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LOS JUECES DEL OPORTUNISMO

DEL OLIMPO AL PURGATORIO
“Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados” (El Talmud)
            En una república, ¿cuál es el funcionario o magistrado que ha sido dotado de mayor poder por la ley? Casi seguramente, la respuesta más común será que el más poderoso es el presidente o el gobernador.- Sin embargo, creo que en ella cabría una confusión entre la cantidad de poder y la calidad del mismo.-
            Los que ejercitan cargos ejecutivos (gobernador, presidente), tienen mayor cantidad de poder, pueden decidir sobre mayor número de cuestiones, pero los que tienen mejor calidad de poder, por lejos, son los jueces.-
            Tengo cinco razones como las principales para arribar a dicha conclusión: a) los jueces son vitalicios en sus cargos; b) no pueden ser sancionados por el contenidode sus sentencias; c) así como deciden una cosa pueden decidir la contraria con los mismos hechos (discrecionalidad);  d) disponen sobre la libertad, la propiedad y el honor de las personas, y e) controlan (o deberían) al poder político.-
            Esa “calidad” de poder que la sociedad organizada le confirió a un ser humano llamado “juez”, debe ser correspondido con una actuación insospechada en el ejercicio de sus cargos de “semidioses”.-
En el marco institucional argentino,  los jueces son los que tienen mejor calidad de poder.-
Temo que no es eso lo que ocurre en la Argentina del siglo XXI, la actuación de una franja del poder judicial y de algunos jueces en particular, ha alimentado sobradamente la sospecha social sobre su correcta actuación.-

