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¿QUIÉN CONOCE A SABINA FREDERIC?

LA SEGURIDAD AL SERVICIO DE LA IDEOLOGÍA

***En 2009, en representación del ministerio de Defensa, Sabina Frederic presidió la tradicional zarpada del buque escuela Libertad, vistiendo un atuendo de entre casa. El contraste con los uniformes de gala de los marinos quedó como el símbolo del poco valor que las gestiones kirchneristas asignan a las instituciones armadas, salvo, claro está, que sean amigos del gobierno, como el general Milani.

***Desde la disolución de la Subsecretaría de Lucha contra el Narcotráfico, hasta el cuestionamiento de la actuación de Gendarmería en los casos Nisman y Maldonado, demuestra hasta qué punto Frederic es la contracara de Patricia Bullrich.

***Con su academicismo progre, la actual ministra de Seguridad parece querer colocar la seguridad al servicio de la ideología, presentando al delincuente como víctima social y aplicándole a la fuerza pública la presunción de “culpabilidad”.

 

 “La guerra contra las drogas, después de la caída del muro de Berlín, fue la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos para intervenir en gobiernos latinoamericanos”

Sabina Frederic, ámbito.com, 06-12-2019

                               Pocos seguramente recuerdan el acto protocolar de zarpada de la Fragata Libertad en 2009. Por inexplicada ausencia de Nilda Garré, por entonces ministra de Defensa, presidió el acto la Subsecretaria de Formación Sabina Frederic.

                               Sin nada de maquillaje y una descuidada cabellera que caía llovida sobre sus hombros, la antropóloga, hoy devenida en ministra de Seguridad, exponía desde su academicismo progre un simbólico desdén hacia la marcialidad uniformada de la Armada, cuyos relucientes atuendos de gala, adecuados para el tradicional acontecimiento, contrastaban con el look de entrecasa de la representante gubernamental.

                               No pareció casualidad del desaliño sino causalidad de la simbología, porque una imagen vale más que mil palabras. De ese modo, mostró la valoración que el kirchnerismo asigna a las fuerzas armadas y de seguridad en el marco del estado. La vestimenta de entrecasa de Frederic fue equiparable a la teatralización de Néstor Kirchner cuando le puso el banquito al entonces jefe del Ejército para descolgar los cuadros de la Esma, una “turreada” simbólica.

                               Desconocida para el gran público, pero con una importante trayectoria en el campo académico, Sabina Frederic es designada por el presidente Fernández para ocupar uno de los lugares más sensibles del gabinete, el área de seguridad, el ministerio que podría considerarse como el de mejor gestión del equipo de Macri.

                               Patricia Bullrich salió casi con honores de su tarea ministerial, fue uno de los pocos reductos gubernamentales en los que la gestión del presidente Macri pudo mostrar logros palpables.

                               Si Fernández quería diferenciarse de Macri, lo logró en el área de Seguridad, no sólo por la designación de quien representa la contracara del pensamiento de Bullrich, la antropóloga Sabina Frederic, sino por los posicionamientos públicos y decisiones de la nueva funcionaria, directamente dirigidos a desandar los caminos transitados en la gestión de la ahora presidenta del PRO.

                               Patricia Bullrich planteó una dura lucha contra la delincuencia organizada, logró desarmar organizaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes, incautar importantes cargamentos, investigar exitosamente numerosos casos, disminuir la tasa de mortalidad de los delitos, conferir apoyo y equipamiento a las fuerzas dedicadas a combatirlo, incorporar las pistolas Táser, declarar por decreto presidencial a Hezbollah como organización terrorista, entre otras medidas.

                               Sabina Frederic, a contrapelo,  disolvió la Subsecretaría de Lucha contra el Narcontráfico, se declaró partidaria de la legalización de las drogas blandas, consideró que el terrorismo no es una cuestión argentina (recibiendo el repudio de los familiares de víctimas de la AMIA), defenestró a las Táser,  derogó el protocolo del uso de armas y de actuación de la fuerza pública en los piquetes, invadió la esfera judicial pidiendo rehacer la pericia de Gendarmería por la muerte de Alberto Nisman y cuestionando la actuación de Gendarmería en el caso Maldonado.

