#COLUMNASIMONETTI elecciones fraudulentas Maduro María Corina Machado

LOS DICTADORES NO PIERDEN ELECCIONES

VENEZUELA

“La caída de Maduro sólo parece posible con una protesta masiva, con un quiebre militar”

Aníbal Pérez Liñan, Profesor de Ciencias Políticas

*El fraudulento proceso eleccionario en Venezuela, ha concluido con el triunfo del dictador Maduro, obviamente sin actas públicas, sin constancias, sólo por la voluntad del largo brazo del dictador a través del organismo electoral. Un película que ya conocemos, y que no terminará sin la decisión internacional y la presión interna. Si ésta vez no se logra doblar el brazo del régimen, a los venezolanos les queda un largo período de sufrimiento.

                     El régimen maduro chavista parece una larga saga novelesca, en el que los guionistas agotan sus ideas y comienzan a repetirse en la trama y la resolución de las encrucijadas. Una novela que sin dudas ha trastocado en drama hace mucho tiempo, y que hoy vuelve a repetirse como el “corsi et ricorsi” de Giambattista Vico.

                     Si todo continúa como parece, Edmundo González Urrutia se convertirá en el Juan Guaidó II, la presión internacional continuara siendo tibia, y el cartel político que gobierna Venezuela seguirá en el poder, aún a costa de una represión cada vez más descarnada y desembozada.

                 Mientras tanto, un cuarto de la población venezolana ha emigrado, la mayor parte de quienes se quedaron sufren duras condiciones de pobreza, falta de alimentos, medicamentos, duro control político. Es decir, sólo subsisten.

                     A nadie con buenas intenciones les cabe duda de que las elecciones de hace dos semanas fueron fraudulentas, descaradamente fraudulentas, comenzando por la censura de los principales candidatos del frente opositor, la manipulación de padrones que, por ejemplo, posibilitó que sólo el 10% de los venezolanos exiliados pudieran votar.

                     Finalmente, el desvergonzado descaro de presentar números “inventados” por una autoridad electoral que sólo representa el largo brazo de Maduro en los comicios, con la caradurez máxima de no exhibir las actas del acto.

                     Entonces, como nadie medianamente avispado podría ignorar, lo que fue un triunfo holgado de la oposición, en proporción de 7 a 3 (acreditado por actas de sus fiscales), se transformó por arte de la magia bolivariana en el triunfo de Maduro por 51% a 44%. Simplemente, como dijera el economista venezolano y profesor de la Universidad de Harvard Ricardo Hausman, mencionado en su columna por Pagni, “decidieron robarse una elección”. Punto.

                     ¿Qué hace el régimen para mantener el fraude y seguir en el poder? Lo único que está a su alcance: redoblar la represión, encarcelar, atemorizar, matar, lanzar públicas amenazas por parte de las más altas autoridades, sin siquiera guardar las formas.

                     Maduro y sus secuaces han perdido todo freno, están dispuestos a continuar en el gobierno aún a costa de incrementar su método de sangre y fuego. Es que, a esta altura, su miedo a perder el poder y ser juzgados, se ha triplicado y nos les importa que se le caigan las últimas caretas democráticas ni que queden expuestos a la luz del día sus métodos violentos.

                     Lo dice el régimen: “la democracia venezolana es cívico-militar-policial”, y está en lo cierto. La parte cívica, ese 30% que aún los apoya, son los grupos beneficiados con las prebendas estatales, son aquéllos que alimentan, además, los grupos parapoliciales que pululan en el país caribeño, los motoqueros que siembran terror en la población.

                     Los militares, están compartiendo el poder, pero especialmente el poder económico. Se habla reiteradamente del enriquecimiento de las cúpulas militares en los negocios que el régimen les ha entregado. Obviamente, no quieren perder sus negocios y ser además juzgados. Pero ello sucede con la cúpula, no sabemos de los mandos medios y bajos.

                     Finalmente la policía, otro tanto, no sólo en los manejos de su cúpula sino en la fundamental tarea que tienen sus integrantes, a la luz del día o clandestinamente, de reprimir cualquier opinión o acción divergente, sembrando el terror, encarcelando y matando.

                     Parece estar a la vista que Maduro sólo dejará el poder con la movilización popular, pero con el apoyo de un quiebre militar que pueda producirse en el seno de las Fuerzas Armadas.

                     La presión internacional, que viene ejerciéndose desde hace largo tiempo, no sólo parece ser insuficiente sino que su tibieza es patética. Allí está uno de los talones de Aquiles de la oposición, un Lula, un Petro, antes un Néstor y Cristina Kirchner y Alberto Fernández, un Rafael Correa, que en su tiempo apoyaron explícitamente al régimen, y que hoy lo señalan con críticas benignas y sin acciones concretas. Ni qué decir de sus aliados extremos, cual Cuba, Nicaragua, Rusia, China.

                     Es cierto, hoy el socialismo siglo XXI de Venezuela está mucho más débil, atemorizado, arrinconado, aislado. Por ello hay que tener mucho cuidado, el miedo es mal consejero, la debilidad genera mayor represión, y la opción ya no sólo parece ser poder o llano, sino poder o cárcel.

                 La oposición tiene un liderazgo consolidado, María Corina Machado, una política que hace valer su carisma y valentía, debe hacer maravillas para no ser encarcelada. Construyó una magnífica maquinaria de contralor electoral. Pero no fue suficiente ante el descaro madurista.

                 La reunión proyectada en Chile por Boric, Lula, Milei y Petro, puede ser un paso importante a una posición más decidida o al ingreso de una mediación que permita zanjar el conflicto, pero que, no puede ser de otra manera, debe concluir con Maduro fuera del poder. Difícil, más no imposible ante el pavor oficialista.

                 Esta posición, apoyada por varios países latinoamericanos, también es compartida por los Estados Unidos y la Unión Europea.

                 El socialismo siglo XXI, parece estar dando sus estertores últimos, allí es cuando se torna más peligroso e impredecible. A la movilización popular interna y la presión internacional, debe sumarse la inquietud de un sector militar que teme por la caída del régimen como castillo de naipes.

                 Todo esto ya sucedió, y el chavismo sigue, por lo que tememos que con el tiempo, la espuma vaya bajando y el dictador logre acomodar sus calchas y seguir como siempre.

                 Que así no sea.

                 Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back To Top