DESGUACE Y MEDIA SANCIÓN
“Con otra victoria como ésta, estoy perdido”
Pirro, rey de Epiro, batalla de Ásculo
“Lo ideal es enemigo de lo bueno”
Voltaire, filósofo francés
*La media sanción en general de la ley ómnibus, que quedó reducida a menos de la mitad en su articulado, puede ser interpretada de dos maneras: si como Voltaire, lo bueno es lo posible; si como Pirro, una victoria que equivale a derrota. Se verá si el instrumento le sirve al experimento libertario para generar una mejor Argentina.
**Un sector opositor cerrado, dispuesto a dinamitar al gobierno. Otro, dialoguista y prudente, que cargó sobre sus hombros el trabajo pesado de hacer ley un proyecto muy dificultoso.
***Con legisladores de LLA, que sólo leen discursos y levantan la mano y un presidente que denigra a los que le dan gobernabilidad, el oficialismo debería repensar su estrategias de futuro.
Luego de poco más de un mes de remitido por el Poder Ejecutivo al Congreso el proyecto de la “Ley de Bases”, se le otorgó finalmente la media sanción en general por parte de la Cámara de Diputados de la Nación.
Desde algún punto, el gobierno debería estar con Voltaire, es preferible hacer algo en tiempo razonable, que malgastarlo buscando la perfección. Desde otro, si el texto aprobado no le alcanza al gobierno para sus objetivos, es una victoria pírrica.
Una primera reflexión, a partir de las formas democráticas, debería partir de un análisis de los mecanismos parlamentarios en distintos tiempos políticos.
Durante gran parte del kirchnerismo, el palacio de las leyes funcionaba cómo una escribanía del poder ejecutivo. Éste mandaba los proyectos, y la mayoría levantamanos lo convertía casi automáticamente en ley. Una formalidad.
Hoy, con la extrema debilidad numérica del gobierno, el centro de las decisiones legislativas se “trasladó” a su sede natural, a dónde corresponde según el diseño republicano: al poder legislativo.
Durante la gestión kirchnerista el funcionamiento republicano tuvo un carácter meramente formal, uno de los poderes estaba sometido al verdadero poder. Afortunadamente, hoy ya no sucede, aunque todavía existan personas de buena fe que descrean del debate, razón de ser del poder legislativo.
Siempre los extremos tienen algo de injusto o indebido. Aprobar todo a libro cerrado y mano levantada o discutir hasta el cansancio sobre el sexo de los ángeles, representan opciones disvaliosas para la república.
El punto más cercano al funcionamiento republicano, es el debate necesario, que creo es lo que está ocurriendo hoy en el Congreso, gracias a que existe una clara diferencia en el amplio arco opositor.
Por un lado, el kirchnerismo y la izquierda dispuestos a ejercer una oposición irracional. Por el otro, el Pro, el radicalismo y Pichetto, que desean sumar para la gobernabilidad, y lo están logrando con su aporte conceptual y numérico a las propuestas gubernamentales.
A pesar del estilo decisionista del titular ejecutivo, de hecho la Argentina republicana está en el momento más alejado del presidencialismo y muy cercano al funcionamiento de una república parlamentaria. ¿Es esto bueno o malo? Se verá.
Estrategias, posicionamientos y principios estuvieron presentes en el juego parlamentario de un proyecto, que más que una ley, parece ser un compendio de temas diversos, con el declarado propósito gubernamental de ser el instrumento que fecundará una nueva Argentina.
Creo que, reunir tanta cantidad de temas en un proyecto, algunos muy profundos, otros banales, constituyó el error estratégico inicial del gobierno. Seguramente pensó que el carpetazo frondoso durante el primer tramo de la gestión, aseguraba un mejor destino para el proyecto fundacional.
Fiel a su temperamento, el presidente intentó ganar la carrera de atropellada, amenazando, insultando y descalificando a los legisladores, y no a los kirchneristas sino a los que finalmente lo acompañarían en su cruzada, a los que llamó “bloque extorsión”.