                               Las diferencias con otros gobiernos, por lo menos en el campo de la seguridad, pasan a ser cada vez menos instrumentales y más ideológicas. Para el kirchnerismo, la seguridad no fue un problema de toda la sociedad sino un requerimiento de los ricos, así como la delincuencia una derivación de la pobreza.

                               Aun cuando declara no pertenecer al pensamiento penal del ex cortesano de los Kirchner, sus medidas demuestran que parten del supuesto zaffaroniano que los que cometen delitos son, antes que delincuentes, víctimas sociales, por lo que la actuación del estado en lugar de ser sancionatoria debería ser reparatoria.

                               Ubica en un punto disvalioso a la fuerza pública encargada de resguardar la seguridad de los ciudadanos, a la que le carga con la “presunción de culpabilidad”, es decir que toda actuación policial es en principio represora e ilegal hasta que se demuestre lo contrario. Esto, y no otra cosa, demuestra su opinión sobre la actuación de Gendarmería en el caso Maldonado.

                               La seguridad pública en una sociedad organizada es instrumental. Es una herramienta válida para resguardar un sistema, el democrático, y conservar un orden, el republicano. Es el brazo ejecutor del estado de derecho, es la protección fáctica de los ciudadanos para la convivencia pacífica en el marco de la ley.

                               A los responsables de la seguridad de una sociedad, no les corresponde tomar decisiones en función de una determinada ideología, no deben valerse de ella para imponer criterios o pensamientos coyunturales de gobernantes de turno. La seguridad pública no es el orden jurídico, es su armadura.

                               Cuando se puso la seguridad al servicio de la ideología, surgieron las consecuencias más terribles para la vida de los pueblos, lo fue con el comunismo, también con el nazismo y con otras versiones latinoamericanas casi tan carnívoras como las mencionadas.

                               Un ejemplo de someter la seguridad de los países a los parámetros ideológicos del momento fue la Escuela de las Américas, una organización para instrucción militar del ejército de los Estados Unidos, que funcionó en la zona del canal de Panamá desde 1946 a 1984. En ella se especializaron miles de militares y policías latinoamericanos, bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional, para la represión de las organizaciones marxistas con la metodología del terrorismo de estado.

                               La ministra Frederic, en esa misma línea, pero en sentido opuesto, utiliza el argumento de la ideología para introducir su visión sesgada de la seguridad. Afirma que las organizaciones de narcotraficantes como tales no existen, sino como apéndices de los gobiernos mexicano y norteamericano con fines políticos: la guerra contra las drogas después de la caída del muro de Berlín fue la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos para intervenir en gobiernos latinoamericanos” (ámbito.com-6-12-2019).

                               El presidente Fernández se ha visto en aprietos para justificar ciertos actos y declaraciones de su ministra. Su gobierno tuvo que disculparse con los familiares de las víctimas AMIA, negar que existiera la intención ejecutiva de interferir en la investigación judicial de los casos Nisman y Maldonado, a través del ministro Solá manifestar que no está en carpeta la exclusión de Hezbollah como organización terrorista. Sergio Berni, de visión más ortodoxa, le negó validez a su propuesta de eliminar las pistolas Táser, y tuvo con ella un fuerte entredicho jurisdiccional.

                               En octubre, ¿sabían los votantes de Fernández que lo hacían por la legalización de las drogas blandas, por la disolución de la Subsecretaría de lucha contra el Narcotráfico, por el blanqueo legal de la organización terrorista responsable del atentado contra la AMIA, por una fuerza pública desarmada ante la delincuencia?

                               Parece que ni el presidente lo sabía entonces, a estar por las veces que debió moderarla o desautorizarla. Entonces, ¿quién conoce a Sabina Frederic? ¿La conoce Fernández?

                                               Jorge Eduardo Simonetti

*Los artículos de esta página son de libre reproducción, a condición de citar su fuente

 

 

 

 

 

 

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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