#COLUMNASIMONETTI PROVINCIA DE CORRIENTES

CORRIENTES Y LA POLÍTICA LÍQUIDA

LA POST MODERNIDAD

Ya la ideología no importa, lo importante ahora es el poder, llegar a él o permanecer ahí el mayor tiempo posible. No importa lo que se dijo hace uno o dos años; si hay que sostener lo contrario, se hace, y a otra cosa

Juan Infantes, Cadena Ser

***Hoy en día, la política se ha vuelto líquida en el sentido ideológico. Ya no existen parámetros sólidos que sirvan como hilo conductor para la formación de alianzas. Peronistas, radicales, liberales, se encuentran en todos los acuerdos electorales. La cuestión ya no radica en presentar un modelo de provincia, sino sumar los votos necesarios para acceder al poder. En ese camino, prevalecen los intereses personales y grupales antes que los generales.

                      La célebre frase de Heráclito de Efeso, un filósofo presocrático griego, “no nos bañamos dos veces en el mismo río”, refiere a la idea de que todo está en constante cambio, nada permanece igual. El río es una metáfora que ilustra el concepto, ya que el agua fluye continuamente y nunca es la misma.

                      Cierto es que en la naturaleza humana, su dato principal es el cambio, es lo único permanente y constatable. Pero ese cambio tiene ataduras que la propia sociedad construye a través de su sistema de valores y principios.

                      Para decirlo en criollo, una cosa es cambiar las ideas en función del convencimiento racional, y otra por conveniencia y cálculo oportunista.

                      Cuando hablamos del cambio, no nos referimos a la metáfora heraclitana, que tiene, si se quiere, una connotación física más que ideológica, sino a esa pulsión humana de sacrificar los principios por las ventajas personales.

                      A veces el humor es un instrumento que nos ahorra palabras. No recurriremos a Karl Marx para explicarlo, sino a su homónimo Groucho Marx, que dijo: “Éstos son mis principios Si no le gustan, tengo otros”.

                      En este tema no podemos olvidar el concepto introducido por el escritor polaco Zygmunt Bauman, el de “modernidad líquida”, que comprende a todas las relaciones en una sociedad de estos tiempos: “La cultura líquida moderna ya no se siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación; se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”.

“Hoy en día, todas las relaciones se han vuelto líquidas. La solidez de los lazos sociales, familiares, políticos, están afectados por el desapego, la discontinuidad y el olvido”

                      Es que, la forma líquida le ha llegado hace tiempo también a la política, a las instituciones, a los partidos políticos, a los políticos en particular. Esa forma maleable y cambiante, ha producido un tiempo en que la ideología, mejor dicho las ideas, son conceptos que están alojados en el arcón de los recuerdos.

                      Lo que vale hoy es el poder, cómo llegar a él, como mantenerlo, desde un cargo de concejal del último pueblo hasta de una primera magistratura.

                      Y si para alcanzarlo o mantenerlo debo mutar a la forma líquida del agua, que permite introducirse por cualquier intersticio que nos deja el devenir institucional, pues volvámonos líquidos. Corrientes no es la excepción, aunque la liquidez de nuestros políticos pareciera formar un caudal que nos ahoga.

                       Hay autores que sostienen que una de las paradojas de este siglo es que, aunque teóricamente vivimos en una sociedad líquida, las posiciones políticas cada vez están más congeladas.

                 Es lo que llamamos la “grieta”. La prueba viene de Estados Unidos: las aplicaciones de citas “on line” piden ahora la ideología política a la hora de crear un nuevo perfil, suponiendo que no quieres aparearte con especímenes de la tribu opuesta.

“La liquidez de los vínculos se ha instalado fuertemente en la política. En casi todas las alianzas electorales conviven distintas versiones de radicales, liberales y peronistas”

                      Son importante las leyes que regulan el funcionamiento democrático y electoral. Nuestra provincia tiene normas tan laxas y atrasadas, que permiten toda combinación rara que quiera realizarse. Desde el alquiler de sellos, hasta la formación de alianzas dónde el agua se mezcla con el aceite.

