Bullrich Pullaro radicalismo Valdes Zdero

LA RENOVACIÓN RADICAL FORTALECE A BULLRICH

ZDERO, PULLARO Y VALDÉS

“La pregunta no es a quién le comprarías un auto usado, ni a quién dejarías a tus hijos, sino a quien le vas a entregar los fierros: ¿a Massa, a Milei o a Bullrich”

Victoria Liendo, Revista Seúl

*Los resultados del Chaco y Santa Fé, muestran la recuperación de un radicalismo que en las Paso tuvo su peor performance. Como Valdés en Corrientes, Zdero y Pullaro, son los anclajes renovados de un partido tradicional, que fortalece las chances presidenciales de Patricia Bullrich.

**En este interminable año electoral, nada está dicho de manera definitiva. La gente ha mostrado su cara menos previsible, puede votar una alternativa en la nación y otras diferentes en provincias y municipios.         

***Es importante el mejoramiento de la performance electoral de un partido tradicional, porque muestra que el sistema tiene sus propios modos de autodepuración, sin necesidad de tirar la democracia por la ventana.

                   Probablemente, 2023 sea analizado como el año diferente desde el punto de vista electoral, mostrando no sólo una oferta más variada sino una demanda más sofisticada.

                   Es que, en este extenso y agotador viaje hacia el 10 de diciembre, las cosas no transcurren en dirección unívoca ni se mantienen invariables los ejes electorales.

                   Al tradicional bipartidismo que presidió la Argentina desde la renovación democrática de 1983, dónde los partidos tradicionales coparon el escenario presidiendo las alianzas que se disputarían el poder, hoy ha irrumpido una fuerza, en rigor de verdad un candidato, que tercia fuertemente en la pelea, y que, por lo menos a la vista pública, no cuenta con condimentos peronistas ni radicales.

                   Es que, además de la mutación de nivel nacional, se advierte en la sucesión de elecciones provinciales una fina praxis quirúrgica del electorado, al discernir su voto sin preconceptos ni sentidos de pertenencias que hagan previsible el resultado.

                   Las encuestas deben apreciarse con la lupa de la desconfianza. Sus informes no sirven ya a las fuerzas políticas para afinar estrategias, como debería serlo, sino que muchos encuestadores son instrumentos pagos para condicionar la voluntad del elector.

                   Así y todo, el escenario no sólo es cambiante sino que está fragmentado desde el punto jurisdiccional, dónde no se sigue la lógica de resultados encadenados en un mismo sentido (nación, provincias y municipios). Las Paso mostraron una cosa y las elecciones provinciales, en la mayoría de los casos, otra distinta.

                   Pueden sí, entresacarse algunas líneas direccionales en relación a la multiplicidad y variedad de resultados, que nos ayuden a entender la lógica del cumpleaños número cuarenta de la recuperada democracia.

                   La primera, estimo, es que la mayoría de los argentinos quiere un cambio. No podría ser de otro modo, es el instinto de supervivencia personal, a raíz de un gobierno que nos está dejando en la más absoluta pobreza, falta de perspectivas y desazón.

                   La pregunta aquí es ¿qué cambio? Si nos atenemos a los resultados de las Paso, es preferido el cambio disruptivo, el de tirar a los políticos por la ventana y llamar al mago. Más, si vemos hacia la Argentina profunda, advertiremos que el mago se encuentra en la más absoluta soledad, sin propuestas locales o con propuestas que no pasan del 5% de adhesión, como pasó en el Chaco.

                   La segunda es que el oficialismo se encuentra decididamente barranca abajo. Está sosteniendo unos pocos enclaves provinciales, Gildo es el paradigma continuista; pero pierde en la mayoría de ellos, los Rodríguez Saa son el prototipo de la situación más repetida, el cambio.

                   En estos días, Juntos por el Cambio parece sacudirse el estado de shock de las Paso, al ritmo de los triunfos radicales en las provincias.

