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VILLARRUEL SE PARECIÓ A MILEI

CÁNTICOS RACISTAS

“Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha”

Victoria Villarruel, Vicepresidenta de la Nación

                   Tantas veces los argentinos confundimos las cosas verdaderamente importantes con otras que sólo tienen capacidad para inscribirse en la anécdota circunstancial, que no pareció raro que fuéramos a calificar los ecos galos de un canto futbolero racista como un hecho de “lesa patria”.

                   Es cierto que los triunfos deportivos de la selección argentina de fútbol, revolucionaron a un pueblo, dándole alegrías que la vida diaria no les otorga desde hace mucho tiempo. Nos identificamos con ese equipo que es conducido con la seriedad y prudencia de los Leoneles, Messi y Scaloni. Chapeau.

                   Pero, como suele ser nuestra costumbre, mucho quisieron colgarse de los triunfos deportivos, que son eso, sólo deportivos, para extenderlos demagógicamente a otros campos, por ejemplo el de la política.

                   Pero como este equipo no se casa con ningún político, ninguna gestión, ningún presidente, una y otra vez se negaron a prestarse a ser protagonistas voluntarios del aprovechamiento político de los éxitos deportivos.

                   El racismo es cosa seria, sobre todo en Europa, en la que conviven distintas razas, lo que se ve reflejado de manera patente en el fútbol. Los cánticos racistas de la hinchada son severamente sancionados por la autoridad deportiva. Pero ése es el ámbito, no más allá.

                   En Argentina, dónde no tenemos ese tipo de discriminación racial, o por lo menos tan evidente, no estamos tan sensibilizados. Por ello, el cántico del equipo nacional, referidos al origen africano de los jugadores franceses, es casi inconsciente del significado racista, es como cualquier otro canto tribunero.

                   Tanto es así que, el jugador que filmó el vivo en el colectivo, Enzo Fernández, lejos estaba de imaginar que ello tendría tanta repercusión. Pero hizo lo que tenía que hacer toda persona que se precie de tal. Pidió disculpas. Así y todo fue objeto de un proceso disciplinario interno. Y punto.

                   Pero no, como es costumbre en nuestra tierra, el asunto escaló de manera desbocada, sobre todo protagonizada por funcionarios de este gobierno tan voluble y presto a crear conflictos de toda laya con muchos países.

                   No extrañó, entonces, que por una simple opinión del entones Secretario de Deportes, quién declaró que Tapia, como presidente de AFA, y Leonel Messi, como capitán, deberían pedir disculpas, fuera despedido de su cargo. Toda expresión repudiando la discriminación, nunca debe ser motivo de sanción, salvo en el gobierno de Milei.

                   La opinión de Garro fue en el marco institucional del fútbol, nunca personal. Es decir que la referencia a Leonel Messi, una de las personas más amigables con las buenas costumbres, no fue personal.

                   El propio gobierno mezcló componentes que no deben ser confundidos, convirtiendo una simple hecho que debió ser dilucidado en el ámbito deportivo, en una cuestión de estado que determinó la reacción del gobierno francés.

                   No es extraño que ello haya ocurrido de tal manera en un gobierno que tiene de todo, menos prudencia y buen trato internacional. De tal manera nos compramos conflictos gratuitos e innecesarios con la Colombia de Petro, el Brasil de Lula, la España de Pedro Sánchez, el FMI de Valdez, y tantos otros.

                   Lo novedoso en este caso es que, el protagonista del exabrupto no fue el presidente, sino la vicepresidenta. Estamos acostumbrados a que Victoria Villarruel, en el gobierno libertario, sea la funcionaria más importante que se maneja con tino, dentro del marco de sus atribuciones, y está resultando un faro de responsabilidad y conciencia para muchos argentinos que no convalidan las formas del disruptivo primer mandatario.

                   Independientemente de sus ideas acerca de la dictadura militar, cuestionada por gran parte de la ciudadanía, Villarruel representa la parte seria, responsable y consciente de esta gestión alocada.

                   Extrañó, entonces, que se viera envuelta en este conflicto por un posteo en su red X, pronunciando conceptos que le hubieran calzado bien a Milei, no a ella. Porque mezcló la sagrada tarea de los patriotas, con una ordinaria expresión de patrioterismo, es decir la alquimia de patria con patoterismo.

                   Y las cosas se dieron vuelta. Paradójicamente, fue la “hermanísima” Karina la que tuvo que pedir disculpas en la embajada de Francia, dejando en falsa escuadra a la vicepresidenta.

                   Algunos argentinos, casi inconscientemente, la aplaudieron por su posteo, pero Victoria Villarruel lo único que hizo es desvalorizarse como funcionaria correcta, firme y responsable. No le suma, es evidente, un acto de demagogia, patrioterismo y sobreactuación. Lo que le suma es no parecerse al presidente en sus reacciones destempladas, y menos aún en temas triviales.

                   La Argentina, para ser considerada una nación seria, debe dejar de lado lo banal, lo poco importante, la reacción adolescente, y concentrar sus fuerzas en presentarse al mundo como un país serio, que tiene instituciones confiables y políticos sobrios. Y en eso, Villarruel era una referente. Esperemos que lo siga siendo.

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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