                      Hay peronistas en todas las listas, radicales también, ni que decir liberales. La cuestión es ganar, ya sea encabezando o teniendo un lugar. Si no se puede disfrutar de todo el manjar del poder, por lo menos lamer el plato, aunque en el camino se dejen principios y valores.

                      Cae un ciudadano desde el cielo en paracaídas a la Provincia de Corrientes. ¿En qué gatera se ubicaría? Si fuera peronista ¿en la de Vamos Corrientes con Alejandro Karlen, en la de Eco con Gustavo Canteros, o en el peronismo kirchnerista de Tincho Ascúa? Si fuera radical, ¿en el oficialismo de Gustavo Valdés o en la alianza de su contendiente Ricardo Colombi? Si fuera liberal, en el conjunto oficialista del Partido Liberal, en ELI de Perucho Cassani o en LLA de Caíto Leconte.

                      Seguramente analizaría quién me representaría mejor de acuerdo a mis ideas. Negativo. No es tiempo de ideas, es tiempo de poder, de cargos, de lugares en las listas. Es tiempo de efectividades conducentes antes que de idealismos inocentes.

                      Es así que, las listas se llenan con ahijados de padrinos importantes, con hermanos, cuñados, esposas, amigos, que ocupan cargos, especialmente legislativos, para los cuales no tienen la mínima preparación. Levantamanos que le dicen.

                      Leí por allí que “una señora sin los estudios primarios, discute a los gritos con una ex vedette del partido opositor, mientras otro señor que claramente está ahí por ser el cuñado de un conocido político, lee un discurso que alguno de los treinta asesores le escribió”. ¿Será para tanto?

“Los liderazgos políticos son meramente de poder. Si éste se pierde, el liderazgo también se pierde.”

                      Los liderazgos políticos son meramente liderazgos de poder, cuando se pierde la elección, el líder desaparece mostrando sus pies de barro. De allí que el continuismo, a como dé lugar, ya sea con un reemplazo familiar, de grupo, de amistad, es fundamental para continuar en la cúspide de la pirámide. Aunque en los últimos veinte años, esta fórmula de herederos designados tampoco anduvo en Corrientes.

                          Los partidos políticos han perdido importancia, sólo tienen la identidad que le otorga la élite que los conduce, que se maneja con intereses personales antes que partidarios. Ni siquiera es la camiseta la que los une, como en el deporte, antes bien la posibilidad de hacer calzar su sota personal y de su grupo, en alguna gatera institucional.

                      Tanto así que las alianzas de partidos prevista por la ley, hace mucho tiempo han dejado de ser alianzas políticas, son meramente acuerdos electorales de vida efímera. La plataforma aliancista es un papel formal sin valor alguno en la vida real.

                      Entonces, tenemos partidos de élites interesadas, integrada por una dirigencia nómada y extraterritorial, que se dirige hacia dónde cree que está el poder, mientras los ciegos seguidores son llevados, como acoplados, a los barquinazos en el camino pedregoso que elijan sus conductores.

                      Corrientes se encuentra en el cuarto lugar en cantidad de partidos políticos habilitados para intervenir en una elección provincial: Caba con 90 partidos, Provincia de Buenos Aires con 81, Córdoba con 48 y Corrientes con 43. Una cuenta rápida nos permitirá conocer que estamos primeros en partidos políticos por habitante.

                      Si bien la tradicional condición independentista del correntino hizo que fuéramos repetidamente intervenidos por el poder central, pareciera que ahora su pulsión política está dirigida a la creación de partidos, porque la rebeldía ha trocado en un conformismo paralizante.

                      A los ciudadanos de a pie, poco le importan los conceptos de “lo republicano”, “lo democrático”, “lo institucional”. Antes bien, quieren tener lo suficiente para comer todos los días.

                      Hacia ese lugar tan degradante nos han llevado los populismos, dónde comer es un valor absoluto.

                      Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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