Afortunadamente para Milei, la prudencia de los que no están en los extremos apostaron a la gobernabilidad, a pesar de los insultos reiterados que les prodigó a esa “casta” experimentada que obturó cualquier reacción ante el destrato presidencial. Se propusieron darle el instrumento al gobierno y lo consiguieron. Pero, obviamente, no a cualquier precio. Los diputados de la LLA, sólo para dar discursos leídos y levantar la mano.
La norma fue diseccionada, cada tema fue analizado, muchos quedaron en el camino y otros se consagraron finalmente en la media sanción. ¿Tal vez el gobierno esperaba otra cosa? Tal vez, pero lo ideal es enemigo de lo posible, deberían saberlo, especialmente cuando se juegan tantos temas tan importantes.
El trabajoso trámite parlamentario desembocó en berrinches reaccionarios de algunos funcionarios, especialmente los del Ministro de Economía que, enojado, retiró el capítulo fiscal del proyecto. En revancha, prometió más ajuste a las provincias.
Debe dejarse expresamente sentado que el retiro de los temas económicos del proyecto, no le impide al poder ejecutivo hacer un “ajustazo” con el propósito de llegar al déficit cero, aunque en el camino queden el salario de los empleados públicos y los haberes jubilatorios, a través de la licuación de los mismos por inflación. Las provincias también sufrirán el ajuste, porque, por ahora, no recuperarán la amputación “Massa” de la coparticipación.
El texto aprobado tiene un conjunto de temas de trascendencia, especialmente en cuanto a la delegación de funciones legislativas al poder ejecutivo, las que seguramente se acotarán en el tratamiento en particular.
Otro tanto sucede con la emergencia, que le permitirá al presidente adoptar decisiones excepcionales que trascienden el marco de la normalidad democrática y se inscriban en el los lindes de la autocracia.
El tratamiento en Diputados de la ley ómnibus deja varias enseñanzas. Primero, al propio presidente, que debe ponerse las pilas y entender que su discurso de campaña contra la casta destiñó completamente, lo dicen Daniel Scioli y otros en su gobierno. Sus críticas deben ser puntuales y no descalificatorias de aquéllos que le están dando gobernabilidad a su gestión.
Segundo, que hay sectores políticos, precisamente el que se ubica en el medio legislativo, que están elevando la vara de la buena política, debatiendo, apoyando lo que consideran adecuado, cambiando lo que no, y confiriendo gobernabilidad a una gestión que la necesita.
Tercero, que hay sectores políticos de posiciones extremas, el kirchnerismo y la izquierda, que se dedicarán estos cuatro años a obstruir y jugar al fracaso de la gestión Milei, cuando no a su caída. No otra cosa demostraron en las arduas sesiones, con papelones dentro y fuera del recinto, producto de su impotencia numérica.
En cuarto lugar, que la batalla contra la protesta irracional, el corte de calles, la paralización de la actividad general por la decisión de cuatro dirigentes y un par de miles de piqueteros, empieza a encarrilarse. Bullrich recibe insultos de los que se sintieron dueños de la vía pública por muchos años, pero seguramente percibirá los aplausos de la mayoría silenciosa que es la que trabaja y estudia. Firmeza no es violencia, hacer cumplir la ley no es represión.
No sabemos aún cuánto la norma con media sanción contribuirá a paliar los problemas principales de la Argentina. Falta correr agua bajo el puente para emitir un juicio acerca del experimento libertario.
Por ahora, se piensa que en los próximos meses la inflación comenzará a bajar, no como consecuencia de una mejora de las condiciones macroeconómicas, sino por la caída del poder adquisitivo de la población y la recesión consecuente.
Es de esperar que haya una siguiente y cercana etapa de verdadera recuperación en términos económicos y sociales. Para ello, que nadie tense la cuerda innecesariamente, menos aún quienes tienen la responsabilidad de gobernar.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI