IMPUNIDAD DETRÁS DE LA IGUALDAD
“El sofisma es una falacia intencional, en la que el individuo enuncia una inferencia errónea o no válida para engañar al otro”
Scielo.org
*Bajo el sofisma de la igualdad, con el proyecto de pago de Ganancias de los jueces, el oficialismo pretende vaciar la justicia y llenarla con magistrados “amigos”. Los jueces jubilados no pagan Ganancias, por lo cual los que sigan en actividad ganarán la mitad. Jubilación masiva de jueces, otro ardid para la impunidad.
**La inamovilidad en sus cargos y la intangibilidad en las remuneraciones de los jueces, no son un privilegio sino una protección para ponerlos a reparo del poder político que maneja la caja y los nombramientos.
***Los legisladores pretenden hacerles pagar a los jueces el 35% de sus salarios, mientras ellos apenas aportan el 10% del suyo en Ganancias, por una decisión de los presidentes de las cámaras guardada bajo cuatro llaves. Hipocresía pura.
El paralogismo es la incorrección del silogismo, un razonamiento falso construido fundamentalmente a partir de premisas falsas o erróneas. Ahora bien, si conlleva la intención de engañar, el paralogismo es un “sofisma”. Si es simplemente un error en el razonamiento, es una “falacia”.
Los seres humanos, en su complejidad, tenemos diversas formas de encarar la vida y de interpretar los hechos y situaciones. A cada cual con su propio sesgo, es decir a cada cual con su manera de razonar.
Todos los seres humanos tenemos sesgos que afectan un razonamiento objetivo. Actitudes y creencias internas que alteran la percepción de lo externo. Generalmente, los sesgos del razonamiento son inconscientes. Precisamente, en la capacidad de advertirlos y superarlos o atenuarlos está la inteligencia del individuo.
Uno de los principales sesgos es el “sesgo político”, que inclina al individuo a no comprender ningún razonamiento que no coincida con sus propias inclinaciones políticas. Dicho en criollo, es la pala con la que se construyó la grieta.
Pero hay otro ítem más que constituye un defecto en el mecanismo de razonar. Ninguna mente es igual a otra, pero, sin intenciones de dogmatizar, a los efectos expositivos las agrupo según las inclinaciones individuales.
Tener una mente “conspiracionista”, que en todo encuentra un propósito oculto, constituye uno de los extremos perniciosos del razonamiento. Pensar que el Covid fue creado para inocularnos una vacuna con chip adentro, constituye un ejemplo.
En el otro extremo está su opuesto, que podríamos llamar el “ingenuismo”, una forma de pensar que lleva a la credulidad extrema sin análisis de las circunstancias.
Obviamente que en el medio, siempre hay un medio, estaría lo que, aún con las limitaciones humanas, podríamos considerar como mentes objetivas. Aquéllas que no descreen ni creen en todo, son mentes analíticas, que examinan hechos, cotejan pruebas o indicios, y que llegan a una conclusión que tiene mejor chance de acercarse a la verdad.
Creo que en el caso del pago de Ganancias por parte de los jueces, que fue propuesto por el oficialismo en un artículo del proyecto de presupuesto como modo, dicen, de consagrar la igualdad en las cargas públicas, se configuran las distintas formas de razonamiento.
Ud. señora, ud. señor, ¿está de acuerdo con la igualdad? ¿Quién no?, sería la obvia respuesta. En estas mismas páginas, en la edición del domingo, se opina sobre la igualdad republicana que significa que los jueces paguen ganancias como todo el mundo.
Pero, considero ese razonamiento afectado de “ingenuismo”, porque detrás de la igualdad perseguida como valor indiscutible, se esconde el “ardid” o sofisma destinado a cubrir el verdadero objetivo: la impunidad de Cristina.
Si hay un elemento que todavía nos caracteriza como república, y nos mantiene alejados de países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, ese elemento, aunque a muchos les sorprenda, es el funcionamiento medianamente independiente del Poder Judicial.
