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EL TANK THINK CAMPORISTA

CLASE MAGISTRAL DE CRISTINA

“No, no se trata de una persona, es necesario volver a construir programas de gobierno, es necesario que nada vuelva a depender de una persona”

Cristina, en La Plata

*Gobernar primero, pensar después. En el fin de su gobierno, al kirchnerismo se le ocurre crear un centro de estudios para la elaboración de políticas públicas. ¿No es un poco tarde? Un pretendido think tank, que en realidad es un tank think para engañar a la tribuna y simular una enjundia ideológica de la que carecieron en los dieciséis años de mandato.

**La “conferencia magistral” de Cristina no fue precisamente académica, antes bien un cacareo populista para enardecer al público adicto y satisfacer su ego.

***No quiere ser candidata a presidenta, no soportaría perder, pero deberá hacer bien sus cálculos para rechazar una senaduría que le garantizaría indemnidad judicial.

                   El derrumbe del domingo pasado, de parte del techo del Teatro Argentino de la Plata, dónde apenas tres días antes Cristina estuvo dando cátedra en su promocionada “clase magistral”, no fue un castigo de dios como se sugirió sesgadamente, tampoco un sombrío pronóstico sobre el futuro oficialista, “No se hagan los rulos” (antigüedad de al menos 100 años: “no se hagan ilusiones”), diría la expresidenta, fue sólo la acción de la naturaleza.

                   La hecatombe gubernamental, en cambio, nada tiene que ver con los fenómenos naturales, son voladuras de techo provocadas por los vientos calientes de la realidad. Ya no en el Teatro de La Plata, sí en la Casa Rosada, dónde el huracán socio económico amenaza con dejar al descampado a todo el gobierno.

                   En el acto platense se consagró formalmente la creación de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner (EJNK), motorizada por Máximo Kirchner, el ex ministro de educación Nicolás Trotta y el sindicalista porteño Víctor Santa María, cuyo objeto es la elaboración de una agenda de futuro con el diseño de políticas a largo plazo y la formación de cuadros políticos.

                   Es, en definitiva, la creación del “thlnk tank” del kirchnerismo, que incluye a todos, menos a Alberto, y que pretende constituirse en una usina de ideas para la elaboración de programas de gobierno.

                   Temo decir que, tanto los ideólogos como la propia Cristina, comienzan por el final, lo cual podrá ser romántico y seductor pero camina en sentido contrario a la lógica de gobernar.

                   Los gérmenes ideológicos de un probable gobierno deben elaborarse con anterioridad a la gestión, lo que resulta demasiado obvio, no al final como parece el caso.

                   Los “think tank”, cuyo nombre en inglés significa “tanque de pensamiento”, son instituciones o grupo de expertos cuya función es la reflexión y la construcción de ideas y programas políticos e institucionales para aplicar por el gobierno.

                   Sin perjuicio de que los hay independientes y temáticos, cada sector ideológico suele tener el suyo propio, que son los que suministran el contenido de las campañas electorales y de las políticas públicas a implementar.

                   Afecta al orden natural de las cosas que, a quienes gobernaron dieciséis de los últimos veinte años y que están en el final de su cuarto mandato, se les ocurra crear un centro de análisis de ideas. O se acordaron un poco tarde, o tienen la máquina del tiempo.

                   Es cierto, el populismo tiene pocos secretos, su ideología, si así puede llamarse, y su modo de gestionar están expuestos, como expuestos están sus resultados catastróficos. Que ahora pretendan trabajar por la elaboración de ideas de gobierno, sólo los descubre ante la sociedad sobre su falta de ideas durante dieciséis años de gestión efectiva.

                   De allí el título de la columna de hoy, “tank think”, una inversión de términos, que surge de la inversión de tiempos con que el kirchnerismo encara la nueva etapa: pensar al final de su gobierno, luego de gobernar sin pensar.

                   Hago un paréntesis en el análisis central de este artículo. La Argentina figura como el país con más think tanks de América, después de los Estados Unidos y quinto a nivel mundial. Así lo indica un informe elaborado por la Universidad de Pensilvania. Con tan pobres resultados, no parecería que los “tanques de pensamiento” garanticen el buen gobierno, por lo menos no en nuestro país.

                      Pero volvamos a la “clase magistral” de Cristina. Distó mucho de serla, apenas la consabida colección de ladridos populistas, cuyo objeto no fue enriquecer la cátedra sino avivar el fuego en las enrojecidas manos de sus acólitos, que no dejaban de corear las consignas clamorosas de su candidatura presidencial.

                      Es notable el doble discurso de la expresidenta, que indudablemente surge de una moral oportunista, una para cada momento. Y no estoy hablando de corrupción, sino de sus posiciones políticas que se anota en los éxitos pero que desconoce en los fracasos.

                       Decir que “es necesario que nada vuelva a depender de una persona”, es ir exactamente en sentido opuesto a lo que es su esencia, un reconocimiento del fracaso de su personalismo recargado, de su ejercicio autocrático del poder, pero también una tácita admisión de que no tienen candidatos a futuro.

                      Sus repetidas críticas al Fondo, tanto que su charla se denominó “La Argentina circular. El FMI y su histórica receta de inflación y recesión”, es un cacareo tribunero inoficioso, mientras “su” Ministro de Economía, al que llamó amistosamente “Sergio”, negocia con el organismo de todas las maneras posibles con su implícita aprobación. Doble mensaje, stop.

                   A su clase no podían faltar sus enemigos, esas entidades malévolas que los populismos crean para cargarle las culpas de sus propias ineficiencias. Además del FMI, cargó no ya con el consabido “Ah, pero Macri”, esta vez los males fueron colocados en cabeza de “la derecha liberal”. Nada nuevo en el multiverso kirchnerista, @alferdez ya lo había tuiteado en oportunidad de sacarse responsabilidades por la disparada del dólar.

                   Párrafo aparte merece el análisis ideológico de la vicepresidenta. Dijo que “hoy el capitalismo ya no es una ideología, es un modo de producción”, para concluir que el tema es “quién conduce los procesos de producción, si se lo dejamos al mercado o el estado vuelve a tomar el control”.

                   Aplazo para ella, el capitalismo no ha dejado de ser una ideología, sino que se ha convertido en la “única ideología” a partir de la caída del comunismo en el mundo. Y lo que propone Cristina, bajo la pátina de que tiene que ser el estado el que conduzca los procesos de producción, es la vuelta al “colectivismo”, modo de sociedad comunista en el que es la burocracia estatal la que maneja la economía.

                   En realidad, colocando los resultados del gobierno de los Fernández en blanco sobre negro, no cabe duda de que nuestro país fue hundido por el irresponsable reparto populista, que hizo crecer desmesuradamente el estado, no en funciones sino en gastos. La “inflación” no se debe a la maldad del FMI, sino a un déficit estatal catastrófico producto de sus políticas.

                   Y es un mito que la redistribución de la riqueza se logre a través de las ayudas sociales, éstas representan cadenas continuas de sometimiento de los más necesitados a las dádivas de sus captores, que los mantienen en la necesidad.

                      “Escribí Cristina 2023 en tu cuaderno, sacale una foto y publicala en tus redes”, parece ser la primer brillante idea del “tank think” de La Cámpora, para completar el operativo clamor y corresponder a la desentendida líder, que apuntala su ego con el ruego de sus regimentada barra.

                      Pero, “no se hagan los rulos”, Cristina no va a ser candidata a presidenta, es muy alto el riesgo de derrota, mejor una senaduría que aseguraría indemnidad judicial.

                      Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

*Los artículos de esta página son de libre reproducción, a condición de citar su fuente

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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