TERRORISMO INSTITUCIONAL
“Lo peor que le puede ocurrir a un grupo político es perder la legitimidad”. Ante la pérdida de legitimidad, intentan destruirla, recurriendo al vacío jurídico a través de la mentira”
Bernardo Saravia Frías, abogado
*El gran vociferante de la tribu y su grupo de lenguaraces territoriales, han decidido blandir sus apéndices orales para dar heroica lucha contra una Corte que pone límites al poder. ¡Habrase visto pretender que los fallos sean respetados! ¡Juicio político a los que no garanticen impunidad! Ése es el gran aporte presidencial a la república.
**Dispuestos a todo para quedar bien con la hechicera mayor, no escatiman brebajes ni conjuros para ganar su apoyo para la candidatura presidencial.
***El no presidente, dedicado a menesteres menos trabajosos que el de gobernar, encabeza el terrorismo institucional.
Terrorismo de estado. Sí, es una fuerte definición, pero es el calificativo exacto que merece la actuación del presidente, algunos gobernadores y legisladores. Con el propósito de salvar judicialmente a la vicepresidenta, no vacilan en dinamitar las bases mismas de un poder del estado.
Cuáles son las armas que vienen utilizando en el operativo “impunidad”. De todo, desde bombas de escándalos institucionales prefabricados, hasta utilización de organismos de inteligencia del estado y comisión de delitos de hackeo de cuentas privadas sin orden judicial. Eso es el verdadero terrorismo de estado y no otra cosa.
Pero no lo hacen de manera subrepticia. Actúan a cara descubierta, envalentonados por las jinetas del poder que ostentan. Pero ¿y por qué tanto? Simple, la explicación es extremadamente simple. Tanto Fernández como Capitanich, Zamora y otros, concursan ante Cristina para ganarse la candidatura presidencial del espacio oficialista. Cuándo más “kamikazes” sean, a los ojos de tamaña árbitra del concurso, mejor califican.
El “guarda” del tren gubernamental, Fernández, anuncia la parada en la próxima estación del terrorismo institucional: la del juicio político a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ya no son los “partidos de fútbol” de los jueces del Tribunal Oral Federal N° 2 lo que denuncian, ahora van por más, apuntan más arriba, guiados por el GPS de las causas penales de Cristina.
Es decir, se complotan de modo continuo, trabajando para esmerilar la credibilidad de la Justicia. Por ello lo de “gerundio”, una forma impersonal de conjugación verbal, que significa su prolongación en el tiempo. Si antes fueron los jueces de Comodoro Py, luego los integrantes del tribunal oral federal, ahora son los miembros del más alto tribunal del país.
Esa tarea continua de desgaste, tiene la marca en el orillo, es de indudable cuño kirchnerista. No ya la defensa de su propia credibilidad, de su honra, de sus virtudes republicanas, hace rato la han perdido. Es la estrategia del “cambalache”, “en un mismo lodo, todos manoseaos”, colocar a los otros en su misma bolsa para minar la confianza pública. “Todos somos chorros”.
Un gobierno entero dedicado, no a gobernar, a desgastar a lo poco creíble que queda, a través de medios ilegales, con la participación de un combo variopinto de presidente, gobernadores, altos funcionarios, piratas informáticos, inorgánicos de la AFI, prensa adicta. La estrategia me recuerda mucho a la utilizada con la muerte del fiscal AMIA, Alberto Nisman.
Se habla también de la constitución de la “mesa militar” dentro del organismo de inteligencia gubernamental, con la presencia de dos integrantes de los servicios de espías del ejército, que coparticipan de la intentona. El fantasma de Milani está presente.
El gran vociferante de la tribu, Alberto, y su grupo de lenguaraces territoriales, los gobernadores, han decidido blandir sus apéndices orales para dar heroica lucha contra una Corte que pone límites al poder.
El mejor resultado que puede obtener Fernández y sus compinches con esta campaña, no es obtener credibilidad propia (los imposibles no existen), sino hacerla perder en el único estamento que les obstruye el ejercicio del mando absoluto y el alcance de la impunidad: el poder judicial.
Lo dijimos más arriba. El intento kirchnerista por alcanzar la impunidad de su jefa, es extender a toda la sociedad la sensación de corrupción general, entonces la elefanta reina puede mimetizarse y escapar entre la manada de elefantes lanzados en tropel.
El escándalo es el objeto, el “strepitus fori” como decimos los abogados, no el resultado del juicio político, el camino intrincado que debe transitarse.
No tienen los votos para acusar en Diputados, menos aún para condenar en el Senado. Es más, ciertos distritos propios y aliados se están despegando de la estrategia. Algunos gobernadores desmintieron que hayan suscripto el pedido de juicio político, sólo quedaron los más cercanos a Cristina.
¿Y por qué hacer una movida destinada al fracaso? Porque desplazar a la Corte es una meta inalcanzable. Entonces, no es la meta sino el “mientras tanto”. Tienen una exigua mayoría para tratarlo en la Comisión de Diputados, manejada por el oficialismo. Allí se escucharán opinadores de toda laya, discursos, alegatos, obviamente todos destinados a desprestigiar a los cortesanos.
Con ello creen que causarán tal daño, que la sociedad reclamará el desplazamiento de los jueces, para que sea Alberto mismo el que designe a los nuevos. Soñar no cuesta nada más que tiempo, aunque en el transcurso de agreda a las instituciones.
El kirchnerismo es especialista en “encontrar” jueces que le hagan el juego. Una vez lo encontraron en Dolores a Alejo Ramos Padilla y el operativo “Puff”, para involucrar a fiscales y periodistas no adictos. Otra en Entre Ríos, con el juez de Paraná Daniel Alonso, que intentó frenar la designación de representantes de la minoría en el Consejo de la Magistratura.
Esta vez, gentilmente lo ofreció el gobernador Zamora de Santiago del Estero, cuya esposa es la vicepresidenta 1ª. del senado de Cristina. El juez federal de la provincia norteña, Guillermo Molinari, que se mantiene en el cargo gracias a los buenos oficios del gobernador para parar los pedidos de juicio político que tiene, no dudó en ordenar el secuestro del teléfono celular de un colaborador de Rosatti.
Nada que ver con nada, porque Molinari es un juez federal del norte argentino, manifiestamente incompetente para intervenir en un caso como éste, pero el pedido del jefe son órdenes, y como tal se cumplen en un feudo como Santiago del Estero.
No comprenden las grandes líneas de la historia quienes no entiendan que en el próximo turno electoral se juega mucho más que el signo político del gobierno, además el futuro de ser un país normal o, definitivamente, consolidar nuestro karma actual de “país de ladrones”.
Con ello me refiero no sólo a los votantes, también, y fundamentalmente, a la oposición, que debe ponerse las pilas para dejar atrás las ambiciones desmedidas y las apetencias personales, y converger en el gran objetivo de recuperar una república que se cae a pedazos.
Y ello no es meramente retórico porque, con cuatro años más de gobierno kirchnerista, tendrán el tiempo suficiente para ejercitar lo que sería la “solución final”, el indulto presidencial a sus penas, a las penas de todos, llámense Cristina, De Vido, López, Milagro, Jaime.
Si así fuera, Argentina se convertiría en el gran purgatorio, dónde la pluma presidencial cambiará la suerte del infierno para los ladrones, por la del cielo perpetuo.
El gobierno está tullido, un no presidente dedicado a conspirar contra la república, con la vana ilusión de repetir un mandato insufrible, atado al carro de su condenada vicepresidenta.
Algo habremos hecho mal los argentinos para merecernos esto.
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI
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