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EL PAPA Y EL PROFETA

 

UN ENTREDICHO CANTADO

“Si Dios decidiera bajar todos las semanas a la tierra, en poco tiempo le perderíamos el respeto. Y no faltaría algún tonto que comenzara a pensar en remplazarlo”

Juan Domingo Perón

*Antes que presidente, Javier Milei se asume como profeta de las fuerzas del cielo, en lucha por establecer la libertad económica. De esa manera, se presenta como contendor del Papa, cuya misión en la tierra es difundir el mensaje de solidaridad de la iglesia. Estos días que pasaron, demostraron críticas directas del sumo pontífice a la situación socioeconómica, que seguramente no tendrán efecto alguno para modificar las políticas del gobierno.

                   Nadie puede dudar de la influencia en nuestras tierras de un Papa connacional, Francisco. Todo lo que hace, dice, deja de hacer o calla, es leído por nosotros en clave argentina, es decir con los códigos y la realidad política y social que nos envuelve.

                   Es verdad que el jefe de la iglesia católica, por la naturaleza de sus funciones, debe pasar por alto las cuestiones mundanas que dividen a las personas, y universalizar su mensaje. Pero, no siempre es fácil, menos aún si se trata de su propio país.

                    En ocasiones, los mensajes elusivos o generalizados no son suficientes para difundir la palabra de la iglesia respecto a una cuestión determinada. Es entonces cuando debe bajar a la tierra y, obviamente, su palabra adquiere el carácter de la de cualquier mortal.

                   Sabido es que Francisco tiene un pensamiento cercano al peronismo, nunca lo ocultó, con alguna actitudes que mostraron esa faceta. No fue amable cuando Mauricio Macri lo visitara en el Vaticano, la frialdad fue la forma de demostrarle el disgusto con su gobierno.

                   Pero ello suele suceder con los pontífices. Juan Pablo II se constituyó en un símbolo de la lucha contra el comunismo que por esos tiempos gobernaba su Polonia natal.

                   Creo que con el gobierno de Javier Milei, la disconformidad papal fue más explícita, no sólo por el aspecto político, sino además porque se disputan el campo común de lo celestial.

                   No hay que olvidar que el libertario lo había calificado como “representante del maligno en la tierra”, y aunque pidiera disculpas, la relación quedó dañada.

                   La continua referencia del presidente sobre “las fuerzas del cielo” y la representación de las mismas que cree ejercer en la tierra, crean un contexto en que ambas personalidades ejercen sobre un campo común: el religioso.

                   Milei, como asumido profeta libertario delegado por el reino celestial, tiene un concepto de ejercicio del poder que privilegia la libertad económica y condena todo atisbo de solidaridad. Es para él, la justicia social una estafa a los bolsillos de los más poderosos.

                   Francisco, en cambio, está en las antípodas del pensamiento presidencial, no sólo por su concepción política sino fundamentalmente por los principios rectores de la actividad eclesiástica, que sustentan su prédica en la ayuda al prójimo.

                   Así las cosas, en estos últimos días el Papa dejó de lado su elusividad con la situación argentina, y fue directo al hueso.

Criticó el deterioro de las condiciones socio laborales, el incremento de la pobreza y la represión de las manifestaciones con gas pimienta. Quizás lo hizo, azuzado por la presencia del funcionario vaticano y amigo Juan Grabois, quién supo manejar miles de millones en subsidios y atacar propiedad privada.

                    No llamó la atención, entonces, que no hubiera ninguna foto de la visita de la ministra Sandra Pettovello, aunque sí de los popes de la CGT.

                   Independientemente de las interpretaciones políticas sobre los posicionamientos del Papa y el direccionamiento ideológico del gobierno de Milei, lo cierto es que no se advierte que el sumo pontífice pudiera tener influencia alguna en la política socioeconómica actual.

                   A través de un posteo de X, dijo Milei: “la mejor política social pasa por la reducción del déficit fiscal”. No hay corrección del rumbo posible.

                   Y, estos escarceos con el mandamás del Vaticano, pueden ser sólo la punta del iceberg de una gestión que cada vez se encuentra más aislada del mundo, y que hace prevalecer un corset ideológico en su relacionamiento con los restantes países y organizaciones multilaterales.

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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