LA FE MUEVE MONTAÑAS.- Dice el Antiguo Testamento: “Es, pues, la fe de la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).-
Reconociendo los meses difíciles que le toca por estos días transcurrir a los argentinos, el pasado día de la patria el Presidente Macri destacó la energía positiva que hay en el país para construir un mejor futuro: “esta esperanza, que va de Jujuy a Tierra del Fuego, está empezando a construir la realidad que soñamos”
El mejoramiento de la situación socio económica, que reiterativamente anuncia el gobierno para el segundo semestre del año, ¿es una cuestión de fe o una afirmación basada en datos de la realidad?
La fe, conceptualmente expuesta, es la creencia sin pruebas.- La certidumbre tiene una raíz espiritual, no está fundamentada en hechos objetivos de los que pueda deducirse una conclusión racionalmente válida.- Se cree que sucederá lo que se pregona, por un componente inmaterial que es la fe.- La razón, por el contrario, necesita de elementos que exceden el campo interno de las creencias, precisa de conceptos que se externalicen en el terreno de las comprobaciones fácticas.-
Entiendo que el mensaje de la nueva administración, apela reiterativamente al alma de los argentinos antes que a su costado racional.-
Según la visión oficial, la difícil situación socio económica que atraviesa el país, es el Rubicónque es necesario atravesar para llegar a Roma, el purgatorio que debemos transitoriamente habitar para alcanzar finalmente el paraíso.-
La devaluación de la moneda, el incremento tremendo de precios y tarifas, el aceleramiento de la inflación, la depreciación de salarios y jubilaciones, la pérdida de fuentes de trabajo, la caída evidente del consumo, se presentan como la medicina amarga que la gente debe tragar para la cura de la enfermedad.-
No pocos intuían que el sinceramiento de la economía que Prat Gay lleva a cabo, figuraba en los planes de todos los candidatos en las elecciones pasadas, en muchos casos rigurosamente guardados bajo siete llaves, para no perder votos ni mensaje.- Con este u otro gobierno, para la mayoría de los economistas, constituía el paso indispensable.-
Desde los keynesianos más fanáticos hasta los monetaristas de libro, aparecía como evidente que una cosa es lo que se dice en la academia y otra en el campo del manejo de la economía de un país.- En el ámbito de las realidades, ninguno de ellos es absolutamente puro, ni Kicillof –que ya realizó una devaluación en 2014- ni obviamente Prat Gay con las medidas actuales.- El déficit operativo fenomenal, el gasto sin control del estado, es una amenaza hacia todos, porque dinamita las bases mismas del sistema y preanuncia el recrudecimiento de una inflación disolvente.-
Ahora bien, tengo para mí que, en el interregno hacia un tiempo mejor, la gente común es la que lleva el costo principal de los platos rotos en la fiesta populista, no tiene ninguna posibilidad de defender la integridad de sus ingresos, debe aguantar a pie firme las duras consecuencias del vendaval inflacionario.-
El gran empresariado, que nunca dejó de tener la sartén por el mango, ni en tiempos kirchneristas, descarga siempre los efectos de la crisis sobre los consumidores.-
La iglesia ha advertido sobre las consecuencias del plan gubernamental, los reclamos gremiales por salarios, la actividad de algunos movimientos sociales en el plano de la protesta, parecieran el corolario inevitable de un tiempo difícil, aunque por ahora no se advierte la virulencia que otrora jaquearon gobierno no peronistas.-
Vivir en democracia supone el funcionamiento delsistema de “checks and balances” (controles y contrapesos).- El equilibrio institucional está apoyado en el adecuado funcionamiento de los tres poderes, en especial la Justicia.- La aplicación del mecanismo de reparto proporcional de la representación legislativa, supone el contrabalance político del poder a través de la presencia de la minoría opositora.-
Pero también, en una democracia sustantiva, funcionan los contrapesos sociales que buscan equilibrar la balanza.- Las instituciones intermedias, como la iglesia, los gremios, la dirigencia social (salvando los excesos de la ideologización extrema o de los intereses espurios), resultan la contrapartida necesaria para visibilizar a los sectores menos pudientesde la sociedad, el asalariado, el pequeño empresario, los que no tiene trabajo.-
No hay que extrañarse, en consecuencia, que dichas instituciones intermedias tengan presencia activa en momentos como éstos.- Es cierto que muchas se mantuvieron inexplicablemente en silencio durante el gobierno pasado, pero la necesidad de contrapesar las medidas gubernamentales en favor de la reactivación empresaria, necesita de la presencia de todos los actores sociales.-
Huelga decir que el fuerte impacto de los aumentos de tarifas y precios no tiene una contrapartida de directa proporcionalidad en la reacción social.- Ello se debe a que el gobierno de Macri está librando cheques contra una cuenta que tiene, todavía, activos importantes de credibilidad.-
El hartazgo de gran parte de la sociedad por los doce años de autoritarismo populista, le confieren a la gestión actual una cuota extra de paciencia social, a la espera que las duras medidas adoptadas otorguen el resultado anunciado.-
El núcleo duro de los partidarios cristinistas, sin dudas está apuntando al fracaso del gobierno, a la agudización de la crisis.- No le importan las consecuencias, la razón no actúa, prima el sentimiento de revancha ante quienes le infringieron la derrota, profesan la fe del cruzado.-
La mayoría de la población, en cambio, apuesta al éxito de Macri, no los guía una apreciación enteramente razonada, no los influye negativamente la evolución de los parámetros económicos, el deseo, el propósito espiritual, la apuesta sentimental, está jugada casi porfiadamente hacia la consolidación de un camino distinto a lo que la Argentina transitó durante los últimos doce años, especialmente en materia de libertades públicas, de tolerancia, de la recuperación de un país real con trabajo real.-
El funcionamiento de la economía tiene dos componentes de similar importancia: por un lado, los datos duros de la realidad fiscal y económica; por el otro, el elemento inmaterial de la confianza de los mercados y de los actores sociales.-
Los estudiosos de la macroeconomía, bastante ajena a la comprensión popular,no oponen en general grandes objeciones a las medidas del gobierno, aun cuando puedan tener divergencias instrumentales.- En esta dimensión, pareciera que la razón prima sobre las sensaciones.-
La microeconomía,en cambio, la que tiene que ver con el presupuesto familiar, los precios del supermercado, el duro trajinar diario para hacer frente a los costos elementales de vivir, no otorga mucho espacio para un optimismo fundado en la razón.- Sin embargo, existe una confianza marcada en que el gobierno conseguirá torcer el rumbo.-
Resulta obvio que el crédito gubernamental se consume lentamente, la tarea de gobernar lo supone, la crisis con mayor razón.- ¿No existirá un optimismo exagerado en la cúpula de gobierno?, ¿cuánto reserva de credibilidad le queda todavía en su haber?, preguntas que en los meses venideros encontrarán respuesta.-
Sin embargo, gran parte del pueblo argentinoestá dispuesto a soportar estoicamente el sacrificio actual, para poder visualizar un futuro cercano venturoso.- No precisa de argumentos racionales, no los reclama aun, necesita creer que así será.-
La confianza popular, por ahora, es sólo una cuestión de fe.-
Jorge Eduardo Simonetti
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Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.
Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).