Entre los animales, los seres humanos somos los únicos que tenemos la capacidad de mentir, pues hacerlo supone un acto consciente de racionalidad, una expresión volitiva dirigida a sostener aquello que se sabe no verdadero, total o parcialmente.-
Analizar la anatomía de la mentira en función del ámbito en que se pronuncia y de los destinatarios de la misma, nos lleva a reconocer que existe una mentira privada y otra pública, una íntima y otra expuesta, una particular y otra general, una de relaciones humanas y otra institucional.- Ésta, la mentira institucional, es la que pretendemos analizar.-
Si hay un deber básico de quienes ocupan funciones públicas, ése es el de decir siempre la verdad, especialmente en los asuntos de su competencia, porque la mentira institucional ataca gravemente la fe pública.- En ella, el sujeto activo o victimario es el funcionario mentiroso, el pasivo o víctima, la ciudadanía, la gente, la generalidad.-
En estos últimos años, la mentira institucional fue un contravalor que generosamente se volcó sobre el conjunto social, no fue un recurso de oportunidad sino una herramienta de gestión, su consecuencia fue la paulatina corrosión de la credibilidad pública.-
Este gobierno fue un gobierno “pinocho”, es decir mentiroso.-
Gobernó con tres tipos de mentiras:
1°) Las mentiras estructurales, aquéllas que dinamitan las bases de la convivencia y del estado de derecho.- Una de ellas, es la de haber montado un formidable aparato de engaño estadístico (el INDEC), precisamente un recurso que el estado tiene la obligación legal y moral de brindarlas con certidumbre.- A partir de la distorsión de los índices, las mentiras se propagaron como reguero de pólvora entre los pliegues sociales, se mintió en la inflación, en los índices de pobreza e indigencia, en el cálculo del crecimiento.- Obviamente, nadie duda que el de Cristina fue un gobierno que falseó los números y, como consecuencia, dinamitó la confianza pública.-
2°) Las mentiras instrumentales, aquéllas que sirven para desviar la atención.- Esa construcción heroica de un gobierno en lucha contra los malos del mundo, tenía como principal objeto engañar a la ciudadanía sobre la verdadera envergadura del problema.-
No fue el default el responsable de las desventuras financieras, fueron los fondos buitre, esos malditos inversores que pretenden cobrar lo que indica la ley de emisión.- No fue la emisión descontrolada para financiar el sideral gasto público la causa fundamental de la inflación, fue la avaricia de empresarios y comerciantes, no es la impericia y la soberbia gubernamental las razones de una gestión en picada, son los grupos concentrados que erosionan la imagen del gobierno popular.-
3°) Las mentirillas comunicacionales o mediáticas, es decir aquéllas que intentan tapar las otras, las más graves.- Éstas llegan al público por intermedio del formidable aparato oficial y paraoficial de comunicación, y tres son sus principales canales: Aníbal Fernández (antes Capitanich) y los tuits y cadenas de Cristina.-
Las interpretaciones arbitrarias del ministro del bigote espeso y del verbo torrencial, las exposiciones descontracturadas de una presidenta cada vez más adolescente, son el alimento diario con que el gobierno nos llena los oídos de fantasías, medias verdades, interpretaciones antojadizas, afirmaciones incomprobables o mentiras totales.- Así se gobierna hoy en la Argentina.-
La catarata mediática que las huestes oficiales descargan casi impunemente sobre nuestra castigada humanidad, parte de un componente psicológico determinante.- La verdadera naturaleza moral de esas conductas oficiales despreocupadas de la verdad, es la profunda subestimación que ejercen sobre la capacidad de análisis y de entendimiento del pueblo argentino.-
Si no, cómo puede explicarse que el gobierno afirme, muy suelto de cuerpo, que en Argentina hay menos pobreza que en Alemania y Dinamarca?
Lo que hasta ayer, de alguna manera podía llevar a equívocos a una parte de la sociedad, hoy la capacidad de embuste está absolutamente agotada, se engaña sin imaginación, de manera burda, y el pueblo argentino ya ha obtenido el diploma de experto en su detección.-
Gobierno “pinocho”.- A no mentir más.-
Jorge Eduardo Simonetti