EL ARTE DE LA GUERRA
“Debemos escoger muy bien nuestras batallas porque no las podemos librar todas. Y hay batallas que valen la pena, hay batallas que son inútiles y hay batallas que sabemos que es mejor no meternos”
Sun Tzu, “El arte de la guerra”
*En lo único que se parecen Putin y Fernández es que ambos son mandatarios que declararon una guerra. Las armas del ruso matan y destruyen, las del argentino dan risa. Soldados, bombas, misiles y tanques no le están alcanzando al ex KGB para terminar la conquista de Ucrania. El “sarasazo” de Alberto y su “Armada Brancaleone” tampoco parecen suficientes para acabar con la inflación.
**Los ucranianos tienen la esperanza de que acabe pronto la invasión injusta y destructora. Los argentinos ya perdimos la fe de que la corrosión inflacionaria vaya a terminar alguna vez.
***La guerra en el hemisferio norte mata personas y destruye ciudades. La nuestra, masacra bolsillos y sepulta ilusiones.
Jueves 3 de febrero de 2022. Moscú. En las intimidantes instalaciones del Kremlin, el presidente ruso se reunía con su homólogo argentino. Nada hacía presagiar, o sí, que en apenas un mes ambos mandatarios declararían unilateralmente la guerra. Putin contra Ucrania, Fernández contra la inflación.
Es cierto, la reunión de tropas rusas en la frontera con Ucrania no auguraba nada bueno. Putin se preparaba, para algunos era una simple amenaza, para otros un inminente desenlace. Fernández no reunió tropas ni armas, esperó hasta que el índice inflacionario de febrero le indicara 4,7% (alimentos, 7,5%), para recién fijar la fecha de la guerra, sólo le faltó la hora.
Las guerras rusa y argentina tienen algunas analogías. Ambas fueron declaradas unilateralmente por el poder, sin apoyo social, quizás fuera de tiempo, y sin previsión de las consecuencias.
Sun Tzu fue un general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo. Escribió el tratado más antiguo que se conoce sobre el tema y el más estudiado a través de los tiempos, “El arte de la guerra”. El libro fue inmune a los siglos, sus consejos continúan manteniendo vigencia, lo siguieron Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung, y muchas otras figuras.
Decía Sun Tzu que la guerra se estructura en cinco factores, que deben ser calculados y precisados: la virtud, el clima, la topografía, el mando y la disciplina. Describió la virtud como la cohesión entre los superiores y el pueblo; al mando, como una cuestión de conocimiento, de credibilidad, de humanidad, de resolución y de severidad.
Putin ni Fernández pueden decir que detrás de sus batallas hay virtud. La invasión a Ucrania es la guerra del ex KGB, no del pueblo ruso. Tampoco detrás de Fernández están los argentinos, porque no es una guerra, es una parodia.
A nuestro presidente hay que agregarle una marca negativa especial en el quinto requisito de Sun Tzu, el mando, porque está visto que carece de conocimiento, de credibilidad, de resolución.
Pero hay algo muy importante que también decía el general chino: no hay que dar todas las batallas, hay que saber escogerlas. Tanto el ruso como el argentino han elegido mal sus batallas, están inmersos en contiendas inútiles, que no valen la pena y que no tienen el triunfo asegurado.
El “enemigo” de Putin son los “nazis” del gobierno ucraniano, falacia que se explica con la ley de Godwin, que se popularizó en 1990, y que dice: “A medida que una discusión se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tienden a uno”. Más corto: si no sabemos a quién culpar, culpemos a Hitler y los nazis y la discusión termina, no hay modo de continuarla.
Cómo es propio de los populismos, el “enemigo” elegido por Alberto son los “empresarios especuladores”, algo así como los nazis, con lo que se intenta cerrar todas discusión sobre las causas de la inflación.
