DEL PURGATORIO AL PARAÍSO
“Hemos superado la prueba de fuego y ya salimos del desierto. La recesión terminó, dejamos atrás lo peor y se vienen tiempos felices”
Discurso del Presidente Javier Milei
***El año que debimos pasar en el purgatorio, mostró que gran parte de la sociedad estuvo dispuesta al sacrificio con la expectativa de mejora futura. Los grandes números muestran a un gobierno que hizo las cosas para que la primera etapa sirva como plataforma de lanzamiento hacia un futuro mejor. En el segundo año, deberíamos verlo reflejado en los bolsillos de la gente. Es lo que esperamos, sin dejar de cruzar los dedos ni por un segundo.
En las escalinatas del Congreso, de espaldas al recinto legislativo, el 10 de diciembre de 2023, en su discurso de asunción a la presidencia, Javier Milei anunció un primer año de “sangre, sudor y lágrimas” al estilo churchilesco. En su idioma, duro ajuste, achicamiento drástico del estado, déficit cero.
Visto en perspectiva, e independientemente de avatares, inconsistencias varias, pragmáticos cambios de rumbo, generosas descalificaciones a los mal pensantes e insultos a granel, con pretensiones de balance ¿podríamos decir que el primer mandatario cumplió sus promesas?
Si pasamos el peine fino, encontraríamos puntualmente mentiras varias, algunas apuestas fallidas, y mutaciones del plan original. Pero, ello es propio de la conducta humana, especialmente de la grave responsabilidad de gobernar, que impone la adaptación de las ideas y preconceptos a la realidad que debe enfrentar.
Si le perdonamos a Carlos Menem con su reelección en 1995, a pesar de que en 1989 prometió en campaña el “salariazo” y la “revolución productiva” y terminó con un programa ultraliberal, ¿por qué no lo haríamos con el topo, que en campaña se mostró tal cual era, un representante del populismo de ultraderecha, con la ideología que ello conlleva?
Del helicóptero al sillón reforzado
Entonces, en el trazo grueso, el presidente cumplió. Cuando muchos “arandués” o expertos políticos y económicos preanunciaron un marzo con helicóptero en la explanada de la Rosada, Milei se encuentra cada vez más sólido, consolidado en el sillón de Rivadavia, y, lo mejor para él, con su propio catecismo.
Dijo que iba a hacer un ajuste salvaje, y lo hizo, salvo que prometió hacerlo con “la casta” pero lo hizo con los jubilados y los salarios públicos, pero ajuste al fin. Prometió bajar drásticamente la inflación, y lo logró, con un índice para noviembre del 2,4%% (que para Argentina es un montón), aunque ello haya sido a través de una recesión inédita por la caída abrupta del poder de compra de la gente, pero disminución al fin.
Dijo que iba a controlar la calle, y vaya que cumplió, Bullrich mediante. Piqueteros “amansados” y la gente circulando libremente por la vía pública, como debe ser.
“En trazos gruesos, el presidente Milei cumplió con su programa. Y va por más”
Infiltró a la casta política, se metió en sus recovecos, la neutralizó y logró leyes y apoyos a vetos que ni con mayorías propias a veces se logra. ¿Cómo lo hizo? Eso es un secreto de estado, tal vez el ex senador Kueider lo pueda aclarar.
La otrora poderosa “casta sindical” prefiere sonreírle al libertario, y hoy pareciera que el presidente la despojó de su piel de lobo, para descubrirla en su realidad de cordero oportunista, dispuesta a negociar con el gobierno y no perder sus prebendas, como que no las perdieron.
En fin, un palo por aquí, una caricia por allá, una intransigencia y varios insultos públicos y algunos negocios bajo la mesa, hicieron de un pronosticado futuro ingobernable, una realidad diferente.
Todo ello, bajo el paraguas que conforma el activo principal del presidente: el apoyo de gran parte de la sociedad, que desprecia lo anterior y que creyó en su discurso disruptivo.
Pasar del purgatorio al paraíso
Ahora viene la segunda parte de esta tragedia, con ambiciones de convertirse en agradable comedia, el segundo año de un gobierno diferente a todos los precedentes, que prometió purgatorio y cumplió.
Ahora, a estar al discurso presidencial, promete el paraíso. ¿Cumplirá también?
“Estamos entrando a un año de baja inflación, alto crecimiento económico y, en consecuencia, un crecimiento sostenido del poder adquisitivo de los argentinos, algo que hace décadas los argentinos no viven”, dijo el martes pasado.
¿Le creemos? ¿Pasaremos del año en que se recuperaron los números de la macroeconomía, a costa de la debacle de la micro, de la economía doméstica, de los ingresos de doña María y don Juan, a una segunda parte de recuperación de los bolsillos de la gente?
¿Hasta dónde alcanzará el combustible de las expectativas populares por un futuro mejor? ¿Hasta dónde la fe en el “santo laico” se mantendrá, para pasar a merituar las “efectividades conducentes” del supermercado?
“Evitar el hundimiento de la nave es tarea ímproba. Ponerla a andar a velocidad crucero es aún más difícil. Es lo que se espera en este segundo año”
No podemos menos que felicitarnos los argentinos. Hasta ayer nos salía protestar y reclamar, soñar y esperar, hoy nos conformamos con sólo soñar y esperar. Pero los sueños, sueños son, al decir de Calderón de la Barca, y la espera nunca puede ser eterna.
No podemos negar lo evidente, la mejora de los grandes números, pero tampoco la incontrastable caída de nuestra economía doméstica. Sí, son muy pocos los ciudadanos que no sufrieron caídas de su ecuación financiera familiar.
Los pobres, seguir necesitando el plato de comida que les alcanza la ayuda pública, los de clase media no llegar a fin de mes y utilizar los ahorros o el endeudamiento, sólo los cabezones, tranquilos, como siempre.
Reforzar la institucionalidad, materia pendiente
Hasta ahora hablé de economía, que es el denominador común que tienen todos los sectores. En materia institucional, lo dije muchas veces en mis artículos, estamos con una deficiencia monumental y camino a una autocracia, con la pretensión del pensamiento único y la visión maniquea entre buenos y malos.
Tal vez el común no lo aprecie, preocupado como está por poner diariamente en la mesa un plato de comida. Se dice que es una banalidad o lujo de ricos pensar en la democracia republicana cuando el hambre aprieta.
Pero, hay que también sopesar que con una autocracia, el sacrificio puede sentirse insoportable. De allí, lo que sostuve en un libro de mi autoría (“Las zonas oscuras de la Democracia”, 2020), parafraseando a un conocido demócrata: “No preguntes que puede hacer la democracia por ti, pregúntate que puedes hacer tú por ella”.
“El combustible principal del presidente es la expectativa de mejora de la sociedad. Rogamos para no quedarnos sin ella a medio camino”
Por lo pronto, el presidente parece blindarse para el medio turno electoral, con una inflación que bajó aún más, 2,4% en noviembre.
Además, tiene la suerte de tener a parte de la “casta” trabajando a destajo para consolidar el mensaje crítico. No otra cosa hacen el cesado senador “pasero” Kueider, el fiscal federal “fiestero” González o el Diputado “inmobiliario” Pucho Ritondo. Aunque, es cierto, el gobierno no puede despegarse del todo de tales personajes, mostrando también estar infiltrado por las prácticas corruptas.
¿Estamos ante una revolución cultural, un cambio en el sentido común de la gente, una nueva manera de ver las cosas? Todo gobierno presume de ello, Milei también, con su fomento del individualismo, el mercado como repartidor de premios y castigos, y una anunciada pero demorada demolición del estado.
Esperemos y lo sabremos.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI