OBRAS SON AMORES
“Fueron 90 días de andar, proyectar, imaginar y anticipar las cosas, y hoy podemos decir al pueblo de la provincia de Corrientes que está listo el Hospital de Campaña para darle pelea a este Covid-19”
Gobernador Valdés, 2020
* A pesar de la masificación de los contagios y la saturación de los centros de internación, en su mensaje del viernes el presidente poco dijo sobre las vacunas. Sin perspectivas de inoculación masiva a corto plazo, la lucha contra el virus se carga sobre el comportamiento ciudadano y los saturados centros de internación. El Hospital de Campaña, cuando la enfermedad ya está declarada, nos coloca a los correntinos con mejor y mayor oferta.
**Si la tarea de gobernar supone la previsibilidad y la planificación, es de buen cristiano reconocer que las autoridades correntinas lo hicieron adecuadamente. Nos queda a los ciudadanos nuestra cuota parte del comportamiento responsable.
***Un hospital con camas suficientes, equipamiento tecnológico y, sobre todo, un personal altamente especializado y esforzado hasta los límites, conforman un combo eficiente para enfrentar la enfermedad declarada.
Allá por febrero de 2020, cuando el entonces Ministro de Salud de la Nación, Ginés González, le restaba importancia a la epidemia de Covid-19 que comenzaba a azotar a Europa y especialmente a Italia, y calculaba que no llegaría a nuestro país, intuyo que las autoridades correntinas, políticas y sanitarias ya estaban imaginando las medidas de preparación para enfrentar aquello que finalmente se convirtió en un agresivo enemigo que se expandió por todo el orbe.
Es que, a poco más de un mes después de dispuesta la cuarentena obligatoria en la Argentina, en los primeros días de mayo, se inauguraría el Hospital de Campaña, en las instalaciones del Hogar Escuela, en una primera etapa con alrededor de 160 camas, entre internación general y área crítica, un poco más de 100 respiradores (en cuya fabricación colaboró la UNNE), importante equipamiento tecnológico y personal asignado a esa tarea específica.
La importancia estratégica de contar con un centro sanitario específico para luchar contra una patología infecciosa de altísima capacidad de contagio no es producto de la casualidad sino de la previsión, la planificación anticipada y la ejecución oportuna, condiciones éstas de la que hicieron gala las autoridades provinciales.
Y ello no quedó ahí, siguió creciendo. En el mes de julio del mismo año, se ampliaban sus recursos e instalaciones, llegándose a un total de 1.000 camas, 700 de internación general y 300 de terapia intensiva, con el correspondiente equipamiento, gran reserva de oxígeno (fundamental por la patología) y, lo que es más importante, con un personal de alta especialización y gran sacrificio.
Entiendo que en pocos días más, se ampliarán las instalaciones de UTI con 120 camas más, las que llegarían a un total de 420.
Se me ocurre trazar un paralelo con la inauguración en la década de los noventa del Hospital Pediátrico Juan Pablo II, obra realizada por el gobernador Raúl Romero Feris y que ha dado salud a generaciones de correntinos, ambos casos demostrativos de gestiones visionarias.
Generalmente mis columnas son de tono crítico a los gobiernos, cualesquiera ellos fueran. Me ubico en el concepto “verbitzkiano” de la función del periodismo, que debe ser esa piedra en el zapato que incomoda a los que ejercitan la función pública, para contrapesar el aparato propagandístico y de manejo de medios que tienen los ocupantes del estado.
Pero las excepciones son las que confirman la regla, y creo que la calamitosa situación sanitaria mundial y especialmente nacional, ameritan que deban valorizarse debidamente las buenas acciones oficiales que apuntan a atenuar el impacto de la pandemia en la salud de la gente y especialmente en su ánimo.
Con la segunda ola del Covid-19, la escasez de vacunas y un comportamiento social no del todo responsable, la infraestructura sanitaria se está viendo tensionada hasta límites extremos, con la saturación de los centros públicos y privados de atención.
A nivel país, las noticias son alarmantes. Según muestreo de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) del 24 de abril, el promedio de ocupación de camas en el país es del 91% y en el Amba del 96%, en el Gran Mendoza llega a 91,84%, lo propio sucede en Santa Fé con el 90% de ocupación, y así en la mayoría de las provincias.
El de Entre Ríos es un caso extremo, su Ministra de Salud, Sonia Velásquez, declaró que “estamos hoy en una ocupación plena, es muy alta la tasa de ocupación de camas UTI y del uso de ventilación mecánica”, habiendo trasladado pacientes a otras provincias.
Las conclusiones del referenciado trabajo, que contempla el estudio de las terapias del sistema público y privado, es que se observa una altísima ocupación principalmente con pacientes Covid-19 con mayor requerimiento de asistencia respiratoria mecánica.
Alejandro Bongiovanni, de la Fundación Libertad, destaca que difícilmente pueda morigerarse la asimetría entre la demanda de atención y la oferta. Alemania tiene 24 camas de terapia intensiva cada 1.000 habitantes, Italia tiene 12 y Argentina 4,5, según la SATI.
Destaca también la sociedad de terapistas en sus conclusiones, una circunstancia que es de mucha gravedad: “se advierte un alto grado de agotamiento del personal de salud de las UTIs”, lo cual es apreciable a simple vista.
Las estadísticas de la mencionada sociedad científica, nos expresan que la exigencia reglamentaria de la relación médico/paciente debe ser de 1 médico cada 7 pacientes en UTI, que se cumple como promedio país, pero que en algunas zonas es menor, como en el Litoral (Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Formosa) que alcanza a 1/8. En los enfermeros, la relación debe ser 1 cada 2 pacientes de UTI, siendo la media país de 1/3 y en el Litoral 1/4. Los kinesiólogos deben ser 1 cada 8 pacientes, la media del país es de 1/7 y en el Litoral de 1/6.
No quedan dudas que, además de la ecuación profesional/paciente, las exigencias laborales y personales son mucho mayores, porque se trata de una pandemia que no da respiro y somete a todo el sistema a una tensión muy grande, con el consiguiente agotamiento físico y psíquico del personal y el riesgo sanitario que además supone para los mismos.
Viendo la situación en perspectiva, ante la insuficiencia de infraestructura sanitaria en muchas partes del país, los correntinos no podemos menos que reconocer la situación ventajosa en que nos encontramos, ya que contamos con un nosocomio especializado y con gran capacidad de absorción de la demanda.
En los últimos partes dados a conocer oficialmente, el Hospital de Campaña tiene ocupadas 158 camas sobre 700 en clínica general, 43 en UTI sobre 300, y en uso el 12,33% de los respiradores. Es decir, perspectivas tranquilizadoras respecto a la relación demanda/oferta.
Y esta tranquilidad, que de ninguna manera reemplaza el necesario cuidado social para evitar el contagio y la urgencia de aumentar el ritmo de vacunación, es socialmente valiosa debido al excelente trabajo de previsión gubernamental y ejecución de las obras necesarias para que hoy pueda decirse que Corrientes, en ese sentido, está a la cabeza de la infraestructura para enfrentar el Covid-19.
Obviamente, el sacrificio de enfermeros, médicos, kinesiólogos, terapistas, etc., debe ponerse en el primer lugar de la lista de reconocimientos, no sólo por la calidad profesional y el sacrificio personal que demuestran, sino además por su calidez en el trato de los enfermos.
Que sirva ello como ejemplo, para no dormirse en los laureles y seguir dando dura lucha al silente enemigo.
Jorge Eduardo Simonetti
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Muy esclarecedor su enfoque y llega bien la imagen de la Pvcia de Corrientes que está presentando batalla
previniendo y gestionando acciones como corresponde a una eficaz gestión de gobierno. Muy buena su columna. !
Con la admiración de siempre, reciba mis Cordiales Sldos.
Muchas gracias