TROPEZÓN IMPENSADO
“Valdés será presidente…si bien se nos cruzó un cisne negro, lo estamos resolviendo con inteligencia, estrategia y equipo”
Senador Noel Breard (UCR), entrevistado por Eduardo Ledesma en El Litoral Radio
*El dramático caso del niño desaparecido, Loan, vino a cambiar la ecuación político-electoral en Corrientes. De un aparentemente pavimentado camino para un nuevo triunfo oficialista, un “cisne negro” creó un escenario dónde nuevos actores políticos levantan la mano para tomar la posta. Entre ellos, los liberal-libertarios de la mano del presidente Milei. ¿Se le animarán al candidato que Valdés elija?
**Casi un cuarto de siglo con una misma fracción política y dos apellidos en el poder, ponen en entredicho la continuidad de un modelo que garantizó una buena administración de recursos pero no la vigencia de los valores republicanos de la alternancia.
***Tiene cuatro patas, mueve la cola y ladra, pero no es un perro, diría Vignolo del cuarto de siglo de gestión radical.
Cuando todo parecía pavimentado para el continuismo radical en 2025, bajo el liderazgo de Gustavo Valdés como presidente del partido, en un pequeño pueblo de la Provincia, 9 de Julio, se produjo un hecho disruptivo dramático, que vino a tirar abajo las proyecciones políticas.
La todavía inexplicable desaparición del niño Loan, perteneciente a una familia humilde del interior correntino, para el gobierno fue un “cisne negro”, al decir de Breard, que el radicalismo quiere ir resolviendo, no con empatía y solidaridad, sino con estrategia electoralista.
La teoría del cisne negro es una metáfora que se usa para describir un suceso que ocurre por sorpresa, sin que ningún analista lo haya previsto por ser improbable, y que para bien o para mal tiene un gran impacto y repercusión en la sociedad en general.
Y si para la UCR, Loan es un “cisne negro”, para la jauría mediática un festín de rating, que tal vez les sirva para ganar algún Martín Fierro o recibir premios provenientes del centrismo portuario.
Caminos distintos. Para el oficialismo, silencio, mirar para otro lado, seguir la rutina diaria, y poner a 9 de Julio fuera del mapa de Corrientes, y a la familia correntina de Loan Peña en Bangladesh (por poner un lugar lejano).
Para el periodismo porteño, que ayuda para que no se olvide el caso y deja al descubierto inconsistencias gubernamentales, le sirve también para renovar sus aburridas pantallas, desarrollando un sinfín de teorías algunas decididamente descabelladas, que tienen el potencial para confundir y, algunas veces, obstruir el trabajo judicial.
Si a ello le agregamos la aparición estelar de abogados mediáticos con aspiraciones políticas, que no hesitan en criticar descarnadamente al sistema judicial correntino, con sólo la fuerza de su divismo pero con escasa solidez profesional, se configura un combo de “mucho ruido y pocas nueces”.
Aunque, en democracia, prefiero el ensordecedor ruido del romper de las cadenas que el silencio ocultista de impedir las olas.
Pero vamos al escenario político correntino, que es el objeto de este artículo. Cómo lo dijéramos anteriormente, el caso tomó de sorpresa al gobernador Valdés, casi aislado en la ceguera de omnipotencia que generan los laberintos del poder.
La faltó reacción y empatía, raro en un político de sus cualidades, y en lugar de ser abanderado en la investigación del caso, se convirtió en un furgón de cola llevado a los barquinazos por la marea de los acontecimientos.
Es más, a la inacción en el asunto le sumó, como en el tenis, algunos errores forzados de altos funcionarios y legisladores de su gobierno, que arrojaron un manto de duda sobre el involucramiento del mandatario en el sembrado de una teoría falsa.
Para colmo, en lugar de emerger con la cara al viento propia de quiénes no tienen nada que ocultar, el perfil bajo y la actuada normalidad en las tareas cotidianas de gobierno, fueron decididamente inapropiados para el control de daños que pretendía.