                   El resultado de la provincia del Chaco deja como hito el cachetazo histórico que recibe el peronismo, que desde 1983 no resignó nunca un territorio en el norte del país, salvo con Morales en 2015 en Jujuy. Hoy las provincias perdidas son varias, y se preanuncian otras en las elecciones provinciales que restan.

                   Así como los partidos tradicionales están abandonando el centro de la escena, para dejar paso a nuevas propuestas, no todo se presenta lineal en ese sentido, y para uno de ellos existen signos de recuperación.

                   En las Paso, la Unión Cívica Radical presentó su peor performance, fue copartícipe perdedora en una interna y desdibujó la imagen de muchos dirigentes que jugaron en el espacio derrotado.

                   Sin embargo, el partido de Alem e Irigoyen, que nació al calor de las luchas contra el régimen conservador de los inicios del siglo pasado, paradójicamente es la expresión política tradicional que mejor representa al sistema, ese sistema que es vilipendiado por el libertario.

                   Me estoy refiriendo al sistema de partidos que la Constitución establece como intermediación obligatoria y necesaria entre representante y representados. Su organización, su permanente brega por los principios democráticos, y fundamentalmente su territorialidad, hicieron que comience a mostrar una lenta y sostenida recuperación de la mano de nuevos dirigentes.

                   Ayer fue Santa Fé, que con Máximo Pullaro a la cabeza, arrebató al peronismo un bastión importante en el que supo reinar el socialismo. Lo del Chaco no es sino la confirmación de ello.

                   Leandro Zdero, así como Pullaro, vienen a constituir la renovación interna, dirigentes jóvenes que nacieron de la militancia partidaria, pero que vienen a dar un nuevo aire al radicalismo.

                   Capitanich cayó víctima de sus propios yerros, pero sería injusto atribuirle al chaqueño todas las culpas. Un continuismo asfixiante, el tremendo caso del asesinato de Cecilia Stra, que dejó al descubierto su maridaje con el clan Sena, lo dejó al borde del precipicio. El resto hizo la pésima gestión nacional, no le dio muchas chances de sostenerse en la gobernación, que tiene al peronismo desde hace 16 años.

                   Sin embargo, un poco y un poco. El segundo gran poco lo puso el propio Zdero, que representó no sólo una cara nueva en la política grande del Chaco, sino que supo presentar un esquema posible de cambio, gobernabilidad y esperanza de cara al futuro.

                   Pero existe una candidata tributaria de la recuperación radical, la de Pullaro y de Zdero, también la de Gustavo Valdes, el mandatario correntino que apostó fuertemente por el chaqueño ganador. Esa no es otra que Patricia Bullrich, que cambia el aire perdido en las Paso y vuelve a fortalecer sus chances de ser la presidenta de los argentinos.

                   En un mes, Pullaro en Santa Fé, Zdero en el Chaco y muy probablemente Cornejo en Mendoza, mostraran una arquitectura territorial de un radicalismo que está vivo y consolidado en la gestión institucional de administraciones provinciales.

                   Es lo que no demuestra el propio peronismo tradicional, o el kirchnerismo debilitado, que pierden semanalmente muchos de sus enclaves tradicionales.

                   Pero también se desdibuja Javier Milei, porque nos da cuenta de una figura en soledad, que carece de anclajes políticos e institucionales, sus candidatos no representan alternativa válida en ninguna provincia.

                   También los resultados santafecinos y chaqueños dejan una enseñanza importante para los desilusionados: que las instituciones son fundamentales en el sistema democrático, que dentro del mismo es posible renovar, buscar alternativas, nuevos dirigentes, ideas renovadas, sin necesidad de dar saltos al vacío desde propuestas disolventes y suicidas.

                   Valdés viene mostrando esa transformación, no en balde es apreciada su gestión por sus comprovincianos. Seguramente Pullaro y Zdero formen parte de una renovación de ideas y dirigentes, dentro del esquema de las instituciones democráticas.

                   Milei, desde la espectacularidad escénica, y Massa repartiendo a diestra y siniestra, son la contracara de Patricia Bullrich, que muestra sus credenciales de un cambio con anclaje institucional, un cambio democrático. ¿Le alcanzará?

                   Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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