió pum para arriba.
Ello, por ahora, es suficiente para mantener un importante nivel de aprobación social. Obviamente, lo que menos necesita el gobierno es el ruido económico en pleno año electoral. Por ello se juega la vida en obtener dólares frescos, que refuerce las alicaídas arcas del Central, y permita patear toda decisión inconveniente (fundamentalmente la devaluación) para luego de las urnas.
Se dice también que se intentará con la inyección dineraria, adelantar la salida del cepo cambiario, que significaría un golpe positivo a las expectativas del mercado y de la psicología social.
“Una devaluación significaría una fuerte contrariedad en las chances electorales del oficialismo. Patear la misma para después de octubre es la idea, aunque lograrlo signifique caminar por la cornisa del sistema republicano”
Con todos los elementos en la mano, sin dudas que el peso específico de cada uno en el contexto general es distinto. Si por temor a la vuelta del kirchnerato, la paciencia social fue benévola con Milei, los primeros sacrificios fueron soportados con una valentía nunca vista.
Comenzaron a verse los primeros resultados de la baja de la inflación y de la lenta recuperación de los bolsillos, y la confianza subió, con muy buenos números para el gobierno. El escándalo por la estafa cripto, le sacó un bocado a los imagen presidencial, pero no tanto como para preocuparlo.
En suma, la devaluación, o una expectativa recargada de ella, es el principal obstáculo, no el único pero el más significativo, para un triunfo en toda la línea de LLA. El objetivo es atarse fuerte los zapatos y patearla con fuerza hacia noviembre.
Todos los esfuerzos estarán puestos en alejar el infierno tan temido.
Dr.JORGE EDUARDO SIMONETTI