Aunque el de San Petesburgo obtenga una victoria “a lo pirro” en Ucrania, la derrota ya ha sido decretada. Con su jugada suicida, Putin colocó al pueblo ruso fuera del mundo, lo convirtió en un paria internacional que los regresará a tiempos superados de aislamiento, de atraso y de desconfianza.
Al de Buenos Aires, seguramente no le irá mejor con su guerra, porque resultará sólo un capítulo más de una saga que nunca cambia su argumento. Si hacemos siempre lo mismo, no pretendamos obtener resultados distintos. El “sarasazo” de Alberto Fernández no es mejor que el “rodrigazo” de Isabel.
También existe una cuestión de medios. Para Putin, una cosa es el bombardeo aéreo, con aviones, drones o con misiles, tomar las ciudades con la infantería es mucho más complicado.
Alberto tiene dispositivos de combate mucho más elementales, pasados de moda, de ineficacia probada. Es como que, en el siglo XXI, vayamos a la guerra con los viejos fusiles de cerrojo Mauser 1908.
Nuestra primera espada institucional pretende batallar contra la inflación con medidas que ya fracasaron reiteradamente en el pasado, como el control de precios y la aplicación de la ley de abastecimiento contra los empresarios. El último fiasco fue el de fines del año pasado, a través de los precios cuidados de Roberto Feletti, cuyo resultado fue la inflación de 4,7% en febrero.
En la clásica película italiana de 1966, para reclamar un feudo el aristócrata medioeval Brancaleone construyó un ejército (“armata” en italiano) conformado por bandoleros mal armados y muy miedosos. La ingenuidad y poca valentía de Brancaleone y su medroso “ejército”, causan situaciones irónicas y jocosas, que les impiden concluir con éxito su misión.
Sin ninguna medida concreta informada al iniciar la “guerra” el 18 ppdo., quedó claro que Alberto, antes que misiles, drones y aviones para dar su batalla, conformó su propia “Armada Brancaleone” con un conjunto de funcionarios ineficientes que deben aplicar medidas inexistentes.
El inicio de las hostilidades contra la inflación, anunciada por el gobierno con bombos y platillos, fue una más de una larga cadena de improvisación oficial. “Bombas de sarasa”, “mucho relato, ninguna medida”, “al final la guerra no fue ni siquiera un desfile”, “terraplanismo económico”, “soldado que huye sirve para otra guerra”, fueron algunos de los calificativos utilizados desde los distintos sectores políticos.
Es que pareció, más que nunca, que el desorientado Fernández terminaba por gastar el poco crédito que le resta ante una ciudadanía que, si no fuera porque lo sufre, no puede creer lo que está viendo de su gobierno.
Alberto se pareció, más que nunca, al aristócrata medioeval. Sus funcionarios incompetentes, sus medidas con olor a naftalina, su armamento antiguo, sus anuncios poco contundentes, su escasa valentía para hacer lo que hay que hacer, demuestran a los argentinos que nuestro gobierno se dispone a fracasar una vez más en la guerra contra la inflación. ¿Y si probamos con un plan económico?, digo, para variar.
Es que su “Armada Brancaleone”, es un ejército mal armado de medrosos bandoleros, que no puede funcionar siquiera en la ficción, obviamente menos aún en la compleja realidad argentina.
No parece tan difícil entender esto, ¿o sí? Lo poco que anunció Alberto ya fracasó antes, en casi todos los momentos de la historia argentina, desde el “rodrigazo” de los 70 hasta el “sarasazo” del 2022. Por dios, basta de relato mal armado.
De más está decir que el presidente Fernández no se lleva muy bien con las oportunidades. Ofrecerle la Argentina como “puerta de entrada” a un presidente que se aprestaba a invadir un país vecino no fue lo mejor, calificar las presuntas medidas antiinflacionarias como el inicio de una “guerra” en tiempos de bombas, destrucción y muerte en Ucrania, tampoco.
Entonces, nada podemos esperar de un gobierno al que también le soltaron la mano desde su propio espacio político.
Evidentemente, ni Putin ni Fernández leyeron a Sun Tzu.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI
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