Así las cosas, lo que era un futuro sin sobresaltos en su liderazgo interno e institucional, comenzó a ponerse en dudas y desde el podio de mejores gobernadores, del cual nunca bajó antes, pasó a estar por debajo del medio de la tabla, de acuerdo a la encuestadora que realiza estos trabajos.
La primer pregunta: ¿es suficiente el “cisne negro” para hacerle perder a Valdés fuerza interna y posibilidades electorales al candidato que elija en las generales del año próximo?
Con el riesgo que significa hacer pronósticos en materia política, digo que con el transcurso del tiempo la indignación moral de los correntinos no pesará tanto cómo las ventajas de un gobierno que siempre pagó los sueldos en término y fue capaz de hacer obras pequeñas y medianas sin ayuda nacional.
Es decir, en el diario vivir de la gente, el bolsillo pesa más que la ética, especialmente cuándo en una provincia altamente dependiente del dinero del estado, como es la nuestra, el cumplimiento gubernamental es inobjetable hace ya muchos años.
Obviamente, Valdés no puede dormirse en los laureles como hasta ahora, aunque sea ya tarde para cambiar sus errores en el caso Loan y sus ausencias en el pueblito.
Pero, y valga el pero, si bien conservará “peso específico” al decir de Eduardo Ledesma, disminuye sus chances de ser el “gran elector” indiscutido del futuro gobernador para los comicios del año que viene, debe poner las barbas en remojo y hacer un concienzudo análisis de sus próximos pasos.
Sin embargo, es duro ver un partido como la UCR correntina, que hizo de la transparencia una bandera, realizar defensas corporativas del “jefe”, avanzar en actos multitudinarios de organización interna, pero permanecer vergonzosamente callado respecto al pequeño Loan y su familia.
No sabemos si Valdés pudo controlar el daño en la interna radical, creemos que sí, por lo que no le será difícil ganar en octubre. Con Ricardo Colombi enfrente o, también es posible, en acuerdo con éste. Aunque, dudo mucho que pueda repetirse el apellido “Valdés” en la candidatura.
Con un peronismo/kirchnerismo desconcertado y destartalado, sin liderazgos claros ni menos aún visibilidad política, claramente no puede ser contrario serio, a menos que converja en alianza con sectores o partidos que por el momento no se vislumbran.
Pero, para mal del oficialismo, el desarmado por decisión propia de la alianza de gobierno, le confiere fuerza a un actor que parece querer jugar a ganador: los liberal-libertarios.
Con Milei en la presidencia, y atado al carro del resultado de su gestión, tienen mucho para crecer. La salida de los liberales y los autonomistas de la alianza gobernante, son una doble pérdida, porque son restas que suman al lado contrario.
La unión de los partidos conservadores tradicionales de la Provincia, que tienen cómo potenciales candidatos a “Caíto” Leconte y José Romero Brisco, con los libertarios nuevos y reciclados de Lisandro Almirón, pueden constituir un fuerte polo contradictorio al continuismo radical.
A ello hay que sumarle, como una anécdota expositiva, el enojo con el peronismo del veterano funcionario radical, Carlos Vignolo, por haber calificado a la gestión radical como “régimen”.
Es cierto, no tiene la alianza gobernante la impronta autocrática para ser tildada de tal manera, como el kirchnerismo. Pero que un mismo partido y dos apellidos gobiernen la provincia hace casi un cuarto de siglo, significa que algo falla en la democracia de Corrientes. No sé si ello alcanza para calificarlo de “régimen”, pero se le parece demasiado.
La buena administración de recursos, seguramente neutraliza las críticas. Probablemente, como dije, la gente no quiera tirarse al vacío sin la seguridad de una red, por lo que la continuidad radical no sería descabellada. Eso sí, no de cualquier manera.
Las alianzas están por verse hacia futuro. Nada está claro. Y veremos quién se le anima a Valdés.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI