FISCAL ÉTICA Y PUNTAL POLÍTICO
“Hoy cabe la autocrítica, si no, somos Cristina Kirchner”
(Elisa Carrió)
En agosto de 2013, en estas mismas páginas, se publicó un artículo que titulé: “Elisa Carrió, la Cristina rubia”, obviamente sin ningún ánimo peyorativo en la comparación.- Me permito recordar algunos conceptos volcados en esa oportunidad, hace más de tres años y medio.-
“Cristina Kirchner y Lilita Carrió deben ser las dos mujeres políticas argentinas más importantes del siglo XXI.- La trascendencia de sus figuras va más allá de sus aptitudes personales, de sus historias, de sus ideas.”
“Hay muchas cosas que las separan, que las diferencian, que las distancian, además de su color de cabello, de su fisonomía física, de pertenecer a espacios políticos diversos, de ser una de ellas permanente sujeto activo de las denuncias por corrupción y la otra sujeto pasivo de las mismas.”
Ubicadas en las antípodas de la política y la ética, Cristina y Lilita comparten histrionismo
“Sin embargo, a pesar de la gran distancia subjetiva y objetiva entre ambas líderes políticas, tiendo a pensar que existe una identificación casi atávica, instintiva, profunda, que tiene que ver con sus formas de sentir la política, con el temperamento para encarar sus luchas, con esa casi descarnada manera de actuar sin especulaciones en el campo de batalla, con el vale cuatro que arriesgan permanentemente en el juego de la estrategia, con ese desinterés casi suicida por el equilibrio, con la valentía sin cálculo de morir con las botas puestas.”
“Elisa María Avelina Carrió, tiene muchas aptitudes que la han convertido en lo que es hoy para la ciudadanía, pero a mi juicio no ha podido superar aquello que a veces ha sido su principal cualidad y otras tantas, aunque parezca contradictorio, su defecto más visible: su histrionismo.”
“Desde el pedestal de una moral autodidacta, esgrimida a modo de lanza como base casi exclusiva de su proyecto político, ejercita un dogmatismo irrreductible, a partir del cual resulta casi imposible entrar en acuerdos políticos que tengan estabilidad en el tiempo.”
Hasta aquí, el artículo de agosto de 2013, que no ha perdido actualidad a mi juicio.-
Lilita nació para ser cabeza, si no es de león por lo menos de ratón, nunca más abajo.- Recordemos que en 2007, cuando obtuvo el segundo lugar en los comicios presidenciales, se autoproclamó como “líder” de la oposición, extrapolando una institución del sistema parlamentarista y sin siquiera tener el número de legisladores necesarios.
En 2011, cuando su puesto fue el último con el 1,84% de los sufragios, ello no amilanó su temperamento impetuoso y su vanidad, ya no sería la que comandaría la oposición, sino algo mucho más apocalíptico: “lideraremos la resistencia al régimen”, dijo.-
Lilita no cambia por pocos o muchos votos; el que cambia es el humor social
Debe ser la dirigente política que más vaivenes ha tenido en su relación con la opinión ciudadana: de diosa a diabla y nuevamente a diosa, figurativamente hablando.-
¿Ha cambiado sucesivamente Lilita para protagonizar tales vaivenes? No, no ha cambiado para nada, Lilita siempre fue Lilita: es tómala o déjala.- Los que cambiamos somos nosotros, los ciudadanos, que a través de una moral oportunista, adaptada a las circunstancias económicas, en tiempo de vacas gordas la calificamos como “denunciadora compulsiva” y cuando nos dimos cuenta que la corrupción nos tapaba, fue y es la “fiscal moral” de la República.-
Pero hoy, la Dra. Carrió ha salido de su espacio de comodidad de otrora, ese lugar que le permitía arremeter sin medias tintas contra los desmanejos del poder.- Hoy es parte del poder, un poder que la tiene como su progenitora carnal.-
Además de haber sido, junto a Ernesto Sanz, la promotora de la alianza ganadora de 2015, ha superado al radical en cuanto a su importancia en el esquema argentino, tanto que es el puntal político principal del gobierno de Mauricio Macri.- Todos, incluido el Presidente, miran hacia ella cuando se producen acontecimientos que conmueven al gobierno.-
Es “prima inter pares” en Cambiemos, Macri no tiene temperamento excluyente en su liderazgo
Su rol ha pasado a ser doble, una Lilita recargada en su tarea.- No ha abandonado su trabajo de fiscal de la moral pública, pero le ha agregado el oficio de bombera, aquella que contiene las llamas cuando los acontecimientos de la propia ineficacia gubernamental amenazan con incendiar los despachos oficiales.-
Ahora bien, esa duplicidad de responsabilidades en algún lugar deben colisionar.- Hablo de la responsabilidad de sostener políticamente un gobierno que fracturó la continuidad populista y, a la par, seguir cumpliendo con el deber autoimpuesto de señalar y denunciar los hechos de corrupción de los que gobiernan, hoy la alianza de la que es parte.-
Creo que con lo del Correo Argentino, esa colisión se manifestó evidente y ella no sale del todo bien parada.-
Elisa Carrió debe ser la personalidad política de mejor formación jurídica en la Argentina.- Estudiosa, fundamentada y con antecedentes académicos de primer nivel.- Ello le suma una mayor exigencia, todos esperamos que sus posicionamientos sean sólidos, fáctica y jurídicamente.-
Sin embargo, con el escándalo desatado en torno a la confusión de los intereses públicos con los familiares presidenciales, que el ex cartero Franco Macri le endosó a su hijo, Lilita abandonó su rigurosidad jurídica, su contundencia acusadora y su intransigencia ética, para ingresar en el terreno movedizo de las relaciones personales, las afirmaciones incomprobables, y los convencimientos íntimos.-
Su doble rol de pilar político del gobierno y controladora de la moral púbica, en el caso del Correo afectó su coherencia
Es que su límite parece ser Mauricio Macri, un Presidente que le reconoce su lugar de “prima inter pares” y no le compite en el andarivel que le es exclusivo a la Carrió.- Obviamente, ello también le está sirviendo de paraguas al “milico” Aguad, para no terminar como “cabeza de turco” en toda esta historia.-
Su aseveración de que no hubo “mala fe” en el acuerdo del Correo, es parte de una subjetividad incomprobable por el momento; su reconocimiento de la existencia de un “conflicto de intereses” hubiera merecido, en cualquier otro caso, una presentación judicial de la diputada; su manifestado convencimiento que el Presidente “no sabía” del avance de las negociaciones entre el Estado y el Correo, no es una patente de pureza, tampoco es creíble ni tiene entidad objetiva alguna para neutralizar el interés del público en conocer la realidad de los actos de sus mandatarios.-
Estas son circunstancias que la perspicacia política de Lilita, su preparación jurídica y sus propias conductas en situaciones similares, seguramente le habrían impuesto definiciones absolutamente diferentes a las ya adoptadas.- Pero, como he dicho, su límite es Mauricio Macri.-
Su debate introspectivo hace eje en la lucha entre la rigurosidad ética y la necesidad de no descalzar al gobierno
No es cómodo el doble rol de Lilita, seguramente tampoco será inocua su actuación en este caso.- En su posición, es difícil distinguir los límites entre la defensa de un gobierno en el que cree y contribuyó a formar, con las consecuencias de una actitud complaciente y poco objetiva.-
Son muchos los ciudadanos que se apoyan en las seguridades que les confiere su ética irreductible demostrada a lo largo del tiempo, como también son tantos los que apuestan al éxito de Macri como modo de contener el retorno populista.-
Pero no por ello, debemos ignorar que bordeamos peligrosamente los contornos de la trasparencia.- Sin el soporte ético indispensable, la empresa iniciada en diciembre de 2015 no tiene probabilidades de éxito, porque su insumo básico es la credibilidad social.-
Jorge Eduardo Simonetti
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