            En tren de ubicar las cuestiones en la escala axiológica de las virtudes de la democracia, antes que la honestidad de un gobierno, estimo mucho más importante la rectitud de sus jueces.-
            Un juez injusto, deshonesto, oportunista, vengativo, temeroso, cuando suma a otros colegas con las mismas características, puede llegar a causar mucho más daño a la credibilidad pública que cien gobiernos corruptos.-
            La pregunta es, en ese marco de análisis, si el pueblo argentino puede descansar tranquilo con el trabajo de sus jueces en los últimos quince años.-
Una justicia sospechada puede dañar la credibilidad pública mucho más que cien gobiernos corruptos
Los hechos son casi simples y contundentes: las mismas causas de corrupción pública que antes dormíanen los anaqueles judiciales o se sobreseían sin más, hoy se han constituido en  catarata de citaciones, requerimientos fiscales, procesamientos, a funcionarios del gobierno anterior.-
            Me identifico con el activista político estadounidense Malcom X, cuando dijo: “Estoy a favor de la verdad, la diga quien la diga. Estoy a favor de la justicia, a favor o en contra de quien sea”.-
            He sido, al lector le consta, un censor de los gobiernos kirchneristas, porque los consideré autoritarios, anti republicanos y, fundamentalmente, protagonistas de una corrupción inédita en la Argentina, en calidad y en cantidad.-
            Sin embargo, con tristeza veo hoy que los mismos jueces que ayer callaron,sobreseyeron, miraron para otro lado, con las irregularidades del poder,  hoyse encuentran ensoberbecidos con la impronta del verdugo contra ese mismo poder vencido.- ¿Es justicia, o hay también  venganza, ubicuidad y búsqueda de la simpatía social?
La actuación de algunos magistrados pone blanco sobre negro el ejercicio de un patético oportunismo
La situación, más que enjuiciar el saqueo indiscriminado de las arcas públicas, está poniendo blanco sobre negro la patética demostración de oportunismo de algunos jueces: cobardes con los que ejercen el poder político, valientes con los que lo pierden.-
            ¿Cuál es el destino de un país en el que sus jueces actúan con la regla del oportunismo? Las consecuencias de una justicia adicta al poder vigente es lo que en definitiva explica la actitud de  muchos magistrados y fiscales.-
            Es para recordar lo dicho por Friedrich Niemöller en la época nazi, cuando expresaba que “vinieron a buscar a…..pero no dije nada porque yo no era…, ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde”.- Éstos jueces, el día de mañana, pueden buscarte a ti, que nada dijiste cuando le tocó a otros.-
            Temo que hoy gran parte de la sociedad está, más que por un deseo de justicia, impregnada de una malsana pretensión de venganza.- Pero no está suficientemente advertida que sin una justicia verdadera, no tenemos futuro como país serio y sociedad civilizada.-
Los jueces que temen al poder o a la opinión pública pueden ser cualquier cosa, menos jueces
Con la dispensa del lector, viene a cuento transcribir algunos párrafos de mi segundo libro, “JUSTICIA Y PODER EN TIEMPOS DE CÓLERA”, Editorial ConTexto, edición 2015:
            1°.- “La tarea judicial es ardua e incomprendida muchas veces.- Para los opositores es juez justo el que falla todo contra el poder, para el poder lo es el que falla todo a su favor, para mucha gente el buen juez es el que falla de acuerdo a la “sensación térmica popular”.- Ninguno es bueno, el juez debe fallar cada caso, de acuerdo a la ley, a las pruebas y a su conciencia, no importa quién esté involucrado.- Fácil es decirlo, difícil es hacerlo, imposible es obtener la total comprensión ajena, pero ese es el karma del buen juez(pág.122).-
            2°.- “…un Juez, que en definitiva no es un superhombre,  puede, de manera inconsciente o deliberada, transformarse en un magistrado que disfrute de los beneficios que puede otorgar el calorcito oficial, o del aura pasajera que reditúa una posición anti poder, o de la efímera popularidad que conceden las decisiones adoptadas en función del termómetro social.- Tan malo es ser juez del poder, como serlo del antipoder o  de  la fama fácil, en ninguno de ellos hay un verdadero magistrado que imparta la justicia de los hombres”(pág.119).-
            3°.- “Un fenómeno recurrente de la judicatura oficialista  también suele darse cuando  se acentúan las investigaciones judiciales en la etapa final de un mandato de gobierno o cuando los investigados  ya son ex funcionarios, la otra cara venenosa de la misma moneda.- Jueces benignos con los inquilinos del poder y rigurosos con los que abandonan el mismo(pág. 119).-
            4°.- La libertad es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar.- Temo que es ésta, y no la independencia, el dato esencial para la existencia social de la justicia” (pág.117).-
            5°.- “Cuando la libertad judicial está socavada, o conculcada o de alguna manera amenazada, seguro que la justicia comienza a perder el marco indispensable de libertad que es su esencia, para paulatinamente irse incorporando alámbito carcelario de los principios perdidos(pág. 117).-
            6°.- “Aun con todo ello, la justicia no funcionará como tal si no contamos con jueces libres, libres de sus pasiones, de sus miedos, de sus vanidades, de sus ambiciones, de los cacicazgos políticos.- La independencia es un aditamento de la libertad, no la libertad misma (pág. 117).-
            7°.- “Esa libertad puede anidar, solamente, en la mente y el corazón de cada magistrado, de cada fiscal, de cada funcionario, porque amar la propia libertad es el tributo mayor que un integrante de la administración de justicia puede hacer al sistema y a la comunidad justiciable” (pág. 117).- 
            Es raro encontrar un juez que condene al poder en ejercicio, tienen miedo a la destitución.- También lo es hallar a uno que absuelva a los que lo perdieron, le temen a la opinión pública.- Los hay, pero son las honrosas excepciones.- Los jueces que temen al poder o a la opinión pública pueden ser cualquier cosa, menos jueces.-
            “Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”, dijo el escritor español Francisco de Quevedo hace cuatrocientos años.-
            Desgraciados los argentinos que –conforme reza el Talmud- estamos transcurriendo una generación en la que muchos jueces merecerían ser juzgados.-
                                               Jorge Eduardo Simonetti
*Los artículos de este blog pueden ser reproducidos, a condición de citar su fuente
               

Jorge Simonetti

Jorge Simonetti es abogado y escritor correntino. Se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste. Participó durante muchos años en la actividad política provincial como diputado en 1997 hasta 1999 y senador desde 2005 al 2011.

Se desempeñó como convencional constituyente y en el 2007 fue mpresidente de la Comisión de Redacción de la carta magna. Actualmente es columnista en el diario El Litoral de Corrientes y autor de los libros: Crónicas de la Argentina Confrontativa (2014) ; Justicia y poder en tiempos de cólera (2015); Crítica de la razón idiota (2018).

https://jorgesimonetti.com

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