Con un poder legislativo copado por mayoría oficialista, sólo la Justicia supo poner coto a los intentos de coparla a través de las “leyes de democratización de la justicia”, modificación de los miembros de la Corte Suprema, y tantas otras iniciativas del kirchnerismo, cuyo inocultable objeto es el de salvar judicialmente a Cristina de sus causas por corrupción.
Las institutos constitucionales no son el producto de la improvisación ni de los intereses circunstanciales. El de la independencia del poder judicial es el basamento de concreto que debe tener una república. Contiene dos elementos constitutivos fundamentales: el de la inamovilidad en sus cargos de los jueces y el de la intangibilidad de sus remuneraciones.
Esas dos garantías constitucionales ¿constituyen un privilegio para los magistrados por sobre los demás ciudadanos? No, definitivamente no. Han sido puestos precisamente para evitar que el poder político, como lo indica la historia repetidamente, a través de la remoción de éstos o de la disminución de sus haberes, puedan presionar sobre ellos.
Es exactamente lo que se busca con este proyecto de Ganancias, propuesto en la ley de presupuesto que, dicho sea de paso, no puede tener constitucionalmente normas de fondo como ésta.
Como dato importante, cabe señalar que la intangibilidad consiste en que la remuneración de los jueces no pueden ser reformadas o disminuidas (de cualquier modo) respecto a las condiciones vigentes al día de su nombramiento. El pago de Ganancias importaría la reducción del 35% del salario de bolsillo. Es por ello por lo que, por decisión de la Corte Suprema, los jueces designados a partir de 2017 (un 20% del total), sí están pagando Ganancias, por la sencilla circunstancia que esas son las condiciones vigentes a la fecha de sus nombramientos.
Otro dato más. Se pretende hacer pagar a los jueces el 35% de su salario en concepto de Ganancias a través de una ley. Pero, siempre hay un pero, los legisladores nacionales pagan apenas un 10% del suyo, por la exclusión de ítem salariales decidido de manera clandestina por los presidentes de la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Hecha la ley, hecha la trampa. De esto saben mucho.
Sacando otro conejo de la galera, por enésima vez, el oficialismo vuelve a la carga con proyectos que llevan en el orillo el operativo impunidad. Lo hace con torpeza y a las apuradas, el tiempo apremia y las decisiones judiciales se suceden, sin prisa pero sin pausa.
El frentetodista Marcelo Casaretto, ofició de presentador del proyecto del pago de Ganancias por los Jueces en la ley de presupuesto, salido de la usina cristinista.
Pero, como todo ardid, sólo los ingenuos o los sesgados por la concepción oficialista podrían tragarse el anzuelo. El proyecto no incluye a los jueces jubilados, que no pagan Ganancias.
Entonces, cuando se proyecta que los jueces deben pagar Ganancias, que lo deben hacer urgentemente a partir de este presupuesto, y que los jueces que se jubilen no pagarán el impuesto, el inocultable objeto es vaciar los tribunales por las jubilaciones y ocupar las vacantes con los jueces “amigos”. No pueden tapar el sol con las manos.
Muy obvio todo. El juez en actividad ganará casi un 50% menos que el jubilado (único caso en el mundo), por lo que, intuyen desde el gobierno, una gran cantidad de jueces se jubilarán para no perder derechos adquiridos, y los tribunales podrán ser llenados por jueces “amigos”, ya sea por la vía de la designación o de la subrogancia.
¿A dónde apuntan? Principalmente a la integración de los tribunales orales que juzgan a Cristina, a la Cámara de Casación y a la Corte Suprema. Bingo.
Así como los mundiales de fútbol sirven para tapar los ecos de las decisiones judiciales, las ampulosas apelaciones a la “igualdad” ofician de engañapichanga para los ingenuos o desapercibidos.
¡Igualdad, igualdad, igualdad! gritan desde el cristinismo, pero mi oído experimentado creyó oír: ¡impunidad, impunidad, impunidad!
Dr. JORGE EDUARDO SIMONETTI
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