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MACHISMO, UN PASITO ATRÁS

LEY DE PARIDAD DE GÉNERO

“Si una mujer entra en la política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran en la política, la que cambia es la política”

Florentina Gómez Miranda

*La paridad de género camina en sentido positivo pero no es la igualdad. La verdadera igualdad es la de oportunidades, aquélla que no precisa de leyes de discriminación positiva. Para ello, la sociedad correntina necesita de un avance cualitativo que hasta ahora no tiene.

**En nuestra provincia, nunca una mujer integró la fórmula gubernativa, lo que da una idea de la profundidad de la discriminación.

***Llegará el momento en que no sean necesarios los bastones normativos, porque la igualdad surgirá de la naturalidad de las cosas.

                          Finalmente, hace una semana se sancionó la ley de paridad de género, que determina la participación política igualitaria entre hombres y mujeres en los cargos legislativos de la provincia de Corrientes.

                          Quienes ven el vaso medio lleno, con optimismo XXL se atrevieron a calificar de “histórica” la sesión de Diputados. Otros, sin dejar de reconocer el paso positivo, sintieron el “gusto a poco” que dejó la modificación de Senadores, al eliminar la autopercepción del género en la determinación porcentual, y no comprender a los tres poderes.

                          De cualquier modo, la paridad legislativa no puede sino saludarse como un paso hacia la igualdad política entre hombres y mujeres, aunque hayamos sido el vigésimo segundo distrito en incorporarla. Más vale tarde que nunca.

                          Pero, a no confundirse, la paridad no es igualdad. Las normas, como la sancionada, constituyen “bastones” legales que el ordenamiento jurídico confiere para que los sectores tradicionalmente postergados (en este caso, nada más y nada menos, el género mujer) puedan participar del goce de los derechos democráticos.

                          Llegará el tiempo en que toda esta normativa de “discriminación positiva” deba ser derogada. Ése será el tiempo de la verdadera igualdad, esa igualdad de todos los seres humanos que deviene naturalmente de su condición de tales. Ése será el tiempo en que la discriminación se efectuará por trabajo, sensibilidad social, capacidad, dedicación, ideas, mérito, y el género no será determinante.

                          El debate de fondo no es la matemática legal. La pregunta que debemos hacernos es: ¿la paridad de géneros es un valor en sí misma? ¿Mejora la política, la capacidad de los administradores del estado, la eficiencia en la formulación de las políticas públicas? ¿es útil para la sociedad en su conjunto?

                          Ése es otro debate que tiene que darse en profundidad. Adelanto mi opinión positiva mencionando a la gran abogada y política radical, Florentina Gómez Miranda, cuando dijera: “Si una mujer entra en la política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran en la política, la que cambia es la política.

                          El machismo atávico en la historia del mundo recién ha comenzado a cambiarse con verdadera fuerza en el siglo XXI. Parece mentira que hace sólo setenta años en nuestro país se estableció el derecho femenino al voto, en cuya lucha debe destacarse a grandes mujeres como Eva Perón, Julieta Lanteri, Elvira Rawson Cecilia Grierson y Alicia Moreau.

                          La lucha feminista tiene una larga historia e hitos relevantes. La política no es el único campo de batalla. La discriminación existe en muchos enclaves, como el laboral, la sexualidad, el rol social, el lenguaje.

                          El feminismo premoderno de la edad media se realizó en medio de una sociedad estamental, que excluía la igualdad entre sexos. En la etapa romántica de la Ilustración, se incorporó el pensamiento feminista en la Revolución Francesa. En la primera ola, de fines del siglo XIX y principios del XX, la lucha fue por la equiparación en términos de los derechos de propiedad y capacidad de obrar dentro del matrimonio. La segunda ola feminista, a principios de los 60, hizo hincapié en una gama más extensa de temas, incluyendo la desigualdad de hecho en la sociedad, la sexualidad, la familia, el lugar de trabajo, los derechos de reproducción. En la tercera ola que estamos transcurriendo se centra en la toma de conciencia de la propia mujer de su rol individual y social.

                          Y por casa, ¿cómo andamos? Corrientes es una provincia tradicionalista, lo dice su historia y su presente. Su propio devenir determinó la consolidación de un dominio de la concepción machista en la política y en la sociedad. Las participación femenina en hechos de gran trascendencia, fueron la excepción virtuosa en el proceso de dominio del hombre. Generalmente, no fueron destacadas en su individualidad, sino por su rol de esposas, madres o hijas.

                          Si consideramos el aspecto político institucional de la provincia, la presencia de la mujer en lugares de poder ha sido escasa, casi nula. La primera cuestión para destacar es que no ha habido en nuestra historia ninguna mujer gobernadora ni vicegobernadora, dos lugares de máxima relevancia reservados para hombres.

                          El actual gabinete provincial de ministros está constituido por diez hombres y tres mujeres, es decir que la participación femenina es de apenas el veintitrés por ciento.

                          El poder legislativo fue siempre de mayoría masculina, lo que se intenta cambiar con la nueva ley. Si bien en el ámbito de la justicia es en el que la mujer tuvo mayor participación, en el órgano judicial más alto de la provincia, el Superior Tribunal, los cinco ministros son hombres. La última mujer, que se recuerde y ya hace más de veinte años, fue la gran magistrada Alicia Inés Fagalde de Duhalde, que dejó una impronta virtuosa en ese ámbito. El gobierno radical no designó ninguna mujer en ese cuerpo.

                          Pero no sólo se trata de los cargos que se ocupan en la política y en las instituciones, sino en los cenáculos del poder real, dónde se toman las decisiones que importan. Podrá haber paridad de género legislativa, pero quienes forman las listas de candidatos/as, son las elites partidarias que en su mayoría están constituidas por hombres, por lo menos en los grandes partidos.

                          Todo este dominio machista también se configura en terreno social, laboral, etc. Los hombres dominan, tienen los mejores puestos, las mejores remuneraciones, los lugares de relevancia social.

                          Si el machismo es un dato negativo de la realidad, el peor machismo es el “machismo femenino”, es decir la concepción de la propia mujer, arraigada en importantes sectores de la sociedad, de creer que el lugar que ocupan en los distintos ámbitos, familiar, social, político, es el que les “corresponde”.

                          El feminismo ha traído consigo también muchas críticas. Ha sido cuestionado por el autoritarismo político con que muchas veces es gestionado, su carácter esencialista, que en definitiva consagra una contradicción en el núcleo de su lucha, su visión dicotómica que fomenta una discriminación al revés, su falta de visión equilibrada y global de la sociedad.

                          Y muchas de esas críticas dan en el blanco. Sin embargo, en descargo de ello, diré que está tan arraigada en la sociedad la impronta machista, con su secuela de injusticia social y muchas veces de abuso de género, que se necesita una fuerza en contrario mucho mayor para poder equilibrar la balanza, y, obviamente, en ese trance, se cometen excesos.

                          En suma, Corrientes ha ingresado en el círculo virtuoso de la igualdad jurídica entre géneros. La ley de paridad sancionada camina en ese sentido, pero muy equivocados estaríamos si aquello que se califica ampulosamente como “histórico”, constituye el engañapichanga sólo para tranquilizar las conciencias y mantener el “statu quo” fáctico.

                          Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

*Los artículos de esta página son de libre reproducción, a condición de citar su fuente

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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